Columnistas
El buen pastor
Si queremos un cambio, tenemos que buscar a Dios, no podemos seguir viviendo en nuestros pecados, con nuestra basura, pues el pecado es basura y esta no sirve para construir un mundo mejor.
Por: monseñor José Soleibe A., obispo (E) de Caldas
Al comienzo del cristianismo la figura de Cristo, “El buen pastor”, se convirtió en la imagen más querida en las primeras comunidades: el buen pastor que da su vida por las ovejas: el buen pastor que conoce a sus ovejas, sobre todo las más pobres y necesitadas, y a la vez, es conocido por ellas.
Ese buen Pastor, con palabras llenas de amor nos dijo “que daría su vida por nosotros” y en verdad lo hizo: realmente dio su vida por nosotros, porque quería que aprendiéramos a vivir una vida nueva, felices. Sería maravilloso si nosotros habiendo celebrado la resurrección del Señor y conscientes del inmenso amor que nos tiene, escucháramos la voz del Señor, diciéndonos que nos amemos, que nos perdonemos, que nos solidaricemos unos con otros, sobre todo con nuestra entrega a los más necesitados.
También a nosotros el Señor nos dice: “Les traigo la paz”: esa paz que tanto ansía nuestro descuadernado mundo moderno, esa paz que tanto deseamos en Colombia, paz utópica: pedimos la paz pero a la vez sacamos a Dios de nuestras vidas. Qué triste cuando leemos la prensa, o escuchamos noticias y constatamos, como dijo el buen Pastor, que hay otras ovejas que no pertenecen a este corral, que piensan muy distinto y han puesto su corazón en el odio, la violencia, el espíritu del mal, ¡y nosotros no despertamos!
Manifestamos externamente nuestro desacuerdo a esas actuaciones, pero seguimos en nuestros odios, egoísmos, en la injusticia. Si queremos un cambio, tenemos que buscar a Dios, no podemos seguir viviendo en nuestros pecados, con nuestra basura, pues el pecado es basura y esta no sirve para construir un mundo mejor. El buen Pastor nos llama a vivir una vida nueva, ¡escuchémoslo! Este es el camino, no hay otro: busquemos a Jesús y caminemos con él, conscientes de que hacer la voluntad de Dios “no es fácil”, pero con Él todo lo podemos.
Felizmente, muchos cristianos viven esta experiencia de Dios, pero muchos otros no. Es necesario que busquemos a Dios: Él está vivo, nos espera, pues quiere ese encuentro nuestro con él. Él nos buscó a nosotros y lo dio todo por nosotros, ahora supliquémosle que nos abra los ojos de la fe para que llenos de alegría vivamos ese amor de Dios, fundamental para iluminar nuestras relaciones con el amor y la solidaridad.
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