Para que el Tren de Cercanías empiece a ser una realidad es necesario asegurar su financiación. Si esos recursos no se consiguen, los estudios de prefactibilidad y factibilidad que ya concluyeron y le dieron el aval a uno de los proyectos más ambiciosos del Valle del Cauca, terminarán engavetados y convertidos en una nueva desilusión para la región.
La firma del compromiso entre el Gobierno Nacional, el Departamento del Valle y las administraciones locales de Cali, Jamundí y Yumbo, en el marco de la COP16, para impulsar las acciones que sean necesarias con el fin de garantizar la ejecución del primer tramo de este Tren de Cercanías es por ello positiva. La expectativa, como lo afirmó la Ministra de Transporte es que la cofinanciación esté lista los antes posible para que se pueda abrir la licitación entre mayo y junio de 2025.
Ahora comienza la que puede ser la etapa más compleja. Son 10,5 billones de pesos que se deberán gestionar para construir el tramo inicial de 23,14 kilómetros que unirá a Jamundí y Cali, un monto importante que aún no es claro de dónde saldrá. El Gobierno Nacional deberá ser el mayor aportante con el 70% de los recursos que se requieren, tal como lo determina la ley 310 de 1996 o ley de metros, que entre otros aspectos define cómo se financiarán los sistemas de transporte público de pasajeros. El 30% restante estará a cargo de los entes territoriales.
El Tren de Cercanías es una línea férrea que busca hacer más eficiente la comunicación entre Cali, Jamundí, Yumbo y Palmira, ciudades que conforman de facto un área metropolitana. Son miles de personas las que a diario viajan entre una y otra, que tienen a la capital del Valle como epicentro de actividades, y para las que se convirtió en un problema la movilización debido al caos vial que se forma a diario.
La solución se planteó hace décadas, pero hace apenas unos años se logró aunar esfuerzos, así como gestionar el apoyo internacional, para dar los primeros pasos. Gracias al trabajo mancomunado se realizaron los estudios de prefactibilidad y factibilidad que determinaron que el proyecto era viable. Se estaba a la espera del aval fiscal del Gobierno Nacional para comenzar a gestionar los recursos. El martes de esta semana se dio el paso hacia esa dirección con la firma del compromiso entre los gobiernos involucrados.
Es apenas el inicio. Lo más importante ahora es garantizar los $10,5 billones para la construcción del tramo inicial que llegará hasta el norte de Cali, pero a las siguientes administraciones locales, departamental y nacional les quedará la tarea de gestionar la financiación de las fases posteriores, es decir de los 50,3 kilómetros restantes. Que quede inconcluso el Tren de Cercanías se convertiría en el peor escenario para la región.
Las bondades del Tren están clarísimas. Además de disminuir en un 33% los tiempos de viaje entre las ciudades que atenderá, sus efectos serán directos en la competitividad departamental y en el medio ambiente porque se reducirán en 1,2 millones de toneladas las emisiones de dióxido de carbono. Pero sobre todo se le brindará mejor calidad de vida a cerca de tres millones de personas que viven en el área metropolitana. Por ellas hay que honrar el compromiso firmado esta semana para construir el Tren de Cercanías.