Las soluciones a la inseguridad y la violencia que padece la capital del Valle no aparecen. Una Policía Metropolitana en déficit, las autoridades locales que se ahogan entre las promesas incumplidas y la ineficiencia, los crímenes que crecen sin control, mientras la Nación permanece ausente. En medio de ello los caleños que son las víctimas diarias de lo que acontece en su ciudad.

En la semana que termina se hicieron virales en redes las imágenes de una abuela desconsolada luego de ser robada en un centro comercial. También las de un grupo de ladrones que fingen un accidente de tránsito para hurtar a los ocupantes de una camioneta. En un acto de intolerancia, un hombre patea a otro que se desplaza en una moto para quitarle la camiseta del equipo de fútbol contrario. Mientras se reportó el asesinato de una menor de 16 años, al parecer, a manos de su expareja sentimental.

Son apenas unos pocos ejemplos de las situaciones que a diario se viven en Cali y de la impotencia que siente su población frente a ellas y a la incapacidad de las autoridades para recuperar la ciudad, para devolverles la tranquilidad a los habitantes. Los hurtos personales aumentan, los actos de intolerancia provocan tragedias y será imposible bajar la tasa de homicidios a menos de 800 este año como lo prometió la Alcaldía. Al 7 de septiembre ya se contabilizaban 702 asesinatos.

La complejidad de las formas de violencia que padece la capital vallecaucana hace difícil controlarlas, si bien se debe reconocer el esfuerzo constante de la Fuerza Pública por combatir al crimen organizado y a la delincuencia común. Pero las condiciones no ayudan, como por ejemplo que la Policía Metropolitana de Cali opere con equipos que tienen obsolescencia de 10 años, que el déficit de vehículos para la institución no se resuelva o que apenas haya 6258 uniformados para cuidar una población de 2,5 millones de habitantes.

El incumplimiento de la Alcaldía se hace evidente con las cámaras de seguridad, que una y otra vez se ha comprometido a arreglar o a reemplazar. De 2031 que tiene toda la ciudad, 1200 están dañadas. Para tener una referencia, en algunas unidades residenciales hay sistemas de monitoreo hasta con 180 cámaras, el 10 % de todas aquellas con las que cuenta Cali.

La situación no parece tocar fondo. Se hicieron costumbre los tiroteos a plena luz del día, los ataques con granadas cada fin de semana, las batallas campales entre pandillas del Oriente y los robos en cada esquina, de cualquier calle. El 42 % de los caleños aseguran que fueron víctimas de un delito en el último año, el 86% se sienten inseguros y el 94% creen que la seguridad está empeorando según la encuesta Opinión Alcaldes 2023 de Invamer.

En medio de ello, la ciudad no encuentra el rumbo de su política pública de seguridad, ni consolida el modelo más efectivo, que debe ser a largo plazo y mostrar su articulación. Será deber de quien sea elegido como el próximo Alcalde sacar a la ciudad de la situación compleja en la que se encuentra, destinar los recursos necesarios y cohesionar a todos, en especial a la comunidad, para devolverle a Cali la esperanza y la tranquilidad.