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El potencial de las micro

Es esencial que las mipymes tengan un mayor acceso a capacitación y asistencia técnica, con estrategias interinstitucionales que les permitan mejorar sus capacidades empresariales y personales...

24 de enero de 2025 Por: Daniela Konietzko
Daniela Konietzko, presidente de la Fundación WWB Colombia.
Daniela Konietzko, presidente de la Fundación WWB Colombia. | Foto: Cortesía.

En economías como la de Colombia, donde más del 95 % del tejido empresarial está compuesto por micro y pequeñas empresas (mipymes), es crucial abordar las dificultades que enfrentan para crecer, expandirse y sostenerse a largo plazo. Este fenómeno, conocido como ‘enanismo empresarial’, es común en muchos países latinoamericanos, donde la baja productividad de estas empresas se refleja en su falta de capacidad para mejorar sus índices de competitividad, innovación y sostenibilidad.

El informe Creciendo con productividad, una agenda para la región andina, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que, en los países andinos, las brechas de productividad entre las empresas grandes y las pequeñas son evidentes. Las microempresas suelen enfrentar limitaciones significativas, debido a la escasa innovación de sus equipos y procesos, las restricciones crediticias y acceso a diferentes fuentes de capital, así como a las condiciones informales de trabajo, entre otras. Además, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) destaca que estas empresas tienen un alto índice de mortalidad y, las que logran sobrevivir, experimentan un crecimiento débil.

En Colombia, según el Dane, existen aproximadamente 5,8 millones de micronegocios, de los cuales un 9,3 % se localizan en el Valle del Cauca, lo que representa alrededor de 539,000 unidades productivas. La Encuesta de Micronegocios (Emicron) de 2023 muestra que el 35,5 % de estos emprendimientos nacen por necesidad económica, mientras que el 31,1 % lo hacen al identificar una oportunidad de negocio. No obstante, un dato relevante es que el 76,2 % no están formalizados con un Registro Único Tributario (RUT), lo que limita su acceso al crédito formal y, por ende, su potencial de crecimiento.

Adicionalmente, un informe de la Fundación WWB Colombia, el Observatorio para la Equidad de las Mujeres (OEM) y la Universidad Icesi, de 2022, revela que una parte importante de los emprendedores se apalanca en fuentes financieras no formales, como sus ahorros personales (76,3 %), préstamos de familiares (24,1 %) o créditos ‘gota a gota’ (5 %), mientras que solo el 11,8 % opta por los créditos bancarios.

Las características de este sector revelan la urgente necesidad de actuar en varios frentes para garantizar su fortalecimiento. Es esencial que las mipymes tengan un mayor acceso a capacitación y asistencia técnica, con estrategias interinstitucionales que les permitan mejorar sus capacidades empresariales y personales, así como implementar su transformación digital, para potenciar su innovación y alcance. La formalización también es clave, con estrategias que faciliten el proceso, hasta llegar a la formalidad laboral; pedagogía para entender sus ventajas, y la necesaria concientización, en cuanto al impacto de la carga de cuidado en las posibilidades de crecimiento de los negocios, principalmente liderados por mujeres.

Además, la inclusión financiera es crucial en este proceso. Las personas emprendedoras necesitan estrategias que faciliten su acceso a recursos formales de crédito, si se tiene en cuenta que muchas veces el sistema financiero desconoce o desconfía de este sector. La educación financiera, el fortalecimiento de la confianza y la eliminación de sesgos en el acceso al crédito son barreras que deben derribarse.

Es imperativo que el sector público, el privado y la sociedad civil unan esfuerzos para consolidar a las micro y pequeñas empresas, superando el fenómeno del enanismo empresarial. No podemos seguir centrando toda la atención en las grandes corporaciones o en los llamados ‘unicornios’ del ecosistema emprendedor. Debemos fortalecer las políticas públicas que favorezcan un entorno más eficiente, inclusivo y sostenible. Esto incluye fomentar encadenamientos productivos, facilitar la capacitación y acercar los recursos del sector privado, especialmente en áreas como el crédito y el acompañamiento técnico.

El potencial de las micro y pequeñas empresas para superar la pobreza, generar empleo y contribuir a la economía es enorme. Si se logra que estos negocios crezcan, sean más productivos y sostenibles, no solo se beneficiarán los emprendedores, sino también la sociedad en su conjunto. Es posible transformar la realidad de este sector si todos los actores trabajamos de manera coordinada, con visión de largo plazo y con un enfoque colectivo. Con el esfuerzo conjunto, las mipymes pueden convertirse en una palanca fundamental para el desarrollo económico y social del país.

*Presidente de la Fundación WWB Colombia

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