El sector del café se mantiene como un renglón fundamental para la economía colombiana, que ha encontrado la estabilidad, entre otras razones, por la relación articulada de la Federación de Cafeteros y el Gobierno Nacional. Es una vinculación de más de un siglo, que tiene como fin primordial proteger a las familias y productores cafeteros así como garantizar la solidez del gremio, por lo cual no debería ponerse en riesgo por los vaivenes de la política o por situaciones que alteren la independencia del gremio.
La tensión entre el presidente Gustavo Petro y la Federación Nacional de Cafeteros quedó en evidencia el jueves anterior. El rechazo a la solicitud del mandatario colombiano de aplazar la Asamblea Extraordinaria en la que se elegiría al nuevo gerente general de la entidad provocó su molestia, lo llevó a descalificar al nombrado funcionario, así como a anunciar por sus redes sociales que los diálogos, a partir de ahora, los hará con las bases regionales cafeteras.
No se puede perder de vista que la Federación es una entidad de carácter privado y solidario, fundada en 1927 en respuesta a la necesidad de conformar un gremio fortalecido, que tomara las decisiones que favorecieran a los caficultores e impulsaran el crecimiento comercial, económico, social y tecnológico del que entonces se proyectaba como el producto agrícola más importante del país. Ahí están representados los Comités Departamentales y a través de ellos cerca de 540 mil familias que viven del cultivo, recolección y venta del grano en los mercados nacionales e internacionales.
Además de representar los intereses de los cafeteros colombianos, la Federación administra los recursos del Fondo Nacional del Café, financiados por el Estado para garantizar la estabilidad en tiempos de crisis, como cuando los precios internacionales bajan a niveles que no compensan los costos de producción. Esa es la razón para que el Gobierno Nacional pretenda intervenir en decisiones de la agremiación, como lo quiso hacer el presidente Gustavo Petro con la elección de Germán Bahamón Jaramillo, el nuevo gerente general.
Las confrontaciones no le hacen ningún bien a un sector que aún hoy tiene un peso importante en la economía del país e impulsa el crecimiento del empleo, así como el bienestar de las regiones productoras, incluido el Valle del Cauca donde hay 52.000 hectáreas sembradas en 30 municipios del departamento, y donde 23.000 familias viven del grano. El café colombiano es hoy reconocido como el de mejor calidad del mundo, lo que le agrega valor y beneficia a los asociados.
Son razones que llevan a pedir que se modere el tono, se abran los canales que permitan el diálogo y se genere un acercamiento entre quien ha sido designado para manejar el futuro de la Federación Nacional de Cafeteros y el Primer Mandatario de los colombianos. La misión debe ser una sola: trabajar unidos para asegurar el desarrollo y la expansión que garanticen la estabilidad de la caficultura nacional y de quienes dependen de ella.