Cali COP16
La COP16 celebra la defensa de la biodiversidad: historias de guardianes de la naturaleza y creatividad artística con Floresmila, la nueva gata del río
El Bulevar del Río y sus alrededores tienen por estos días de COP16 como protagonistas a personas que han hecho del cuidado de los bosques y de las especies su misión de vida.
Lasta las gatas se quieren escapar del río Cali para darse un paseo por el Bulevar. Pero solo una, recién nacida de las manos de la artista Henny Rosero, pudo darse ese lujo. Es la gata Floresmila COP16, presentada ayer ante caleños e ilustres visitantes. Lea también: Emprendedores de la Zona Verde y el circuito CAR entregaron balance positivo el segundo día de la COP16
“Representa la esencia del bosque que expande la vida y celebra la defensa de la biodiversidad, así como la transformación de una ciudad más consciente de su planeta”, ha dicho la artista sobre su creación, que hace parte del proyecto de arte urbano Las Gatas del Río, de la Cámara de Comercio de Cali, nacido en el 2006.
Recorrer la Zona Verde de la COP16 es encontrarse con historias de personas que han hecho del cuidado de la naturaleza y la conservación de las especies su misión y razón de vida. Es el caso de Hernando Rodríguez Pérez, quien cuenta a transeúntes del Bulevar del Río su historia, la de una finca ganadera que tenía en Villagarzón, Putumayo, y que no tardó en convertirla en una Reserva Natural, El Escondite.
Y lo que antes vio como un negocio con sus cabezas de ganado, hoy es un santuario, de 130 hectáreas, de variedad de flora y fauna, en el que trabaja con sus propias manos por recuperar la biodiversidad y conservarla. Su stand está lleno de fotografías que los visitantes le donan de cada una de las especies que se cruzan en sus experiencias de senderismo y avistamiento de aves —hay 384 especies registradas—.
“Yo compré esta tierra para hacer ganadería, pero después entendí que la misión mía era conservar el bosque, y lo hice en colaboración con las aves, los micos, los murciélagos, que son la mano de obra. Con cámaras trampa hemos detectado animales como el yaguarundí, oso hormiguero, cusumbo, tigrillo, venado y armadillo”, cuenta este guardián de la naturaleza, quien ha obtenido colaboraciones de diversas entidades, y al participar en proyectos, ha recibido ayudas y visitas de científicos.
Le puede interesar: Centro de Cali se abre al mundo; lista la agenda del primer día en la Zona Verde
“Aún falta que nos conozcan más- dice. Y no es una misión imposible, como creen algunos colombianos, de Cali a Puerto Asís hay vuelos diarios, y de Puerto Asís a la Reserva son 40 minutos. Hay una cabaña para ocho personas, que pueden hospedarse allá y comer.
Otra guardiana verde es Liliana Delgado, gestora comercial regional de la Asociación de Mujeres Emprendedoras Ayakuná. “Las mujeres siempre hemos sido cuidadoras de nuestros hogares, de nuestros hijos, de nuestra tierra y nos dimos cuenta de que nos estábamos quedando sin Amazonía y que podíamos hacer bioeconomía con los productos no maderables”.
Es así como ella y otras guardianas cumplen labores de “cosecha, transformación, proceso y producción de mermeladas y serums de copoazú y asaí (frutos amazónicos), monitoreo comunitario y conservación de todos estos espacios de los cananguchales —bosques dominados por palmas gigantes (Mauritia flexuosa)—, empoderamos mujeres de la región y somos formadoras de niños y niñas en el cuidado ambiental.
Son más de 70 mujeres de una zona de Caquetá, en Belén de los Andaquíes, al sur del departamento. Hay productoras, asociadas urbanas, voluntarias y profesionales no empleadas, todas trabajando por un bien común. Hay biólogas; ingenieras agroecólogas, ambientales, forestales, de alimentos; Liliana es administradora financiera, y hay quienes no tienen ningún tipo de estudios, pero aportan su trabajo y conocimiento empírico.
También hay entre los empresarios de ciudad quienes toman conciencia de la importancia de no generar huella ambiental, es el caso de unos socios de una empresa palmirana quienes se unieron para crear bolsas biodegradables, a base de almidón de yuca: Nadpacking, cuyo lema es ‘100 % naturales, de Colombia para el mundo’. “Son bolsas compostables, se descomponen entre 180 días directamente en la tierra. Son amigables con el medio ambiente. Si van al mar o a los ríos, los peces se las pueden comer y no tienen ningún problema de salud. Manejamos las bolsas para recoger los residuos de los perritos, se pueden arrojar al sanitario o directamente al campo, y se descomponen. Se surten los supermercados, farmacias, viveros, oficinas”, dice un vocero. Esta empresa vallecaucana ha recibido varios reconocimientos y ha sido finalista de premios nacionales e internacionales.
En el caso de John Ortega, el sueño verde llegó volando... en las alas de sus amadas mariposas. Dice que Colombia es el país con mayor diversidad de ellas —hay 3.787 registradas—. El líder del proyecto Tierra Santa, dedicado a la zoocría de mariposas, empezó a los 15 años recolectando plantas medicinales en el bosque, que vendía en manojos, en el mercado de granos, en Barranquilla, a $200.
Armó su primer herbario, colectando las hojas de las plantas, “los campesinos me daban los nombres comunes y yo investigaba los científicos”. Llegó el punto en que ya de solo ver un árbol, sabía su descripción. Se fue especializando en las especies de flora y fauna del bosque seco tropical. Un día descubrió que cada mariposa escoge una planta para depositar sus huevos. Se apasionó por capturarlas en fotos, hizo parte de guías naturales y ha publicado en el Museo de Ciencias Naturales de Chicago, dicta clases para diferentes universidades, y hasta los científicos lo consultan para dar con el nombre de una especie. Con muchos premios a su haber, justamente gracias a uno, logró capacitarse y construir su propio mariposario.