En los últimos días se ha hecho evidente la necesidad de un servicio diplomático y política exterior que sea de Estado, no de gobierno o que, en su defecto, que dependa de la cuenta de X (Twitter) del primer mandatario.
El panorama internacional actual presenta grandes retos, siendo la guerra entre Israel y Hamás uno de ellos. El ataque perpetrado por este grupo terrorista hay que condenarlo de manera inequívoca. Sin embargo, este no puede servir de justificación para que el gobierno de Israel, liderado por Benjamín Netanyahu, cometa actos atroces o crímenes de guerra contra la población Palestina. Para nadie es un secreto que este conflicto es complejo y lleno de matices. Por esta razón, el accionar del presidente resulta irresponsable. Se olvida el presidente que el mundo no es blanco y negro, que hay mucho gris, y que dos cosas pueden ser ciertas al mismo tiempo. Por ejemplo, el ataque de terrorista de Hamás fue barbárico y debe ser denunciado como tal, pero el gobierno de Israel debe buscar proteger a la población Palestina y no usar el ataque de Hamás como excusa o justificación para cometer crímenes de guerra en territorio Palestino. Las denuncias hechas por Human Rights Watch del uso de fósforo blanco por parte de las fuerzas militares de Israel en zonas pobladas de Gaza, son un indicio de posibles crímenes de guerra que deben ser investigados.
Ahora, otro reto a nivel internacional para la diplomacia colombiana es la guerra en Ucrania. En este momento, este conflicto ha pasado a segundo plano, lo cual beneficia a Vladimir Putin pues, al no tener los ojos del mundo encima, podría considerar que es un momento oportuno para cometer todo tipo de violaciones de derechos humanos en territorio ucraniano. Aunque en occidente la posición frente a este conflicto ha sido más unificada en contra de Putin, la postura del gobierno Petro, ha sido ambivalente, lo cual no deja bien parada a nuestra diplomacia.
Adicionalmente, existe una tercera potencia que, viendo el panorama internacional, podría decidir empezar un nuevo conflicto, China. Xi Jinping podría considerar que existe una ventana de oportunidad para ir por Taiwán, dado que Washington no está en capacidad de atender tres conflictos en zonas geográficas al tiempo. Además, el envío de portaaviones, entre ellos el USS Gerald R. Ford, a Israel podría inclinar la balanza para que China decida atacar, pues se le podría presentar una oportunidad de tener una superioridad marítima momentánea en un posible ataque a Taiwán. Esto además podría darse en un momento donde China está teniendo una desaceleración económica, algo que podría ser parcialmente solucionado si Beijing logra controlar Taiwán y la fábrica de microchips, TSMC.
De esta manera, los retos para la diplomacia colombiana, que oscilan entre que posiciones asumir frente a los conflictos de Ucrania e Israel, hasta un posible conflicto entre Beijing y Taiwán en el pacífico, son complejos. Esto hace imperativo tener unas posiciones de política exterior basadas en conocimiento, evidencia y, lo más importante, que sean de Estado, no de gobierno o dictadas por mensajes a través de X. En este gobierno, la Cancillería se ha destacado por nombramientos de personas por afinidad política, no por capacidad o conocimiento y por un Canciller pusilánime, incapaz o desinteresado por la diplomacia colombiana, y un presidente que maneja las relaciones exteriores con una falta de rigor notable. Esto hace que sea difícil para Colombia asumir una posición de liderazgo regional. Cómo dijo Bill Burns en su libro ‘The Back Channel’, en muchos casos la diplomacia se trata de manejar problemas, no solucionarlos, y mucho menos a través de redes sociales dónde el gobierno de turno busca un comité de aplausos.