Durante largos años Cali ha intentado recuperar el espacio público del Centro, que sigue siendo una de sus zonas más problemáticas, pero también una de las más prometedoras en términos de desarrollo económico y social.

Sin embargo, esa es una historia llena de frustraciones, confusiones, promesas incumplidas, e incluso violencia. En su momento, los gobiernos de turno adoptaron diferentes enfoques frente al problema de la invasión de ventas ambulantes en las principales vías del Centro: desde frustrados procesos de reubicación y negociación, hasta persecución de los miles de comerciantes informales que operan allí.

Pero ninguno de ellos permitió encontrar una salida concreta, efectiva y justa, y la situación se agravó. Hoy, el Centro de Cali sigue siendo esa zona caótica donde la movilidad se infarta por la invasión del espacio público, la economía formal apenas sobrevive y los problemas de basuras e inseguridad son una constante. Ese es el complejo panorama que ahora, en cumplimiento de un fallo judicial emitido por el Juzgado Trece Administrativo Oral del Circuito de Cali, deberá corregir la administración del alcalde Alejandro Eder.

Al resolver una acción popular sobre el polémico tema, ese despacho dio un plazo de cuatro meses para que la Alcaldía formule una metodología y establezca un cronograma para garantizar “los derechos a la dignidad humana, al mínimo vital, al trabajo y a la convivencia en el espacio público del casco central de la capital vallecaucana”.

Sin embargo, el camino recorrido permite definir unos puntos de partida claves para avanzar. En primer lugar, resulta imperativo que la ciudad entera se apropie del asunto y participe activamente en la discusión, pues esta no es una tarea que le compete solo al Gobierno de turno. Rescatar el Centro y potenciarlo debe ser una responsabilidad de todos los caleños.

Por otro lado, es necesario que todas las partes involucradas, y muy especialmente las organizaciones que aglutinan a los vendedores informales del Centro, mantengan un ánimo constructivo y propositivo frente al proceso. Es comprensible que dichas agremiaciones hayan optado por controvertir, a través de los mecanismos que les otorga la Ley, el mencionado fallo. Pero más allá de lo que ocurra con esa apelación en los estrados judiciales, deben entender que Cali vive un nuevo momento histórico y requiere encontrar una salida a la problemática del Centro. Amenazar y retar a las autoridades, como algunos ya plantean, solo agravará el problema.

Finalmente, cabe recordar que la Administración Distrital tiene por delante el desafío de convertir en una realidad práctica el Plan Maestro de Espacio Público. Esa es la herramienta que realmente permitiría ordenar el Centro de Cali, aprovechando todo su potencial económico y garantizando el derecho al trabajo digno de los miles de vendedores informales que hoy laboran allí. La visión de futuro, la concertación y la sensatez deben imponerse, por el bien de Cali.