La población de El Plateado, en Argelia, Cauca, lleva años a merced del narcotráfico, intimidada por organizaciones criminales y abandonada por el Estado. No será fácil su recuperación luego de la toma realizada por las Fuerzas Militares de Colombia, ni es de esperar que las disidencias bajo el mando de ‘Iván Mordisco’, que ejercían de tiempo atrás el control territorial, se resignen a perder el poder que han mantenido hasta ahora.
En una acción contundente denominada Operación Perseo, el sábado pasado el Ejército Nacional ingresó al corregimiento de El Plateado, ubicado en el Cañón de Micay, y obligó al retiro de la estructura ‘Carlos Patiño’ de las disidencias de las Farc-EP.
Es de reconocer que se trató de un golpe militar y de inteligencia bien planificado y exitoso, pese a que llegó con retraso toda vez que debió realizarse muchos años, desde cuando se conoció que grupos armados ilegales se estaban asentando de nuevo en el Cauca, en asocio con carteles de la mafia, para reactivar el negocio del narcotráfico.
Durante los últimos cinco años la Nación, y en particular el suroccidente del país, han visto cómo, tras un periodo de relativa calma luego de la firma del acuerdo con las Farc en 2016, la violencia fue retornando a departamentos como Nariño, Cauca y Valle. El aumento de los cultivos ilícitos, la presencia de organizaciones criminales incluidas algunas transnacionales, así como la apertura de antiguos y nuevos corredores para movilizar las drogas ilegales hacia el Pacífico, se volvieron recurrentes.
Con todo ello regresaron los ataques a la Fuerza Pública, los atentados terroristas contra la población civil, las masacres y el amedrentamiento a las comunidades, que como en el caso de El Plateado y de tantos otros corregimientos o municipios, en particular del Cauca, terminaron a merced de los criminales. Ahora es de esperar que con la misma contundencia el Gobierno Nacional y sus Fuerzas Armadas actúen para liberar a quienes hoy siguen bajo el yugo en el resto de la región, incluido el Valle.
Es claro que no bastan las acciones militares para retomar el control. La historia le ha demostrado a Colombia que mientras el Estado siga sin cumplir con su deber de hacer presencia en cada rincón del territorio patrio, llevando educación, salud, servicios públicos e infraestructura, es decir todo aquello que brinde bienestar, oportunidad y progreso, se les deja fácil a los criminales tomar su lugar.
El desfile de ministros ayer en Popayán y El Plateado, encabezado por el encargado de la cartera de Defensa y por Laura Sarabia, la mano derecha del Presidente, parece brindar un mensaje positivo. Pero no se puede quedar, como suele ocurrir, en la foto para la prensa y las redes sociales, o en promesas que al final se incumplen.
Al Cauca hay que rescatarlo de las garras de los grupos armados ilegales. Al mismo tiempo a sus comunidades hay que brindarles la debida protección, así como el acompañamiento estatal que le garantice su seguridad y tranquilidad. Con igual contundencia a la que mostró la Operación Perseo, se tiene que actuar contra quienes imponen la guerra en el Cauca, el Valle o cualquier parte del territorio nacional.