El fin de semana anterior el centro de los Estados Unidos vivió lo impredecible: un enjambre de tornados nunca visto, que recorrió cientos de kilómetros en tiempo récord y no dio la posibilidad a la mayoría de personas de ponerse a buen resguardo. Son los fenómenos naturales de siempre, que ahora aparecen con más frecuencia, súper potentes y ocasionan mayores estragos.
Fueron ocho Estados del centro del país norteamericano, desde el medio oeste hasta el sur, los que se enfrentaron a unos 50 tornados causados por lo que se conoce científicamente como supercélulas, inmensas tormentas con rumbo errático que producen en su interior una cadena de esos torbellinos que viajan a una velocidad vertiginosa arrastrando todo a su paso.
La primera de esas supercélulas se originó en Arkansas, recorrió 480 kilómetros en seis horas y produjo tornados que se movieron por 262 kilómetros alcanzando velocidades de 331 km/hora. Solo hay una referencia de un fenómeno similar ocurrido en 1925 que atravesó 280 kilómetros entre los estados de Illinois, Missouri e Indiana. Los del fin de semana fueron más mortales, arrasaron con pueblos enteros y dejan hasta ahora 88 fallecidos y 109 desaparecidos. Nada, ni la tecnología con la que cuenta el país más poderoso y avanzado del mundo, permitió prever la tragedia ni evitar que ocurriera.
Mientras ello ocurría en el centro de los Estados Unidos, se alertaba sobre incendios desde Nuevo México hasta Arkansas poniendo en riesgo a cinco millones de personas, y nevadas en todo California, otro fenómeno extraño para la región. Al mismo tiempo una amplia zona del norte de España se encuentra inundada por las lluvias extremas que llevan casi tres semanas, ha desbordado ríos como el Ebro y dejan miles de damnificados.
El 2021 es uno de los años donde más pérdidas se han registrado por eventos naturales -se calculan en US$112 mil millones-, como las que dejó el huracán Ida, que empezó en el Caribe, golpeó el Golfo de México y subió hasta Nueva York que fue el más afectado. Colombia no se salva: La Niña sigue ocasionando lluvias intensas y la muerte hasta hoy de 50 personas.
Son los fenómenos naturales propios de un organismo cambiante y en proceso de formación como la Tierra. Y si bien no son causados por el cambio climático, sí hay certeza de que se han agravado por cuenta de él, del calentamiento global y del daño que se le ha hecho a la naturaleza.
Frente a ello, la humanidad tiene que estar lista, tratar a través de la tecnología de prever la aparición de esos eventos o prepararse lo mejor posible para evitar que causen devastaciones como las que se están viendo.
Colombia, que padece las calamidades provocadas por eventos del clima intensos, está llamada a replantear su estrategia. Como se ve con frecuencia, la atención y prevención de desastres, que debería ser preocupación nacional, aún se mantiene en el papel porque en muchos municipios y departamentos no se han fortalecido las entidades encargadas de ello o es evidente que no funcionan como corresponde frente a eventuales catástrofes.
El mundo seguirá expuesto, cada vez con más frecuencia y potencia, a los fenómenos de la naturaleza, con el agravante de los efectos que tiene en ello el cambio climático. Esa realidad obliga a buscar cómo disminuir los estragos y preservar la vida.