Cinco interrogantes que deja el atentado en la Escuela de Policía de Bogotá

Más de dos años después del último ataque terrorista que recuerde el país, la zozobra y la sensación de inseguridad retornaron ayer con el ataque perpetrado en la Escuela de Policía General Santander.

Un hecho que, aunque aún confuso, genera el temor de que el país pueda retornar a esos días de terror y de que se repitan atentados como el de ayer en Bogotá, que dejó el saldo trágico de 11 muertos y 87 heridos , además de varias dudas.

Para el analista político Jorge Luis Yarce Tamayo, a la luz de cualquier grupo terrorista el haber dado un golpe en el corazón de la Policía Nacional sería motivo para salir a vanagloriarse, pero hasta el momento nadie se ha reivindicado el ataque. “Sin embargo, me llamó la atención el tuit del Frente Urbano del ELN publicado el día anterior: ‘Algo sucederá en el calor de esta ciudad; un estallido de mujeres y hombres que se empezarán a organizar para empezar a sacar tanta maleza en este gran jardín de flores rojas’. ¿Será coincidencia que haya estallado justo en medio de dormitorios de hombres y mujeres de la Policía Nacional? Si el ataque fue de grupos al margen de la ley, sería gravísimo porque sería una reivindicación de fuerzas y una declaración contundente de que no hay vocación de acuerdos de paz y que están en pie de guerra y demostrando capacidad de daño”.

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Es difícil conocer el propósito, aseguró el también analista Diego Luis Sánchez, porque no tenemos datos precisos del autor; “pero el lugar y la fecha elegida tienen una connotación particular porque es el corazón de la Policía Nacional, la cuna de todos los oficiales de la Policía y han golpeado el punto neurálgico de la institucionalidad; ayer se realizaban condecoraciones y ascensos, pero también se alistaban marchas en Bogotá contra el Esmad, que es un cuerpo de la Policía, pero repito que sin autor es difícil conocer las motivaciones”.

Coinciden los expertos consultados en que los grupos armados con la capacidad de perpetrar este hecho son el ELN, las disidencias de las Farc, el narcotráfico y el Clan del Golfo.

Víctor de Currea Lugo, experto en conflicto armado, indicó que “es posible que haya sido el ELN, a pesar de que ‘Pablo Beltrán’ informó que no hay una orientación del comando central en el sentido de realizar ese tipo de atentados, pero se debe esperar una confirmación. Sin embargo, el ELN no puede ser descartado, pero tampoco los demás que también tienen historial”.

Aseguran los expertos que es difícil predecir una situación como estas, pero hubo varias fallas. La primera, dicen, un error de inteligencia que no tuvo la capacidad de prever que esto sucediera; segundo, una falla en el control físico de acceso a la Escuela que no es suficientemente sólido y, tercero, no hubo una eficiente reacción para impedir que el carro ingresara más allá y el enemigo, dicen, aplicó el factor sorpresa. “Quien diseñó este atentado sabe algo de ciencias militares”, dijo John Marulanda, consultor en Seguridad y Defensa.

En Colombia y América Latina no hay vocación suicida para estas cosas; no tenemos la cultura ni la tradición, dice Marulanda. “El último suicida reconocido por una causa en Colombia fue Ricaurte en San Mateo, que dicen que se voló para que el polvorín no cayera en manos realistas en 1820. Yo creo que en este caso fue algo más de una decisión de urgencia, porque ya se vio descubierto el autor y no tenía como retroceder”.

El presunto autor material del atentado terrorista en la Escuela de Cadetes en Bogotá es José Aldemar Rojas Rodríguez, un hombre de 56 años nacido en Puerto Boyacá, Boyacá el 13 de mayo de 1962.

De acuerdo con la Fiscalía General, Rojas Rodríguez era el conductor de la camioneta Nissan Patrol modelo 1993 que irrumpió ayer en la Escuela de Policía General Santander sobre las 9:30 a.m.

Informes de Inteligencia aseguran que hizo parte del Frente 10 de las Farc, que pasó luego al Frente 45 de esa organización guerrillera y que ahora estaba en el departamento de Arauca, donde el control ilegal lo tiene la guerrilla del ELN.

Alias Mocho Kiko, como lo reconocen, estaba radicado en el municipio de Cubará, en Boyacá, y era notoria su presencia en Saravena (Arauca), una localidad a solo 40 minutos de su residencia.

El atentado más reciente y de gran impacto en el país fue el ocurrido en el Centro Comercial Andino, de Bogotá, ocurrido el 17 de junio de 2017.
Ese día tres mujeres murieron, una de ellas, de nacionalidad francesa, mientras que otras siete personas quedaron heridas.

La Fiscalía General de la Nación le atribuyó el atentado al Movimiento Revolucionario Popular (MRP). Las pesquisas hechas en Bogotá y El Espinal (Tolima) terminaron con la captura de diez personas.

En 2010 el país se sacudió con el atentado a la sede de Caracol Radio, ubicada sobre la Carrera Séptima. Fue realizado con un carro bomba cargado con 50 kilos de anfo y un cilindro de gas. Las autoridades aseguraron que el explosivo fue activado al parecer mediante un teléfono celular.

Tras la muerte del ‘Mono Jojoy’, jefe militar de las Farc, y de la incautación de sus computadores, el Gobierno determinó que el ataque había sido llevado a cabo por ese grupo subversivo.

Pero no solo la capital del país ha sufrido los estragos de la guerra. En Cali tres atentados contra las sedes de sus instituciones insignia conmocionaron al país.

En 2006 fue detonada una carretilla bomba frente a la sede de la Sijín; en 2007, un carro bomba explotó frente al Comando de la Policía Metropolitana y en 2008 el ataque fue contra la sede del Palacio de Justicia.

Los tres hechos fueron atribuidos a la extinta guerrilla de las Farc y específicamente en el último se responsabilizó al Frente Manuel Cepeda Vargas de ese grupo subversivo.