Ya es oficial. Luego de tres años de una Niña que provocó lluvias intensas, inundaciones y temperaturas más bajas, su contraparte, El Niño, llegó con posibilidad de permanecer hasta el 2027. La recomendación es prepararse para calores extremos, posibles sequías y precipitaciones causadas por los altos niveles de condensación atmosférica que se producirán.
Tanto la Organización Meteorológica Mundial como la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos, confirmaron que a partir de este mes de junio comenzará un Niño bastante fuerte, debido al sobrecalentamiento de las aguas tropicales del Océano Pacífico, que se puede extender por tres meses o hasta por cuatro años. La influencia del cambio climático estaría contribuyendo a que esos eventos naturales, usuales por demás, tengan ahora una mayor fuerza y duren más tiempo.
Las manifestaciones de esas altas temperaturas ya comenzaron, como se ha sentido por ejemplo en el norte de Colombia o con los incendios forestales que arrasan millones de hectáreas de bosques en Canadá. A medida que avance el verano, aún incipiente, se prevé que se intensifique el calor, pero las advertencias de las agencias meteorológicas van más allá y calculan que en alguno de los siguientes cuatro años los termómetros pueden subir 1,5 grados centígrados por encima del promedio de la era preindustrial.
¿Qué puede significar este nuevo fenómeno de El Niño para Colombia? Para el país se espera una época de calor intenso, con sequías probables en el centro de la región Andina y el Caribe. Por esa razón el mayor impacto lo sentiría el sector agropecuario nacional con consecuencias económicas que se reflejarían a corto y mediano plazo. Así mismo, sería previsible, de confirmarse la fuerza del evento climático en los próximos meses, que se afecten los niveles de las fuentes hídricas, incluidos los embalses hidroeléctricos, lo que conllevaría la posibilidad de racionamientos de agua y energía.
Contrarrestar los efectos del calor extremo no es tarea fácil, pero sí hay recomendaciones que los colombianos pueden seguir para reducir su afectación. La más importante es hacer un uso racional de los recursos naturales, cuidar el consumo de agua potable y también de la energía eléctrica, de esa manera se contribuiría a mantener por mayor tiempo la capacidad de los ríos y embalses.
Si hay un daño que provocan los veranos extremos en Colombia, como lo padecen con frecuencia Cali y el Valle, son los incendios forestales, que se llevan cientos de hectáreas de bosques, así como la vida que albergan. Como se sabe, su recuperación puede tardar décadas o siglos, por lo que la pérdida ambiental se torna incalculable. Las recomendaciones son las de siempre: ser precavidos para no causar conflagraciones por descuido, así como estar atentos de manos criminales que las provoquen intencionalmente.
La nueva realidad del Planeta, como se anuncia desde hace lustros, es que fenómenos como La Niña o El Niño sean cada vez más fuertes, se extiendan y causen mayores estragos. Con ellos deberá vivir la humanidad y adaptarse a la fuerza para sobrevivir, si no encuentra pronto el camino definitivo para detener su parte de responsabilidad en ese cambio climático que ocasiona el calentamiento global y provoca eventos naturales extremos.