Columnistas
La gran noticia
Aunque se estima ingrese en 2030-2032, requiere inversiones cuantiosas, permisos y desenredar entuertos como el creado por el juez de tutela que ordenó más de 100 consultas previas.
En el marco de la VII Cumbre del Petróleo, Gas y Energía, la empresa brasilera Petrobras le dio a Colombia una de las mejores noticias de las últimas décadas: la confirmación de que en el subsuelo marino, a 32 kilómetros de la costa, frente a Santa Marta, hay un gran reservorio de gas equivalente al de Chuchupa, frente a la Guajira, que abasteció al país de este energético durante décadas antes de ser complementado por el gas del interior.
Un alivio para Ecopetrol cuya acción ha caído 50% desde el inicio del Gobierno por culpa de decisiones irresponsables. Pero, es ante todo, un respiro para los colombianos, pues 6 terapiés cúbicos (tcf) de gas equivalen a 2,5 veces las reservas probadas del país, que hoy alcanzan para 6,1 años. Una bocanada de aire pese a que aún no se conoce el volumen definitivo pues Uchuva-2, el pozo delimitador, no ha concluido su valoración.
Es decir, los 6 tcf son un estimativo de gas que cabe en el reservorio, pero no son reservas probadas ni moléculas extraíbles. El Presidente de Ecopetrol ya precisó que el volumen real sería de 3 a 4 tcf. Y, no estará disponible pronto; sus tiempos y la comercialidad dependerá de varios factores. Aunque se estima ingrese en 2030-2032, requiere inversiones cuantiosas, permisos y desenredar entuertos como el creado por el juez de tutela que ordenó más de 100 consultas previas.
Es claro también, que no resuelve el problema de escasez de gas natural de corto plazo y que tiene en vilo al país; esta es la fecha en la que no se sabe si el gas existente alcance para terminar el año y no se cuenta aún con la infraestructura requerida para importar el volumen necesario en 2025-2026, aunque el Gobierno subestime la preocupación. A rezar para que llueva en los embalses y el sector eléctrico no demande tanto gas natural.
La buena nueva, porque lo es, es fruto de un camino que inició hace 20 años, cuando se creó la ANH, transformó Ecopetrol y la regulación se hizo atractiva a los inversionistas. Desde entonces se adjudicó el Bloque Tayrona, extendió el régimen de Zona Franca a los proyectos Costa Afuera, perforó el primer pozo en el área, y se dio el descubrimiento de gas que Petrobras confirma. Cuatro gobiernos empujando, el último a regañadientes.
Al ver el entusiasmo del Ministro de Minas y Energía se alcanza a pensar que es genuino, y que de pronto el Gobierno recapacitó; que entendió por fin que la lucha contra el cambio climático no riñe con que Colombia sea autosuficiente y exporte petróleo y gas el tiempo necesario, y que al igual que todos los países -esos sí sensatos- aproveche sus recursos energéticos, en vez de destruirlos de manera apresurada, como aquí se intenta.
Pero no. En vez de apostarle a desarrollar todo el potencial hidrocarburífero del país y levantar las restricciones a nuevos contratos, ampliar las operaciones en el Permian y desarrollar los yacimientos no convencionales en Colombia (en los que se estima hay 24 tcf de gas natural, cuatro veces más del que estamos festejando), Petro ya empezó a decir que gracias a esta gran noticia, que no debe gustarle, no se necesita explorar más.
Colombia es un país con muchas necesidades y los recursos financieros son escasos. De ahí no solo la necesidad de priorizar y hacer más eficiente el gasto, sino, de optimizar al máximo los recursos naturales que tenemos, empezando por el petróleo y el gas. El mundo y nosotros, los necesitaremos varias décadas mientras se avanza en acciones realistas y efectivas para contener el calentamiento, con el concurso decidido del sector energético, en especial en los países desarrollados. Es decir, sin condenar a los países más pobres a la miseria.