Editorial
Implicaciones del mínimo
Es hora de que estas figuras públicas, incluidos los congresistas y aquellos encargados de tomar las decisiones sobre el país, dejen de ‘pelear’ en redes sociales y mejor piensen en lo que le conviene a la mayoría de colombianos,,,
Mucho se ha dicho alrededor del alza de salario mínimo para el 2025 y el posible impacto que esto pueda tener para la economía nacional en los próximos meses.
Como pasa últimamente en Colombia, ese incremento salarial se ha convertido en un nuevo motivo de polémica entre el Gobierno más sus defensores, y los empresarios que se alinean con la oposición. Lo que espera la ciudadanía son puntos de consenso que beneficien a todos y no más ambiente de división.
Mientras el presidente Gustavo Petro se jacta de que en su Gobierno se han hecho las alzas más altas del sueldo básico, el expresidente Iván Duque responde que, en su mandato, también hubo un repunte importante.
Sin entrar en la discusión sobre quién tiene la razón, es hora de que estas figuras públicas, incluidos los congresistas y aquellos encargados de tomar las decisiones sobre el país, dejen de ‘pelear’ en redes sociales y mejor piensen en lo que le conviene a la mayoría de colombianos, que es la razón de ser de quienes ocupan cargos públicos.
El alza del salario mínimo de 9,54% para 2025, es un incremento considerable. Según un análisis de la firma Raddar, el aumento más alto del gobierno Petro, en términos reales, se dio en 2024 con un repunte de 5,18% y en 2025 será de 4,75%. Para el Gobierno Nacional, así se da una compensación a los trabajadores, aunque desde diversos sectores se pone en duda que la capacidad adquisitiva aumente debido a las alzas de inicio del año, algunas provocadas por el mismo repunte alto del salario.
Hay otros impactos que sí se sentirán. Con el incremento del costo por hora laborada de los empleados, en el 2025 se podría generar más inflación, más costos a empresarios, menos margen de utilidad y menos impuestos para la Nación.
En economía, como en toda área de la vida de una nación, cualquier decisión que se tome puede tener unas consecuencias positivas y otras funestas. Por ello el deber ser de quienes llevan las riendas del país es tratar de ser ecuánimes y mirar el panorama en su integralidad. En todo caso debe prevalecer el interés general.
Se le olvida al Gobierno que solo el 17% de los trabajadores se beneficia del alza del salario y que en Colombia reina la informalidad. ¿Qué pasa con el resto de esos trabajadores que, en la mayoría de los casos, no reciben ni el anhelado mínimo?
El llamado para el Estado es a pensar en todos los colombianos. Está bien que se intente a través del incremento del sueldo básico equilibrar la balanza adquisitiva de los trabajadores, pero igual de importante es brindar las herramientas para que las empresas crezcan, para que el país sea más productivo, para que haya condiciones reales de impulso a la contratación y para avanzar en la formalidad.
El aumento del mínimo no puede verse de manera aislada. Hay que analizar las condiciones económicas, las reformas en marcha, como la laboral, y normas como la reducción de horas de trabajo. Todo impacta y al final la decisión puede ir en contra del mismo país.