NIÑOS
¿Su niño no quiere leer? Ojo: puede tener dislexia
No identificar de forma correcta las letras, adivinar las palabras, no comprender textos, algunas señales.
No identificar de forma correcta las letras, adivinar las palabras, no comprender textos, algunas señales.
Desarrollar un proceso de lecto-escritura en la infancia es fundamental. Esta habilidad se va mejorando a lo largo de la vida, pero existen ocasiones que por diferentes factores se adquiere de forma un poco más lenta de lo normal. La dislexia puede ser uno de esas causas.
Este trastorno se presenta mucho más de lo que parece, pero, irónicamente, su diagnóstico no es tan común y puede ser tardío, ya que suele confundirse con otros problemas de aprendizaje o conductuales. Así le ocurrió a la cantante Olga Tañón que recientemente en un video en Instagram contó que solo supo que sufría de dislexia después de los 30 años, “y para mí fue muy triste, porque yo me ocultaba para leer y para escribir. En muchas ocasiones rompí muchas de las canciones” porque decía que ella escribía y leía mal las palabras.
El pasado 8 de noviembre se conmemoró el Día Mundial de la Dislexia, que ayuda a darle mayor visibilidad a este problema que muchos niños sufren y que no es detectado a tiempo, por lo que termina marcando de manera significativa sus vidas.
De acuerdo con cifras de la Organización Internacional de Dislexia y otras dificultades Específicas del Aprendizaje, OIDEA, la dislexia afecta alrededor del 10% de la población, y a un 4% de forma más severa.
¿Qué es la dislexia?
Para algunos niños (o adultos no diagnosticados) leer se convierte en un proceso tedioso y agotador, porque las letras bailan ante sus ojos y cambian de posición o simplemente, algunas de ellas desaparecen. Para expertos, la dislexia se define puntualmente como una dificultad en el proceso de aprendizaje, pero “desde términos neurológicos se debe aplicar solamente a casos en los que se produce algún tipo de disfunción cerebral”, explica la doctora Amanda Solano, fonoaudióloga del Hospital Infantil Universitario de San José, de Bogotá.
Este trastorno no solo afecta la lectura, sino el proceso de escritura, ya que ambos están directamente relacionados, pues para escribir se debe aprender primero a leer.
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Cada proceso y ritmo de aprendizaje es diferente para los estudiantes, pero cuando existe algún problema mucho más notorio y tardío se debe comenzar a trabajar en conjunto para comprender qué ocurre en el niño y así brindar el mejor camino educativo que se adapte a sus necesidades.
La dislexia debe ser diagnosticada por profesionales de la salud de diferentes disciplinas (como, por ejemplo, psiquiatría, fonoaudiología, terapia ocupacional, neuropsicología y psicología), ya que este desorden puede clasificarse dentro de dos causales que, la doctora Solano describe así:
- Dislexia adquirida: Cuando ocurre una lesión neurológica que hizo que se desarrollara este problema.
- Dislexia evolutiva: Es el trastorno del lenguaje que no se trató desde la niñez, pero se fue adaptando con el tiempo, pero quedaron algunas fallas (no tan marcadas) como no poder comprender bien la información, el cambio de letras, entre otros.
Esta alteración se puede presentar en diferentes grados, es por esto que cada proceso es único y el tratamiento debe adaptarse a cada paciente. Su diagnóstico temprano ayuda a alivianar la educación de quien la padece, ya que al brindarle herramientas permite que su proceso adaptativo sea más sencillo, y con el manejo adecuado, puede disminuir los síntomas, ya que no tiene cura.
También se debe romper el mito de que esta alteración va empeorando con el tiempo si no es tratada o diagnosticada desde edades tempranas, lo que realmente pasa es que “a medida que crece la demanda educativa el problema va a ser mayor. No es que cada vez el niño tenga más dificultades. Tiene las mismas, pero el nivel educativo va a exigirle más. No es algo que se empeora, no tiene una involución”, aseguró la fonoaudióloga.
Síntomas
“Desde edades muy tempranas, se puede identificar, ya que el niño comienza a expresarlo: no quiere escribir, no quiere leer, así comenzamos a sospecharlo. Adicional a esto, a nivel emocional, presentan un aburrimiento de escribir, no quiere asistir a clases, expresa frases como ‘no me gusta la clase de español’, por ejemplo, que permite identificar que existe un problema”, explica Andrea Martín, psicóloga directora del Learning Center y Bienestar del Colegio Monterrosales.
Desde que comienzan a notarse estos problemas es necesario trabajar en conjunto entre maestros, colegio, familia del estudiante y profesionales de la salud para determinar si padece este trastorno y en qué grado se encuentra.
Esta perturbación puede confundirse con otras, ya sea de tipo conductual o cognitiva, como por ejemplo el TDH (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad). Allí radica la importancia de ser evaluado médicamente por un experto, ya que logra identificar lo que se conoce como síntomas clínicos de la dislexia.
Entre algunos signos están:
- Fallas en la percepción: es decir, no logran identificar de manera correcta las letras.
- Cambia la direccionalidad de la letra, por ejemplo, ven una ‘p’ como una ‘b’.
- Complicaciones para reconocer las palabras.
- No logra la lectura completa de la palabra o una frase: la realiza de manera imprecisa, lenta o altera los signos de puntuación.
- Adivinan las palabras.
- Dificultades específicas en la compresión del texto que están leyendo, de acuerdo a la edad.
- Fallas ortográficas, gramaticales.
- Organizan mal los textos.
- En la lógica matemática: no pueden entender datos numéricos, ni asociar información relacionadas con los números, tampoco hacer cálculos mentales que permitan resolver el problema planteado.
- Confusión entre la derecha y la izquierda, acompañada de torpeza motriz para ejercicios relacionados con la grafía.
- Lentitud y falta de ritmo en la lectura.
- Dificultad para retener secuencias sencillas como los meses del año, los días de la semana o el orden de las letras el alfabeto.
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En algunos casos, niños que padecen esta dificultad de lenguaje pueden presentar otros trastornos como inquietud motora, dificultad para concentrarse en un estímulo, entre otros. Por eso la importancia de que este desorden sea diagnosticado desde una perspectiva multidisciplinar.
Por lo tanto, un niño con este trastorno tiene grandes dificultades para leer y escribir ya que su cerebro procesa la información de manera diferente “no tienen conciencia de estar confundiendo las palabras hasta que se lo hacemos ver, una vez entienden que la forma en que leen/escriben es diferente al resto y debe corregirse suelen sentir desde incertidumbre, porque no lo entienden, hasta inseguridad y vergüenza.
Por ello la dislexia debe trabajarse a nivel educativo, pero también emocional”, Asegura Rosa Domínguez Martín, Licenciada en Pedagogía y Doctora en Educación de la Universidad Internacional de Valencia.
Tratamiento
El mejor momento para comenzar a trabajar este trastorno es desde la niñez. Es por esto que los docentes comienzan a ser parte de la primera línea para detectar el problema.
Entre las señales que los maestros pueden detectar están la poca motivación para las clases y bajo rendimiento en todas las materias (principalmente en español y matemática). Al notar los signos los docentes deben avisar no solo a los padres sino a los directivos del colegio para que en conjunto se tome la mejor ruta para ayudar al estudiante. Este debe ser remitido a profesionales de la salud.
Posterior a esto, el tratamiento que reciba el niño debe ser también multidisciplinar, ya que debe abarcar no solo la terapia del lenguaje, sino la ayuda psicológica. Se puede necesitar la de más profesionales, pero todo depende del niño y de su grado de dislexia y si este sufre de algún otro trastorno a la vez.
Para Adriana Zarabanda Puentes, quien es la encargada de la Terapia Ocupacional del Colegio Monterrosales, el tratamiento desde el colegio debe trabajar al estudiante, al docente y a la familia.
Respecto al alumno, al inicio se debe hacer una valoración para lograr identificar “el estilo de aprendizaje específico que predomina en él: puede que sea más visual, de pronto aprende más a través de las imágenes, o de pronto, a través de lo que escucha”, comentó Zarabanda.
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Al identificar el estilo, se permitirá adaptar un plan educativo individual no solo para tratar sus falencias en temas académicos, sino que posibilite que este proceso sea más sencillo y menos traumático.
“Para ayudar al niño con dislexia en el aula, los docentes deben elaborar un plan curricular particular acorde a sus necesidades”. Andrea Martín Ospina, psicóloga
En lo que conlleva a los docentes estos se deben capacitar para tratar a alumnos con este problema para evitar así generar un estigma alrededor del estudiante con sus otros compañeros, o que estos últimos piensen que se tiene favoritismo hacia él.
A su vez, el docente debe manejar la paciencia y la calma frente a la frustración, ya que debe ser también un factor motivacional para el estudiante.
Pequeñas acciones marcan la diferencia, por ejemplo, sentar al estudiante al lado del puesto del docente, ayudará no solo a la concentración del niño, sino que permitirá brindarle una mayor ayuda .
Las familias o cuidadores se convierten en pieza fundamental de apoyo a la terapia que se le está brindado al paciente, ya que este puede asistir esporádicamente a los profesionales, pero para poder ver resultados del trabajo, se debe reforzar en casa.
“En mi caso, hago unas estrategias para que las apliquen dentro de casa. Hay ejercicios dirigidos al fortalecimiento de la lectura. Como, por ejemplo, actividades que tengan que ver mucho con la parte visual; de pronto leer cuentos, historias, novelas en la noche; si están leyendo y no entienden alguna palabra, usar el diccionario para enriquecer el vocabulario”, explica Zarabanda.
Trabajar aspectos emocionales en el niño es primordial, ya que no solo se debe cuidar su calidad académica o del trastorno del lenguaje, sino su salud mental. Estos pasan por situaciones que los hace sentir mal o por momentos de frustración, que terminan desmotivándolos
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