Columnistas
Cali: un caso de estudio
Comprendan que los actuales problemas de Cali se podrían resolver con mejor educación sobre las ciudades...
![Benjamín Barney Caldas.](https://www.semana.com/resizer/v2/MIDZ4I2QKFFG3BZPSF3PD3DC6I.jpeg?auth=dfffe3a53dbeab4eb6f78b1998541c4d9794ad61487be0462cb7c4e89cb3b7fc&smart=true&quality=75&width=1280&height=720)
La pequeña villa colonial que fue Santiago de Cali, fundada en 1536, era una de las primeras ciudades en toda América después de la llegada de Colón y duró casi cuatro siglos; la muy extendida y poblada ciudad actual se inicia en 1910 cuando Cali pasa a ser la capital del nuevo departamento del Valle del Cauca y es una de las nuevas megaciudades en Suramérica y apenas lleva poco más de un siglo; y la Cali metropolitana del Siglo XXI es una posibilidad única hacia el futuro del suroccidente de Colombia, y para una mucho mejor calidad de vida en la dicha ciudad. Pero más que una ingenua utopía, se trata es de desarrollar un interesante caso de estudio.
La pequeña villa colonial, escasamente poblada, estaba inmersa en el bello paisaje del valle alto del río Cauca; su muy claro urbanismo estaba basado en un trazado rectangular para determinar grandes manzanas a partir de la plaza mayor que ocupaba una; su arquitectura de austeras, pero bellas casas de un piso y algunas de dos, de muros de tapia pisada los que solo al final fueron encalados, con pocos vanos, techumbres de tejas árabes de barro cocido, inicialmente rojas que con los años se volvían ocres, y a base de medios patios y solar al fondo. Sus habitantes de distintos estratos socioeconómicos eran vecinos en una misma ciudad y muchos compartían la misma casa; y su comportamiento en la casa y la ciudad era respetuoso.
La nueva capital pasó de unos miles de habitantes a fines del Siglo XIX a más de dos y medio a finales del XX; ya no estaba en el paisaje, sino sobre él; se improvisaron trazados ‘originales’ y se pretendió una ciudad radial ignorando que ya era longitudinal; la Plaza de Cayzedo se convirtió en un parque, y se hicieron más afortunadamente arborizados lo mismo que algunas avenidas; pero desde antes de los VI Juegos Panamericanos de 1971, se demolieron muchas ‘casas viejas’ y los nuevos edificios oficiales se reemplazaron por otros más altos; salvo unos pocos buenos ejemplos de arquitectura moderna, esta se redujo a vanos horizontales y cubiertas planas; y el comportamiento de los nuevos caleños es lamentable.
La ciudad metropolitana de inicios del Siglo XXI, ahora con casi tres millones de habitantes, ya no puede disfrutar del paisaje natural, pues sus muchos edificios altos impiden verlo desde abajo hacia la cordillera y desde sus partes altas hacia abajo al amplio valle; su plan vial es todo un caos dificultando cada vez más la movilidad en la ciudad, y sus andenes son toda una vergüenza; su arquitectura es lamentable y no considera el clima, ni las vistas, ni su entorno inmediato; el comportamiento de la gente sigue pero peor, y hay mucha más inseguridad: y lo único que saca la cara por la ciudad son sus bellos árboles que ya los hay por todas partes.
De todo lo anterior ya se ha escrito en Caliescribe y en El País, pero no sobra ajustarlo, resumirlo y repetirlo con la esperanza de que lo planteado en este caso de estudio algo influya en los ciudadanos y dirigentes de Cali: que comprendan que los actuales problemas de Cali se podrían resolver con mejor educación sobre las ciudades y esta en concreto, y con mucho más control sobre la misma. Una educación cívica que lleve al respeto por los otros y a colaborar con la vigilancia de la ciudad; y que las autoridades comprendan que su prioridad debe ser la educación de los ciudadanos, y el control del urbanismo y la arquitectura de la ciudad.
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