2025: el año para ponerse las pilas

El comienzo de un nuevo año trae consigo expectativas, incertidumbres y retos. En este 2025, el mundo, América Latina, Colombia y, particularmente, el suroccidente colombiano, tienen por delante un escenario lleno de retos y oportunidades que definirán su rumbo en los próximos meses.

Iniciamos con el escenario internacional, donde el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos marca una nueva era en la política mundial. Para este periodo, su enfoque polarizador y nacionalista genera tensión entre aliados y rivales históricos. En contraste, Vladímir Putin enfrenta un año crítico: tras la prolongada guerra en Ucrania y sanciones internacionales debilitantes, su liderazgo en la región se tambalea, poniendo en juego papel de Rusia en el escenario global. Por su parte, la China de Xi Jinpin busca consolidar su posición como potencia económica y tecnológica. Sin embargo, los retos internos, como el decrecimiento demográfico y las presiones de Occidente por la transparencia en sus prácticas comerciales, podrían limitar sus ambiciones.

En América Latina, la incertidumbre es protagonista. Venezuela es punto focal: las recientes amenazas de Nicolás Maduro a Edmundo González y María Corina Machado, han generado gran molestia en la esfera internacional y se mantiene una tensa calma entre el país vecino, sus aliados asiáticos y los países de Occidente que califican a Maduro de dictador. Brasil, con Lula da Silva, intenta liderar la agenda ambiental, mientras México enfrenta un delicado balance entre desarrollo y relación con EE.UU. El reto para la región es claro: consolidar democracias fuertes que permitan superar las crisis sociales y económicas. Queda en evidencia lo que les espera a los países gobernados por la izquierda en los últimos cinco años.

En Colombia, el gobierno de Gustavo Petro enfrenta crecientes cuestionamientos. Los errores en su gestión, especialmente la permisividad ante casos de corrupción y su falta de coherencia en políticas públicas, han erosionado su popularidad. El país necesita retomar el rumbo de la confianza internacional y garantizar estabilidad económica, en un momento donde las reformas estructurales no esperan. La inseguridad sigue siendo un problema central, con el recrudecimiento de la violencia en algunas regiones y se le suma una desbordante alza de precios que no pareciera tener freno. Sin embargo, también hay luces de esperanza: la creatividad y resiliencia de los colombianos se han convertido en un motor para superar las dificultades.

El Valle del Cauca está llamado a ser epicentro de transformación. La creación del Área Metropolitana del Suroccidente podría convertirse en modelo de integración regional y desarrollo, fortaleciendo la competitividad. Sin embargo, esto requiere liderazgo político, transparencia y una visión clara de largo plazo. En lo político, el Valle enfrenta el desafío de consolidar liderazgos capaces de superar los intereses partidistas y enfocar sus esfuerzos en proyectos de impacto social.

El 2024 fue un año de visibilidad internacional para Cali, con eventos como la COP16 y una Feria de Cali impecable en su organización. 2025 plantea el reto de mantener ese dinamismo, no solo como epicentro cultural, sino también como ciudad que lidera procesos de sostenibilidad y modernización y ejemplo mundial de cuidado biodiverso. La inseguridad y la movilidad siguen siendo los mayores problemas. Cali tiene el potencial de consolidarse como urbe modelo en Colombia, pero ello dependerá de cómo los nuevos liderazgos aborden los retos estructurales de la ciudad y el apoyo de la Nación.

El 2025 será un año clave para definir si seguimos reaccionando a los problemas o si comenzamos a anticiparnos a ellos. Será responsabilidad de cada persona, región y país, trabajar de manera articulada para dar el giro de cara al desarrollo integral.