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BRASIL

Militares, religión y anticomunismo llegan de la mano de Jair Bolsonaro

Este martes tomará posesión el Presidente de Brasil en una ceremonia en la que no estarán los legisladores de la oposición. Minorías temen que empiece la persecución.

30 de diciembre de 2018 Por: Resumen de agencias 
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu (derecha), llegó desde el viernes a Brasil para acompañar en la toma de posesión a Jair Bolsonaro. | Foto: Agencia EFE

Al menos doce mandatarios, entre los que se destaca como gran novedad el jefe del Gobierno israelí, Benjamín Netanyahu, acompañarán este martes la investidura del ultraderechista Jair Bolsonaro como nuevo presidente de Brasil.

Será sin duda una jornada que ocupará la atención de buena parte de la comunidad internacional, no solamente por las 60 delegaciones extranjeras que ya han confirmado su asistencia ante el Ministerio de Relaciones Exteriores, sino por el giro de 180 grados que dará el gigante latinoamericano desde este primero de enero de 2019.

El ultraderechista Jair Bolsonaro gobernará con los sectores más conservadores de Brasil y un libreto que desempolva el anticomunismo de los años 60 y mezcla a militares y evangelistas con una versión remozada de los ‘Chicago Boys’.

El coctel ideológico conservador que plantea el capitán de la reserva del Ejército que asumirá el poder este 1 de enero también entierra el llamado “presidencialismo de coalición”, que funcionó en el país durante tres décadas y colapsó con la elección de Bolsonaro.

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A diferencia de sus antecesores, que distribuyeron el poder entre diversos partidos a fin de garantizar la gobernabilidad y los votos en el Congreso, Bolsonaro apuesta por la llamada “meritocracia” los valores conservadores que, en su opinión, están arraigados en la sociedad y encarnan sobre todo las Fuerzas Armadas.

De hecho, el Presidente tendrá al general de la reserva Hamilton Mourao en la vicepresidencia; y a cinco miembros de las Fuerzas Armadas, una pastora evangelista, un juez reconocido por su combate contra la corrupción y a empresarios del campo en su gabinete.

El fuerte contenido religioso, el “orden social” que prometen los militares y el anticomunismo están presentes en todos los sectores de la derecha que respaldan al nuevo presidente, pero también hay serias diferencias entre los grupos que llegan al Gobierno, en los que se identifican claramente cinco tendencias.

En lo religioso, convivirán con Bolsonaro los católicos y los más radicales evangelistas, que representan corrientes antagónicas de la fe y que desde hace décadas se disputan en los templos las creencias de los brasileños, en los últimos tiempos con clara ventaja para los neopentencostales, que ganan terreno cada año.

El conservadurismo parlamentario lo encarna el partido Demócratas (DEM), que tendrá tres ministros en el gabinete de Bolsonaro. Uno de ellos, Onyx Lorenzoni, ocupará la cartera de la Presidencia, que controla los resortes del poder y las relaciones con el Parlamento. Pero Lorenzoni es investigado por sospechas de “caja B”, lo que puede disminuir su poder de persuasión política.

Además, en el nuevo Congreso, renovado también en las elecciones de octubre, el DEM tendrá 29 de los 513 diputados, aunque podrá sumar entre otros 200 parlamentarios de centro y derecha, frente a una oposición de izquierdas que tendrá unos 140 escaños.

La economía estará bajo responsabilidad de Paulo Guedes, un fiel representante del ideario de Milton Fridman, formado en la Escuela de Chicago y partidario de una liberalización total que contrasta con el nacionalismo del sector militar y del propio Bolsonaro.

Guedes, de quien el nuevo presidente ha dicho que tendrá “carta blanca”, ha propuesto una ambiciosa apertura al capital extranjero, impopulares ajustes fiscales y privatizaciones que incluyen hasta sectores de la petrolera Petrobras, hasta ahora intocable y que en el imaginario nacional es “de todos” los brasileños.

Moro será ministro de Justicia y Seguridad y ha llamado para los principales cargos de ese despacho a comisarios y fiscales con los que trabajó en la Lava Jato y que, como él, se oponen al garantismo que prima en el Poder Judicial y domina la Corte Suprema.

Según los analistas, el destino del Gobierno de Bolsonaro, que representará una experiencia inédita en la democracia brasileña por su talante ultraconservador, se jugará en la convivencia armónica de esas derechas, unidas por “valores” pero distanciadas en la praxis política y hasta en algunas visiones filosóficas del mundo.

¿Persecución?

Los defensores de las minorías en Brasil, como las de indios y homosexuales, temen que las violaciones a sus derechos se multipliquen con el inicio el 1 de enero del Gobierno de Jair Bolsonaro, un ultraderechista con un largo historial de declaraciones de talante machista, racista y homófobo.

Pese a que el capitán de la reserva del Ejército ha minimizado sus declaraciones y se ha comprometido a respetar los derechos garantizados por la Constitución y a “gobernar para todos los brasileños sin distinción de raza, sexo o religión”, los defensores de derechos humanos dicen que están preocupados y que estarán atentos a lo que ocurrirá en Brasil a partir del próximo martes.

Y el principal temor no es en torno a las medidas contra los derechos que pueda adoptar Bolsonaro, que ha descartado cualquier retroceso, sino a lo que pueden hacer grupos conservadores violentos “envalentonados” por la llegada del ultraderechista al poder y que se sientan amparados por el Gobierno, admitieron activistas de grupos de defensa de los derechos humanos.

Organizaciones como Amnistía Internacional (AI), Human Rights Watch (HRW) y Greenpeace ya han dejado claro que temen por un aumento de la violencia contra las minorías y que ejercerán una supervisión constante a favor del respeto de los derechos.

Para AI, por ejemplo, la llegada de Bolsonaro al poder “representa un enorme riesgo para los pueblos indígenas y quilombolas (descendientes de esclavos prófugos), comunidades rurales tradicionales, personas LGBTI, jóvenes negros, mujeres, activistas y organizaciones de la sociedad civil, si su retórica se transforma en política pública”.

“Human Rights Watch seguirá de cerca la retórica y las acciones del gobierno de Bolsonaro”, aseguró por su parte José Miguel Vivanco, el director de HRW para las Américas.

El actual estatuto de desarme en Brasil permite la compra de armas para personas mayores de 25 años sin antecedentes penales, avaladas por test psicológico.

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Jair Bolsonaro, presidente electo de Brasil, dijo ayer que pretende garantizar por decreto la tenencia de armas de fuego a personas sin antecedentes criminales: “ Por decreto pretendemos garantizar la tenencia de arma de fuego para el ciudadano sin antecedentes penales, así como hacer su registro definitivo”.

Jair Bolsonaro viajó ayer a Brasilia para radicarse definitivamente en la capital del gigante sudamericano donde asumirá como su presidente el próximo martes.

La oposición no irá a la ceremonia

El presidente electo de Brasil Jair Bolsonaro (que obtuvo la presidencia con el 56 % de los votos) “lamentó” ayer que los legisladores del Partido de los Trabajadores (PT), formación liderada por el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, hayan anunciado que no asistirán a su investidura.

“Supe que PT y PSOL no comparecerán a la ceremonia de posesión presidencial por repudio a mí. ¡Lamento!”, fue el mensaje que publicó Bolsonaro en su cuenta en Twitter.

El PT, que tiene la mayor bancada en la cámara de representantes con 56 diputados, anunció el viernes su decisión ante la falta de “rectitud” en el proceso electoral, el cual, explicó, estuvo marcado por la “prohibición ilegal” de la candidatura de Lula y por la “manipulación criminal de las redes sociales para difundir mentiras” contra Fernando Haddad, quien sucedió como candidato del PT al encarcelado expresidente Lula.

La formación progresista denunció las posiciones racistas y misóginas de Bolsonaro y el “odio” que el ultraderechista ha profesado contra los movimientos populares y contra Lula, quien fue inhabilitado políticamente a raíz de una condena en segunda instancia a 12 años de prisión por corrupción.

A la decisión del PT se sumó el Partido Socialismo y Libertad, eterno aliado del PT, que señaló que ninguno de sus 10 diputados asistirá a la ceremonia de investidura porque “no hay nada que conmemorar” ya que el Gobierno que comenzará el 1 de enero “tiene como principios el odio, el preconcepto, la intolerancia y la violencia”.

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