El centro de Cali está caldeado. Los últimos días han sido de protestas tanto de los comerciantes, como de los vendedores ambulantes. Los primeros se resisten a la semipeatonalización que implementa la Alcaldía como una manera de devolverle espacios a los ciudadanos; los segundos por los controles recientes y los decomisos de mercancías prohibidas: pólvora, licor adulterado.

Detrás de la crispación coyuntural del Centro se oculta, sin embargo, un atraso en su infraestructura de 50 años que explica el caos de hoy. El Centro, génesis de Cali, comenzó a crecer a partir de la Plaza Central de Mercado. Con ella surgieron cantinas, billares, el barrio El Calvario, el Obrero. Los que tenían recursos y vivían alrededor de la Plaza de Cayzedo se fueron de ese agite hacia barrios aledaños como San Antonio, El Peñón, La Merced, Santa Teresita.

Con la llegada de los Juegos Panamericanos en 1971 se hicieron grandes obras, como la construcción del edificio de la Gobernación o el CAM. Fue hasta ese momento cuando el Centro tuvo un desarrollo organizado, pensado. Desde entonces, hace 50 años, la zona se fue llenando de locales en cualquier parte, así como de vendedores estacionarios, sin ningún control. Las calles son las mismas de hace cinco décadas, así como las conexiones eléctricas y el alcantarillado. De ahí que es evidente que esta zona, considerada el corazón de Cali, requiere de un proyecto de renovación urbana urgente.

Además de los recursos, algunos garantizados, lo que se necesita es que la ciudad se ponga de acuerdo en cómo será esa transformación, en una conversación que debe incluir a los gremios de comerciantes, a los sindicatos de vendedores informales, a los veedores ciudadanos, a la Alcaldía. Una conversación que ilumine cómo será el cambio del Centro y se evite así las protestas, los estallidos, por las transformaciones que se requieren y que también, al principio, asustan, pero que a futuro generarán grandes réditos. El Centro de hecho es la zona con mayor potencial turístico de Cali.

Esa mesa donde deberán estar todos los actores se requiere que empiece a funcionar ya, pues desde el primer semestre de 2025 se comenzará a hacer realidad la renovación del Centro, con la entrega, en marzo, del búnker de la Fiscalía, lo que cambiará no solo el paisaje de hoy de la Carrera Diez, sino la cotidianidad y dinámicas del sector.

Otro proyecto clave es la estación central del MÍO, que, en teoría, o por lo menos esa es la responsabilidad de la Alcaldía, la licitación para su construcción deberá quedar adjudicada en el primer semestre del año entrante. Y a ello hay que sumarle el plan de renovación urbana Ciudad Paraíso, que incluye centros comerciales y torres de apartamentos, además del plan parcial San Pascual.

Todo ello, de hacerse realidad, pondrá al Centro como eje central de Cali, uno que deberá estar en sintonía con los cambios en tiempos de cambio climático: los centros de las ciudades son para disfrutarlos, gozarlos, a pie, pero hay que ponerse de acuerdo en cómo lograrlo.