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Amso: más técnica, menos política
Cali, Jamundí y Puerto Tejada, con su conurbación histórica y económica, representan el núcleo inicial de un proyecto que podría redefinir la gobernanza regional.
Aunque era previsible una victoria modesta -o incluso un fracaso, dada la escasa expectativa generada y la brevedad de la campaña-, la región tiene motivos para celebrar la creación del Área Metropolitana del Suroccidente, Amso. Hace tiempo que el Pacífico clamaba por una oportunidad como esta: un paso crucial hacia el desarrollo integrado y sostenible, capaz de desafiar y evidenciar las maniobras de una burocracia enquistada que aún domina buena parte del entramado político regional.
Cali, Jamundí y Puerto Tejada, con su conurbación histórica y económica, representan el núcleo inicial de un proyecto que podría redefinir la gobernanza regional. Esta decisión estratégica, nacida en un contexto político fragmentado, tiene el potencial de trascender sus límites si se orienta hacia un liderazgo técnico, enfocado en resultados y fundamentado en la cooperación regional.
El reto ahora es superar las resistencias de quienes ven en la Amso una amenaza a sus dinámicas políticas tradicionales. Para ello, es fundamental anclar la organización en proyectos de alto impacto que beneficien de forma tangible a los ciudadanos: un sistema de movilidad intermunicipal eficiente, la gestión integral del recurso hídrico y una estrategia de seguridad metropolitana. Estas iniciativas no solo generarían confianza en la población, sino que también demostrarían el valor de una gestión técnica y profesional alejada de intereses particulares.
La ciudadanía ha agotado los adjetivos para expresar su descontento frente a la inoperancia gubernamental. En Cali, el desempleo juvenil sigue siendo alarmante: según el Dane, entre noviembre de 2023 y enero de 2024 alcanzó el 16,4%, con el 65% de los jóvenes catalogados como Ninis, llegando a un preocupante 81,7% en la zona Oriente. En Jamundí, la seguridad es la principal inquietud; con 17 ataques de grupos armados entre diciembre de 2022 y junio de 2024, el municipio enfrenta la cooptación de su territorio por economías ilícitas. Puerto Tejada, pese a su ubicación estratégica, permanece rezagado y dependiente de Cali, perpetuando las desigualdades sociales.
Pese a las dudas sobre la capacidad de la Amso para enfrentar las complejidades de la región, su potencial para estructurar soluciones coordinadas e inspirar confianza en inversores podría marcar un antes y un después. Para lograrlo, su gobernanza deberá inspirarse en modelos exitosos como los clústeres económicos, donde las decisiones se toman con criterios técnicos, transparentes, involucrando a actores diversos. Este enfoque mitigaría las tensiones políticas y elevaría a empresas, universidades y comunidades al mismo nivel que los alcaldes como protagonistas del desarrollo regional. Como pocas veces, la Amso tiene ante sí la oportunidad de romper con el aislamiento histórico y aprovechar con maestría las ventajas competitivas en comercio, biodiversidad y cultura que distinguen al suroccidente.
Proyectar la Amso como un modelo de éxito requiere un compromiso firme con la rendición de cuentas y la comunicación de los logros. Cada avance debe convertirse en un argumento sólido para sumar más municipios al esquema, potenciando el efecto demostración, clave en la gestión pública. El éxito del área metropolitana dependerá de que los ciudadanos experimenten mejoras reales y sostenibles en su calidad de vida, consolidando una estructura que no solo integre al suroccidente, sino que lo reposicione como líder del desarrollo nacional.
Nunca es tarde para corregir el rumbo, aunque los obstáculos sean desafiantes. Municipios como Yumbo, Palmira, Villa Rica, Dagua y Candelaria, aún tienen tiempo para reconsiderar su posición. La región enfrenta una elección inaplazable: persistir en el estancamiento o aprovechar la oportunidad para transformar su destino.