El próximo alcalde de Cali no solo encontrará la ‘olla’ de las finanzas locales raspada. Deberá, además, hacerse cargo de unas deudas duplicadas en los recientes cuatro años, con obras iniciadas pero que no cuentan con el presupuesto apalancado para terminarlas, y con un margen de acción bastante limitado frente a las necesidades que tienen la ciudad y los caleños.

El último informe sobre las finanzas del Municipio presentado por la Unidad de Acción Vallecaucana (UAV), Cali Cómo Vamos y Mi Cali Contrata Bien, deja inquietudes que deberían ser resueltas. Según el documento, la capital del Valle tiene una deuda pública de $2,2 billones, de los cuales $1,2 billones corresponden a capital y $1 billón son intereses. Si bien $554.276 millones son de empréstitos adquiridos por el gobierno anterior, los restantes $650.000 millones tienen que ver con el cupo autorizado por el Concejo a la administración de Jorge Iván Ospina en 2020.

Se podría decir que esos endeudamientos son necesarios para sacar adelante los proyectos que requiere una urbe como Cali, con dos millones y medio de habitantes y unos atrasos en su desarrollo que impiden el progreso de la ciudad así como brindar a sus ciudadanos una calidad de vida mejor. Pero los cuestionamientos que se realizaron cuando el acuerdo del empréstito hacía trámite en el Concejo siguen vigentes y cobran actualidad cuando se ve el difícil panorama que enfrentará el próximo gobierno.

Si durante el debate en el Cabildo no hubo claridad sobre las inversiones que se realizarían con los dineros a prestar, ahora la duda es qué pasará con aquellas obras que se han iniciado con los desembolsos adelantados por los bancos y que no estarán finalizadas cuando termine el mandato de Ospina, el 31 de diciembre próximo. A la fecha las entidades financieras han entregado el 43 % de los recursos y se espera que en los próximos cuatro meses, en la medida en que los contratistas finalicen fases de los proyectos, se reciban los recursos restantes.

El asunto es que mientras los intereses bancarios corren y el pago a capital de la deuda por $2,2 billones es mínimo -en la actual Administración de apenas un 7 % del total, que equivale a $154.617 millones según el informe-, los caleños no alcanzarán a disfrutar en su totalidad el producto de esas inversiones multimillonarias. Por ejemplo, de los cinco ‘parques por la vida’, financiados con esos recursos, si acaso el del Bulevar de Oriente verá la luz. Es como si la ciudad repitiera lo de las Megaobras, varias de las cuales siguen inconclusas y otras sin siquiera arrancar o desechadas definitivamente.

No se ve muy claro ese futuro. El pago de los empréstitos está proyectado a nueve años, como quien dice que la obligación de responder no será exclusiva del próximo alcalde sino también del siguiente. No se trata de satanizar porque sí el endeudamiento público o de poner en tela de juicio la capacidad de la Alcaldía para tener un buen desempeño fiscal y cumplir con sus obligaciones.

Los caleños quieren contar con la seguridad de que las obras se terminen y que la ciudad no quede hipotecada o, peor aún, en quiebra e intervenida por no poder pagar su deuda pública.