Barney III

No se sorprendan ni se espanten: no he titulado así esta columna porque al arquitecto Barney le hayan coronado, ni porque sea el tercero de una dinastía de Benjamines con el mismo apellido. La he titulado así porque me ha parecido la manera más sintética de referirme al más reciente de sus libros, ‘El proyecto en la arquitectura’, el tercero de una serie iniciada en 2011, con la publicación de ‘AZ. Las palabras en la arquitectura’ y continuada en 2019 con la publicación de ‘Introducción a la arquitectura’. Tres libros que obedecen al mismo propósito de estimular la formación y el crecimiento de una auténtica cultura arquitectónica. Entendida esta última, tanto en el sentido estricto, la que deben poseer los arquitectos, como en sentido amplio, la que debe poseer la ciudadanía.

A esta doble dimensión de la arquitectura responden estos tres libros suyos, que pueden y deben ser leídos por especialistas y legos, por gente de la cultura y del común, por los gobernantes y por los gobernados, porque todos ellos sacaran provecho de su lectura.

Todos viven, todos vivimos, en la arquitectura y, en un sentido que resulta crucial, hecho posible por la arquitectura. Parafraseando al Borges que dijo “que no se puede ser culto sin saber de teología”, se puede decir que no se puede ser culto sin saber de arquitectura. La estructura, el diseño gráfico y las imágenes de los tres libros son por lo demás congruentes con el propósito común que los anima. Son libros que se pueden leer de corrido, aunque también de manera discontinúa, eligiendo por necesidad o interés algunos de sus capítulos o secciones, abandonando la lectura o reiniciándola cuando más convenga.

También se pueden hojear a la manera distraída del flâneur -el gourmet de la ciudad- deleitándose e instruyéndose al mismo tiempo con las magníficas fotografías, la inmensa mayoría hechas por Sylvia Patiño Spitzer, fotógrafa y editora de los tres libros.

Seguir el discurso visual que componen equivale a dar la vuelta al mundo, visitando los mejores ejemplos de su arquitectura y su urbanismo. Hay que añadir que entre los libros de Barney y su propia obra de arquitecto hay una coherencia ejemplar. En ambos campos, él defiende un concepto de la arquitectura que se opone al espectáculo y a la novelería, que bebe conscientemente del pasado para mejor responder a las exigencias del presente y que es responsable, sostenible, contextualizada y emocionante.