En los últimos días, y a raíz de la polémica que desencadenó la intervención con materas de una vía que en el barrio San Fernando conduce hacia el Parque del Perro, el Director de Planeación Municipal ha informado sobre la intención del gobierno local de impulsar la construcción de tres bulevares cuyo costo supera los cien mil millones de pesos.

Por supuesto, la propuesta de modernizar la ciudad es siempre recomendable, en especial Cali, cuyo crecimiento desordenado y el aumento de su población se suman a la ausencia de una visión de largo plazo para resolver sus problemas. De hecho, hace doce años se autorizó la construcción de veintiún obras financiadas a través de la contribución de valorización que se justificaron en ese momento en la necesidad de tener una infraestructura adecuada a la ciudad de entonces.

Hoy se puede decir que esos proyectos no fueron bien planeados ni su esquema de financiación fue el adecuado, por lo cual sólo se ejecutaron 14 de ellas. Significa además que el atraso implica el aumento exponencial de los problemas que, según se afirmó entonces, se solucionarían con obras como la salida hacia la carretera al mar, uno de los grandes inconvenientes del tránsito en la capital vallecaucana.

De otra parte, Cali padece de una enorme crisis en su sistema de transporte que requiere de una inyección de recursos urgentes, en la medida en que es una solución para los caleños de menores recursos. A los problemas que arrastra desde sus inicios, se les sumaron los estragos que dejaron el vandalismo y la violencia, por lo cual hoy, el transporte público, una de las claves de la planeación urbana, se encuentra al borde del colapso y abunda el transporte informal.

Y qué decir de la red de semáforos, o del mal estado de la infraestructura vial, o de las limitaciones para ofrecer seguridad a los ciudadanos en la medida en que muchos de los Centros de Atención Integral fueron destruidos también por el vandalismo. Así, la lista de necesidades que sienten los caleños y a la cuales reclaman atención puede estirarse al infinito mientras las buenas intenciones de sus gobernantes se pierden en el abandono.

No obstante, el director de Planeación Municipal insiste en construir obras que además de no estar debidamente estudiadas y financiadas, no parecen ser parte de esas prioridades que reclaman y necesitan los habitantes de la capital vallecaucana. Cien mil millones de pesos se van a gastar en lo que el señor Roy Barreras ha denominado “urbanismo táctico”, lo que sumado a programas como la Manzana del Saber puede ascender a los quinientos mil millones de pesos que podrían usarse en resolver la crisis que padece Cali.

Todavía es tiempo de revisar esas decisiones para atender lo que la ciudad requiere y así poder planearle un futuro en el cual no queden obras inconclusas y se atienda sus prioridades. Y de convocar al Concejo Municipal y a todos los actores de la vida social para tratar de definir las prioridades para una ciudad cuyos habitantes padecen muchas dificultades distintas a las obras que le están anunciando.