MUSEO LA TERTULIA
"Mis fotografías no están hechas para odiar": Jesús Abad Colorado sobre 'El Testigo'
El fotógrafo colombiano Jesús Abad Colorado habla de ‘El Testigo’, la exposición que todos pueden visitar desde ya en el Museo La Tertulia.
A Jesús Abad Colorado le ha tocado ver los momentos más difíciles de la historia reciente del conflicto armado en Colombia a través del lente de su cámara, y aún así, se levantó y decidió seguir retratando este país.
En su carrera ha capturado momentos tan dolorosos que no pueden ser vistos ni siquiera en la exposición ‘El Testigo’, la cual recoge más de 500 fotografías de su obra y que llegó al Museo La Tertulia de Cali después de un éxito rotundo en Bogotá, donde ha estado abierta al público en el Claustro San Agustín.
‘Chucho’, como le gusta que le llamen después de que alguien le dice “Señor” o ‘’Jesús”, retrató para siempre momentos como la masacre de Bojayá, Chocó; las Operaciones Orión y Génesis, y el Proceso de Paz con las Farc.
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Abad le ha mostrado a Colombia y al mundo entero los que son, quizá, los rostros de los perdedores de este extenso e interminable conflicto que ha desembocado en secuestros, desapariciones forzadas, masacres, atentados y al atropello de una cantidad incalculable de Derechos Humanos.
A pesar de la crudeza de muchas de sus fotografías, ‘Chucho’ dice que son completamente necesarias, porque si él no las hubiera tomado, nadie habría creído que, en verdad, esos hechos sucedieron.
Pero cómo hacer para seguir retratando a las víctimas, el conflicto y la guerra. Cómo hacer para continuar. Abad nos cuenta en esta entrevista detalles de su trabajo, sus motivaciones y las secuelas que le ha dejado su carrera en búsqueda de la reconciliación y la paz en Colombia desde las montañas, las trochas, los pueblos y los rostros más olvidados y golpeados.
Hay una frase suya dentro de la exposición, y dice que usted no sabe quién es Caín y quién es Abel en Colombia. ¿Esa pregunta todavía lo atormenta? ¿Sigue sin saber cuál es cuál en esta tierra?
Yo sigo ratificado en esa afirmación porque aquí hay personas que dicen: “Los buenos somos más”, y eso no es así. En este país conozco personas que fueron victimarias a las cuales lo que les faltó fue educación, amor y un proyecto de vida. Conozco muchas personas de la extrema derecha y la extrema izquierda que fueron afectados y que yo estoy seguro que si se les diera una posibilidad, una oportunidad de construir un proyecto personal distinto, se integrarían a la sociedad para jalonar un proyecto de país distinto que tanto anhelamos. Para mí es muy importante, en las fotografías y en muchos de esos registros que hay acá, mostrar que ese rostro de los otros es nuestro propio rostro; es el de un país pluriétnico, multicultural, diverso, con todas las oportunidades para ser un país potencia. Lastimosamente este es un país racista y clasista. Este es un país en el que a los indígenas y a los afro los excluimos y los tiramos a los lugares más apartados.
En su estilo fotográfico se destaca mucho el uso del blanco y negro. ¿Cuál es la intención a la hora de utilizar este recurso?
Mire, yo he utilizado mucho más el blanco y negro en situaciones de violencia, por respeto. Me parece que el color es demasiado fuerte y agrede. Yo lo dejo más para actos festivos. Sin embargo, aquí en la exposición hay algunos retratos a color de situaciones de violencia y lo hago por el mensaje que hay. En una de ellas, por ejemplo, está una mujer con la mano levantada mientras sostiene la foto de Aquileo Mechehe, un maestro asesinado el pasdo 12 de abril por paramilitares. Esa mujer es indígena, y su esposo era el alma de una comunidad.
¿Qué análisis hace de todos estos años tomando fotos en tantos lugares de Colombia? ¿Cómo ve el país hoy y su diferencia con el que retrataba años atrás?
Es muy triste pensar en esta reflexión, mire, yo perdí a mis abuelos, perdí a un tío, tengo dos primos desaparecidos, sin embargo, tengo que aprender también de esa esperanza, del perdón. Mi trabajo fotográfico no está hecho para odiar. Después de tantos años y de haber visto tantos dolores, yo sigo trabajando porque no puedo perder la esperanza. Cada vez que salgo a trabajar y que conozco ese montón de hombres y mujeres líderes de este país que resisten y siguen con sus proyectos adelante, ellos me dan a mí fuerza para continuar.
Yo creo que uno no trabaja pensando que las cosas van a cambiar al día siguiente. Tengo que honrar, sobre todo, la vida de las personas del campo porque ellos han tenido valentía y fuerza. Si este país no se desbarató fue por ellos. La gente del campo.
¿A qué le apuesta usted con esta exposición?
Esta exposición también es una apuesta política, pero no politiquera. Es una apuesta por la vida, ese es mi compromiso como periodista. Yo no trabajo para ningún grupo. Llevo ya casi 19 años de caminar solo, dejando un testimonio para que nos podamos mirar en él y entender que este país ha tenido muchos dolores, pero también tiene mucha esperanza, la cual puedo ver en la dignidad de cada uno esos cientos de retratos.
Algo muy particular en las fotografías que recoge ‘El Testigo’, y es que las personas que están allí retratadas no demuestran odio en su mirada a pesar del gran sufrimiento por el que han pasado, ¿qué le dice eso a usted?
En esta exposición fotográfica lo que estoy buscando es que la gente de las ciudades de todo el país entiendan un poco quiénes han sido los perdedores en el conflicto. Los perdedores que yo conozco, las víctimas de la violencia, no son personas que guardan odio en su corazón o sed de venganza.
Y lo digo porque en mi propia familia en muchos momentos fuimos víctimas de toda esta violencia. Tengo familiares desaparecidos y asesinados, y sin embargo esta experiencia, caminar este país, me dice que la gente no quiere odiar. La gente lo que quiere es vivir en paz, recuperar la tranquilidad de sus proyectos de vida, no tener que ser desplazados, pero en este país muchas personas que fueron humilladas y ofendidas no han podido retornar a sus tierras y lo que añoran es que el sueño de una vida digna sea para todos.
Lastimosamente hay corrientes políticas y hasta grupos religiosos que siembran mucho odio. Y muchas personas que viven en la comodidad de las ciudades hoy son las que todavía continúan persistiendo con su sed de venganza, con su lenguaje de odio, el cual se traduce en balas en el campo.
Ha tenido que registrar varios procesos de paz y mesas de negociación muy criticadas por la opinión pública...
Es muy particular. Yo registré procesos de paz con milicias urbanas, grupos guerrilleros y paramilitares. El último fue el de las Farc. Estuve ahí para dejar un testimonio. Es muy preocupante que en este país nos dividamos de una forma tan mezquina si hay una negociación. Todo lo que signifique salvar vidas es importante para mí, porque los que mueren son desplazados y los que pierden la tierra, generalmente, son esos hijos e hijas de campesinos. Por eso siempre le voy a apostar a un proceso de paz. Es triste que algunos expresidentes que en algún momento intentaron hacer procesos de paz, hoy rechacen esa misma idea. Este es un país con mucha envidia hasta entre los mismos dirigentes. Como periodista siempre he trabajado pensando en que esa horrible noche de la violencia tiene que llegar a su fin.
Esta exposición ha hecho reflexionar a muchísima gente que nunca ha sido afectada directamente por el conflicto, pero ver gran parte de su obra reunida y la aceptación de la gente, ¿también le cambió la vida a usted?
Ha sido muy importante este trabajo porque le estamos enviando un mensaje al país. Muchas personas se han acercado a agradecerme e, incluso, a pedirme perdón. Es muy triste escuchar personas que me dicen: “Yo no sabía lo que era la guerra en Colombia. Solamente vengo a darme cuenta de la magnitud porque me estoy enfrentando a todos estos retratos”. Cuando esas personas se me acercan, entiendo que valió la pena toda esta apuesta. He podido entender que estoy trabajando para construir un presente y un futuro distinto en el que entendamos que todos tenemos una responsabilidad. Lo que quiero es que podamos sentir que podemos hacer algo mejor por este país. En esta exposición pongo en manifiesto muchas caras que a veces la gente no quiere ver porque se tapan los ojos y oídos para no escuchar los lamentos que está pidiendo paz hace mucho tiempo.
Hay momentos muy bellos en esta exposición, como la firma del acuerdo de paz o la sonrisa de un exguerrillero en una zona veredal en Tierra Alta, Córdoba, pero han sido más los difíciles. ¿Cómo ha hecho para no desfallecer ante tanto dolor?
Yo he caminado en este país buscando los ángulos más dignos y humanos, incluso, cuando me ha tocado mirar a quienes han sido los victimarios. Pero a la par también he caminado para conocer esta geografía desde la esperanza. Cada vez que salgo a trabajar, dialogo con los maestros, con los líderes y con la gente que trabaja la tierra, y usted no sabe la cantidad de esperanza que me regalan, por eso sigo sonriendo. Yo no dejo de asombrarme con el vuelo de una mariposa, ni con un anochecer, ni con los primeros frutos que da la tierra. Aquí hay demasiadas historias de vida que le están apostando a construir un país diferentes. Son ellos los que me dan la fuerza y la valentía. Atrás también he tenido siempre un abrazo que cada vez se multiplica más en Colombia.
En detalle
- De acuerdo con María Belén Sáez de Ibarra, curadora de la exposición, con el archivo fotográfico de Abad se hubieran podido hacer siete exposiciones como esta que ya se encuentra abierta al público en el edificio de la colección del Museo La Tertulia.
- La exposición tiene cuatro temáticas: ‘Tierra callada’, que habla del desplazamiento; ‘No hay tinieblas que la luz no venza’, que va sobre la desaparición forzada; ‘Y aún así, me levantaré’, sobre la violencia civil; y ‘Pongo mis manos en las tuyas’, acerca de la reconciliación.
- ‘El Testigo’ recoge gran parte del trabajo fotográfico que Abad realizó entre 1992 y 2019 en Colombia.
- Sáez admite que realizar la curaduría de esta exposición junto a Abad los golpeó bastante emocionalmente por la crudeza de muchas realidades.
- El proceso de selección de las fografías fue una labor que se demoró al rededor de tres meses.
- La obra de Abad dio, incluso, para un documental que lleva el mismo nombre de la exposición, en el cual el fotógrafo visita a varias de las personas que retrató.
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