La que termina es quizás la semana más difícil que ha debido afrontar el gobierno de Gustavo Petro desde que asumió el poder, el 7 de agosto de 2022.
El golpe más duro lo constituyó, sin duda, el hundimiento en el Congreso de la República del proyecto de reforma laboral. Pero no fue el único. También naufragaron en el Legislativo los proyectos que buscaban reglamentar el uso recreativo de la marihuana, el que planteaba una nueva política carcelaria y el que buscaba facilitar el sometimiento a la justicia de las bandas criminales.
Pero los reveses del Gobierno no tuvieron como escenario único el Congreso. A mediados de la semana se dio a conocer el dato de crecimiento de la economía del mes de abril y se supo que esta, por primera vez en dos años, se contrajo en un 0,78%.
Y además otra bandera del Mandatario, la amenaza de “sacar el pueblo a la calle” para defender las reformas, se la arrebató la oposición. Más de cien mil colombianos se tomaron las principales ciudades del país pero para protestar contra las políticas gubernamentales.
Esta serie de adversidades deberían obligar al gobierno a hacer un alto en el camino para analizar qué está fallando en su forma de actuar y tomar los correctivos del caso. El mensaje es claro: el país no está dispuesto a dejarse imponer unas reformas, que afectan la vida diaria de los ciudadanos, sin que se tengan en cuenta las observaciones de los técnicos en las diferentes materias ni las inquietudes ciudadanas.
Lo ocurrido con la reforma laboral es clara muestra de ello. Durante meses los gremios económicos, analistas, empresarios, académicos y hasta el propio Banco de la República advirtieron sobre los riesgos de aprobar la iniciativa tal como la presentó el gobierno.
Todos estos actores coincidieron en señalar que la reforma solo buscaba reforzar los derechos de los colombianos privilegiados que tienen un empleo formal, pero que no solucionaba los dos grandes problemas de nuestro mercado laboral: la informalidad y el desempleo.
A pesar de las claras advertencias, el Gobierno persistió en su empeño de imponer esa reforma laboral, calificada como antitécnica por varios analistas, con las consecuencias conocidas: ni siquiera alcanzó a debatirse en primer debate.
Es hora de que él Gobierno dé un timonazo. El primer paso para cambiar es recuperar las mayorías que llegó a tener en el Legislativo. Y para ello es indispensable morigerar sus reformas, escuchar las inquietudes de quienes tienen experiencia en los diferentes campos que abarcan esas propuestas y buscar consensos.
Las reformas que impulsa el gobierno tocan aspectos muy sensibles de la vida de los colombianos como la salud, el trabajo y las pensiones. Por ello, no se pueden aprobar de espaldas al país.
Si el presidente Petro no se deja llevar por la arrogancia con la que ha reaccionado frente a estos reveses, y actúa con pragmatismo y cabeza fría, entenderá que es la hora de recomponer el camino.