Columnistas
Propósitos incumplidos
Los números indican con toda claridad que los narcotraficantes están ganando la batalla, pues están creciendo de manera alarmante, y con ellos crecen los problemas para los países y para la sociedad...
Todos los años oímos una retórica llena de lamentos por la forma alarmante como el consumo de la droga crece en el mundo y los efectos negativos que produce sobre la juventud, la seguridad de los países, el medio ambiente y sobre las distorsiones de la economía.
Observamos también a los dirigentes de todo el mundo prometer toda clase de acciones para contrarrestar estos terribles efectos, pero la verdad nos conduce siempre a estrellarnos con la realidad que nos muestra de manera dramática que las políticas no sirven, que las acciones fracasan y que los empeños resultan apenas imaginarios.
La Comisión Global de Políticas de Drogas (Cgpd) dice que en las últimas dos décadas el consumo de drogas se incrementó en el mundo en un 57 %; y también nos revela que la producción potencial de cocaína pasó de 1738 toneladas, a 2664 en solo un año.
La gran preocupación se centra en la juventud, en donde se construye el escenario del consumo de drogas, que lleva al individuo a probar, a convertirse en consumidor habitual y a desarrollar una adicción que lo puede conducir hasta la muerte, después de haberlo destruido interiormente, en donde seguramente ha destruido también su círculo familiar.
Unas cifras como estas, señalan claramente que las políticas públicas no han servido en el mundo; que los gobernantes no han hecho la tarea y que la sociedad no ha estado en condiciones de generar acciones que conlleven a detener el flagelo de las drogas ilegales.
Los números indican con toda claridad que los narcotraficantes están ganando la batalla, pues están creciendo de manera alarmante, y con ellos crecen los problemas para los países y para la sociedad que los padece, pues nos encontramos con un mundo deteriorado dramáticamente por todas las consecuencias que de allí se generan: una sociedad desquiciada, unos hogares destruidos, una juventud alienada, un medio ambiente deteriorado, y el crimen organizado cobrando víctimas dolorosas todos los días.
Lo que hoy vemos es que los carteles de la droga están internacionalizándose cada vez más: los de México y Centro América, ya están por todo el mundo; las mafias europeas también, y las bandas criminales en los Estados Unidos funcionan con poderosos instrumentos en donde todo lo pueden.
Y adicional a todo ello nos encontramos también con gobiernos débiles y corruptos que permiten que el delito crezca, como Venezuela, en donde se construyen puentes que facilitan las operaciones de las bandas criminales.
Las reiteradas conferencias contra las drogas, que acostumbramos a observar con bastante frecuencia, no están haciendo la tarea como debe ser.
Mientras tanto los gobiernos y los Estados no están operando en una dirección que permita exhibir menores cifras, en donde sea posible observar que efectivamente se está combatiendo ese terrible flagelo que sacude al mundo y resquebraja la sociedad.