Lo que normalmente llueve en diez días cayó en dos horas la tarde del miércoles 15 de mayo, en Cali, causando una emergencia sin precedentes, que por fortuna no cobró vidas humanas, pero que dejó cuantiosos daños materiales y más de cien familias damnificadas. Según el Ideam, 105,1 milímetros de agua cayeron sobre la ciudad, dejando atrás el registro histórico hasta entonces, de 82,4 milímetros.

El norte de Cali colapsó, el sector de Chipichape, totalmente anegado; carros abandonados en el camino, frente a la imposibilidad de pasar, muchos de ellos dados por pérdida total; conjuntos residenciales inundados, decenas de árboles caídos, y en La Campiña, Altos de Menga y Montebello, familias que lo perdieron todo. Los videos que daban cuenta de lo ocurrido ‘llovieron’ por los grupos de WhatsApp y las redes sociales; también en ellos vimos la solidaridad de tantas y tantos que ayudaron a socorrer a quienes no podían salir de los buses, de los vehículos; afloró la solidaridad que nos abriga y fue reconfortante verla.

Hasta el pasado viernes, de acuerdo con el reporte de la Alcaldía de Cali, se habían evacuado 4100 toneladas de residuos y entregado 531 ayudas humanitarias, así como atendido 550 llamados de la ciudadanía. Vimos una respuesta oportuna de las autoridades locales y de los cuerpos de socorro para restablecer las vías, asistir a quienes llevaron la peor parte, y sacar el agua y la tierra de parqueaderos y viviendas.

Luego de lo ocurrido, es una prioridad pensar en lo que viene, porque las lluvias seguirán y hacia final de año habría Fenómeno de La Niña; lo que obliga a tener un plan para que el impacto no sea arrasador. Hemos vivido un año en el país, donde la sequía amenazó el abastecimiento y los servicios públicos, y la llegada de las lluvias nos recuerda cuán vulnerables somos frente a los fenómenos naturales, que cada día son más fuertes, fruto del cambio climático.

Se ha hablado por años de las obras que se requieren en Chipichape, sector que siempre se inunda. El colector no da abasto, la zona se expandió y creció, como tantas otras de la capital del Valle, donde los alcantarillados y las vías se quedaron cortas y donde se olvida que no es solo construir y construir, sino también, proyectar ciudades sostenibles.

En un video de este diario, de hace 12 años, titulado ‘¿Por qué se inunda Chipichape?’, un funcionario de Emcali explica el impacto de las canteras de roca muerta y la minería en la parte alta, que exige acciones, estudios, para recolectar el agua y los residuos, con el fin de que no lleguen a las cuencas de las quebradas, lo que luego afecta a la ciudad, cuando se registra un fuerte aguacero, en un sector con hundimiento, tan propenso a anegarse. Debe preverse un plan de mitigación, un colector acorde con la ciudad actual, como lo han dicho tantas veces voces expertas. Que ello sea una prioridad para Emcali.

Pero también se requieren acciones definitivas de la ciudadanía; no podemos seguir arrojando colchones, muebles y todo tipo de basuras a los canales de aguas lluvia. Por eso, al llamado solidario que se ha hecho desde la Alcaldía de Cali y la Cruz Roja, para llevar donaciones a las personas damnificadas, bajo el eslogan ‘Sumémonos por Cali’, debe extenderse a que nos sumemos a prevenir los desastres, con tareas que eviten que el agua se desborde, por nuestra irresponsabilidad.

Si usted quiere unirse a la campaña, done alimentos no perecederos, cobijas, colchonetas, sábanas, artículos de higiene personal, kits de cocina y útiles escolares; puede llevarlos a ambas entidades y/o comunicarse al 3178255624. Se vienen las lluvias, y en gran parte podemos evitar que las mismas nos arrasen. ¡Sumémonos por Cali para prevenir una nueva emergencia!

@pagope