Las elecciones de EE. UU. vivieron gran polarización y animadversión entre ciudadanos en las conversaciones políticas. Tomará tiempo restablecer la cohesión social en un país tan diverso. Son tendencias que también vivimos otras democracias, en las que las emociones se imponen sobre la razón (como advertía Platón sobre el ciudadano político); y en las que en medio de anhelos de cambio y de realidades de desigualdad los discursos divisionistas y populistas aparecían de lado y lado para aprovecharse del resentimiento y los temores de la población.
En ese contexto, los estadounidenses eligieron su nuevo presidente. Donald Trump triunfó en la votación nacional y en estados clave, logró mayorías en Senado y Cámara de Representantes, y contará con una Corte Suprema de Justicia conservadora. Algunos advierten sobre concentración de poder y posibles retrocesos en derechos civiles y políticas ambientales. Pero también se debe reconocer que la democracia de EE. UU. cuenta con instituciones fuertes, pesos y contrapesos, y una ciudadanía y medios de información que llevarán a que las propuestas respaldadas por las mayorías se implementen con modificaciones.
Por ejemplo, Trump anunció políticas estrictas contra la migración irregular, pero al mismo tiempo los demócratas prometían fortalecer la seguridad en fronteras: algunos puntos comunes encontrarán en esa agenda, sobre todo cuando nadie desconoce el aporte de los migrantes al crecimiento del PIB en EE. UU. Así mismo, los anunciados recortes de impuestos y nuevos aranceles seguramente exigirán un balance para evitar nueva inflación, mayor déficit fiscal o alzas en tipos de interés que impactarían en el crecimiento. Ha generado inquietud el perdón de involucrados en los disturbios del 6 de enero de 2021, pero el alcance de esa amnistía dependerá del costo político que esté dispuesto a asumir el nuevo Gobierno; y la derogación de políticas ambientales llegará hasta donde lo permitan líderes y estados republicanos que reconocen el aumento de la inversión y el empleo en industrias de energía limpia y vehículos eléctricos.
La comunidad internacional se enfrenta a nuevos escenarios, con un EE. UU. más nacionalista y menos multilateral. La Unión Europea ha pedido una agenda trasatlántica fuerte, aunque se avecinan nuevas exigencias a miembros europeos de la OTAN. El alemán Scholz y el francés Macron reaccionaron con diplomacia cautelosa y hablan de una Europa “más soberana”. En el Medio Oriente, Netanyahu espera fortalecer la cooperación en seguridad, aunque deberá reconocer que Trump quiere encontrar salidas prontas para acabar las guerras en esa región. Zelenski espera trabajar con Trump para lograr una paz justa en Ucrania. En América Latina, los más nacionalistas, como Milei en Argentina y Bukele en El Salvador, celebraron el resultado. Sheinbaum aseguró que México confía en el fuerte diálogo bilateral.
En Colombia, Petro mencionó la importancia del diálogo entre el Norte y el Sur, y respaldó la intención de Trump de no comenzar guerras y detener las existentes. En el comercio, no es claro que las políticas proteccionistas anunciadas se dirijan contra nosotros, pues el TLC vigente ha favorecido más las exportaciones de EE. UU. que las nuestras. Habrá mayores exigencias en la lucha contra las drogas, y si bien esto podría causar tensiones en algunos temas, es previsible que crezca la cooperación contra ese delito transnacional, incluido el desarrollo rural alternativo, lo que nos beneficia. Puede existir también más acción conjunta contra la migración irregular que crece aquí como país de tránsito donde redes criminales se lucran del sufrimiento humano y amenazan la estabilidad en varios departamentos. La reelección de Trump traerá algunos cambios en prioridades bilaterales, pero no podemos afectar una relación en la que Colombia y EE. UU. han sido aliados estratégicos por razones geopolíticas, independientemente de los Gobiernos de turno. Lo determinante es mantener la diplomacia y fortalecer nuevamente el diálogo con los dos partidos de EE. UU., para resolver cualquier diferencia y encontrar las convergencias que benefician a las dos naciones.