"...Su malestar es preciso: buscan empleo y no lo encuentran, temen por sus jubilaciones, saben que cualquier enfermedad los puede llevar a la tumba pues la seguridad social no funciona, y reciben constantes noticias de que tendrán que hacer más sacrificios pues la situación económica de España no mejora...".
Como si fuera un eco de la rebeldía de los jóvenes marroquíes y egipcios, la juventud española ha abarrotado las plazas públicas de Madrid y de varias ciudades de su país en un movimiento civil sui generis que parece no demandar nada, pero al mismo tiempo pide mucho.La consigna principal de centenares de miles de personas que se agolpan todos los días en las calles y que ya no son sólo jóvenes sino gente de toda condición generacional y social, lo dice todo: Democracia real ya. Gaseosa y concreta, posible en parte, pero imposible del todo, esta aspiración alude a muchas cosas y parte de una profunda insatisfacción de los ciudadanos con sus propias vidas. Está de fondo la situación económica. En españa hay 21% de desempleo, 45% entre los más jóvenes, además de duros recortes en gastos y la casi certeza de nuevos ajustes después de las elecciones. A esto se suma la posibilidad cierta de que miles de personas pierdan sus casas por no poder seguir pagando la hipoteca. Y para las elecciones de ayer, los dos partidos mayoritarios llevaron en sus listas candidatos acusados de hechos de corrupción. Todo lo cual ha generado un profundo cuestionamiento del estilo actual de hacer política. En medio de este desencanto, el movimiento 15M surge como catarsis ciudadana de indignación ante el manejo de la crisis y la forma en que se deciden los asuntos públicos. En resumen, muchos ciudadanos estaban disconformes y encontraron en el movimiento una opción para manifestar su descontento.Y, aunque no sea su propósito, la movilización tiene ya repercusiones entre los electores, hasta el punto de que las primeras informaciones reportan una dura derrota del Partido Socialista Español, lo mismo que una victoria clara para el opositor Partido Popular. Pero no se espera que los resultados cambien el ánimo de los manifestantes, pues ellos ni llamaron al boicot ni a la votación por uno cualquiera de los partidos en pugna. Su malestar es preciso: buscan empleo y no lo encuentran, temen por sus jubilaciones, saben que cualquier enfermedad los puede llevar a la tumba pues la seguridad social no funciona, y reciben constantes noticias de que tendrán que hacer más sacrificios pues la situación económica de España no mejora. Mientras tanto, la corrupción hace de las suyas y los corruptos no sólo no son sancionados, sino que siguen pidiendo votos como si nada. Cualquiera da los mismo, necesitamos un cambio real se lee en muchas pancartas mientras miles de descontentos van de un tenderete a otro en las plazas abarrotadas.Así las cosas, es fácil anticipar que el resultado de las elecciones regionales y municipales no tendrá mucho impacto en el ánimo de los manifestantes, quienes ya anunciaron que continuarán su movilización por lo menos hasta el domingo próximo. Y la realidad es que España está en la lista de los países obligados a un duro ajuste fiscal como consecuencia de la crisis financiera internacional.Los españoles tienen razón: gane quien gane, las cosas pueden empeorar. Hay razones para salir a la calle a protestar contra los errores y los abusos de sus dirigentes.