¿Quién es alias Otoniel, el jefe de la temida banda criminal 'los Urabeños?
Dicen que el jefe de Los Urabeños es un animal de matar. Rasgos de un fantasma y su huella de sangre. Perfil de uno de los hombres más temidos de el país.
Dicen que el jefe de Los Urabeños es un animal de matar. Rasgos de un fantasma y su huella de sangre. Perfil de uno de los hombres más temidos de el país.
Noventa minutos lo salvaron de morir. A las cuatro de la mañana del primero de enero de este año Darío Antonio salió de la finca ubicada en Acandí, Chocó. A las cinco y media un grupo de 150 policías se tomó el lugar. Esa vez el reloj estuvo a su favor. Los disparos habían silenciado aquella parranda de Año Nuevo. Balas de lado y lado y su hermano Juan de Dios Úsuga, jefe de Los Urabeños, muerto en el suelo.Darío Antonio esquivó la muerte pero quedó furioso. Su ley desde entonces, cuentan algunos policías, sería la venganza. Darío, quien se hace llamar Otoniel, se convertiría en el hombre más temido del país. Su primer golpe llegó a los cuatro días. El cinco de enero ordenó un paro armado en protesta por la muerte de Juan de Dios, alias Giovanny. No importaron los ruegos de habitantes ni de transportadores ni de comerciantes. Alias Otoniel paralizó Apartadó, Antioquia, como si manejara el municipio con un control remoto. Durante 24 horas nadie se movió de su casa. Los Urabeños empezaron a desafiar al país. El hombre que siempre estuvo bajo la sombra de su hermano había quedado, según lo confirman las autoridades, con el poder de la banda criminal más grande de Colombia: dos mil combatientes. ¿Cómo fue que un campesino humilde se convirtió en el narcotraficante más buscado del país? El sueño del adolescenteUn joven. Una promesa. Una ambición. El hombre que está al otro lado de la línea telefónica recuerda que en medio de la selva, la guerra, el hambre, Darío Antonio, ese montañerito que llegó con su hermano a las filas del Ejército Popular de Liberación (EPL), soñaba con ser jefe de un pelotón de guerrilleros. Pero Giovanny era quien mandaba. Y ese pelao veía por los ojos del hermano. El exmiembro del EPL que está al teléfono recuerda que estuvo cerca a Darío Antonio desde 1988 hasta 1991. Fueron tres años peleando juntos, compartiendo armas, escarbando el mismo plato de comida. El hombre, entonces, confiesa que ese que llaman Otoniel, el mismo que para la Policía vale dos mil millones de pesos, fue su gran amigo. En esa época él no era ese tipo agresivo, sanguinario, cruel, del que hoy hablan. Pero han pasado 20 años, claro, y él pudo haber cambiado. Seguro se dañó mucho. Él siempre tuvo ambiciones.Darío Antonio y su hermano Juan de Dios eran hijos de campesinos del norte de Urabá. Vivían en el corregimiento Nueva Antioquia, en Turbo. Para la década del 70 los Úsuga eran una familia cualquiera que trabajaba la tierra. Pero en esa zona bananera, el Partido Comunista tenía mucha influencia. Y en 1987, cuenta un líder de desplazados de Antioquia, los hermanos Usugá entraron al EPL para rebelarse, dizque para pelear por el pueblo. Otoniel tenía 16 años.Los dos ascendieron pronto. Giovanny primero, por ser el mayor, el bárbaro. Otoniel siendo su sombra. Tanto así, que en Urabá empezaron a llamarlos los siameses bandidos. Darío Antonio, aunque era menos fuerte y más calmado, llegó a ser comandante de escuadra (grupos de cinco hombres). Hasta que un día cumplió su ambición adolescente: estar al frente de un pelotón de cuatro escuadras; más de 20 subversivos bajo su mando.El hombre que sigue al otro lado de la línea recuerda que Otoniel era hincha del América. Y cuando jugaba su equipo, se le salía el diablo: peleaba con todos aquellos que no le hicieran barra. Tal vez esa era una de sus rarezas más evidentes, sufrir por un equipo caleño. Porque de resto era un paisa puro, desesperado por comer fríjoles y carne guisada. Paisa raro, confirma entre risas el exmiembro del EPL que al otro lado de la bocina cada tanto alza la voz en señal de un recuerdo encontrado: Darío, hoy el hombre más buscado del país, antes pasaba tiempo buscando mujeres. Ayyy sí que le gustaban; grandes, buenonas, que le dieran la talla. No era morboso, tenía sus viejas pero uno no lo veía por ahí dando lora. Pero un día acabó la amistad. El exguerrillero recuerda la fecha: 1 de marzo de 1991. Ese día todos los hombres del EPL entregaron sus armas en el Urabá. Lo de Darío, sin embargo, fue una treta, una pantomima de rendición que iba en contravía del animal que llevaba dentro: a los pocos meses regresó al monte y, junto a su hermano y a alias Gonzalo, reactivó el frente Bernardo Franco.¿Qué si lo volví a ver? No, ese man se perdió. Lo raro es que él siempre hablaba de desmovilizarse, de montar una empresa; pero se olvidó de todo eso. El hombre, antes de colgar, advierte que Otoniel, quizá, se empeñó en ser más malo que su hermano. El regreso a las armas es la génesis del monstruo. El frente Bernardo Franco no despegó y los hermanos Úsuga recurrieron a las Farc. Otoniel, con solo 21 años, entró a la guerrilla más antigua del mundo. Allí estuvo hasta 1996. La relación con los cabecillas no fue buena y cambiaron de frente: los siameses buscaron a los Castaño Gil, antiguos jefes de las Autodefensas. Entonces el guerrillero se convirtió en paramilitar. Darío Antonio no es que fuera un tipo de ideales. Para él no era problema atacar a los paras y luego a los guerrilleros, a los guerrilleros y luego a los paras. Guerra era guerra y plata era plata.Tal vez por eso, por esa decisión o por esa desnaturalización de la guerra, Otoniel llegó a ser uno de los hombres de confianza de Vicente Castaño. Él adoptó toda esa vena de militante, se convirtió en un tipo fuerte que siempre estaba listo para pelear, cuenta un investigador de la Policía que conoce los inicios del capo que ahora persigue. En el 2005 Darío Antonio Úsuga, junto a otros 1.134 hombres, amagó otra vez con alejarse de la selva. Esa vez se sometió a la desmovilización del Bloque Centauros de las AUC. Pero no había terminado de soltar el arma, cuando él y su hermano se unieron con Don Mario y el Gavilán para formar Los Urabeños. Según el organigrama que tiene la Policía, luego de la captura de Don Mario, en el 2009, y la muerte de su hermano Giovanny, enero 2012, el joven campesino pasó de ser el tercero al mando al patrón de la banda criminal. Un animal, un animal...El preso que hasta hace poco era el narcotraficante más buscado del mundo, parece tenerle miedo. Sentado en un avión de la Policía, esposado, con un chaleco antibalas, habla de un tipo peligroso. Él es un animal, un animal, repite una y otra vez el Loco Barrera. El video en el que aparece aquel hombre asustado se hizo el día de su captura, en septiembre pasado. Barrera, considerado entonces el capo más importante del país, dice que Otoniel es el tipo más peligroso que ha visto: Él mata por matar, a niños, al que sea, no le importa. Si usted manda 400 personas al Urabá, a todas las mata. El Loco Barrera dice que Otoniel estuvo 17 años en la Autodefensas, que fue entrenado por Vicente Castaño. Insiste, es un animal, un animal.El nuevo jefe de Los Urabeños está acusado de tráfico de drogas, extorsiones, asesinatos, masacres, reclutamiento de menores, atentados contra la población y la Fuerza Pública. Son muchos los habitantes del Urabá antioqueño que se declaran sus víctimas, solo que nadie se atreve a hablar, ni siquiera a mencionarlo. Algunos, si mucho, apenas reconocen como cierta la advertencia del hombre del teléfono: Otoniel se volvió más malo que su hermano.El joven campesino que antes solo peleaba por un plato de fríjoles o un partido del América, hoy -sostienen las autoridades- está matando a todo aquello que se mueva. Otoniel, entonces, estaría detrás del sello de sangre que están imponiendo Los Urabeños. Sería él quien ha ordenado esos crímenes con sevicia, los desmembramientos, los mensajes de terror que, incluso, han llegado a municipios del Valle como Tulúa y Buenaventura. Pero hay quienes no confían en su capacidad como jefe. Algunos investigadores de bandas criminales especulan que Otoniel realmente nunca alcanzó el poder supremo de la banda. De hecho, se refieren a él como un matoncito que está enseñado al monte, a la guerra, incapaz de ser un líder. Una fuente de la Fiscalía, incluso, se atreve a afirmar que el verdadero jefe de Los Urabeños sería otro: alias el Negro Sirley. Un tipo, que bajo el anonimato estaría controlando a ese batallón de dos mil hombres. En ese caso, Darío Antonio sería solo el cabecilla militar. Sea cierto o no, el nombre Otoniel, ese que en hebreo significa riqueza y fortuna, es hoy la obsesión de las autoridades.