Columnistas
Salud, divino tesoro
Existen tantos motivos para comprometer nuestra salud, entre ellos los abusos en lo que ingerimos, pero también en nuestra emocionalidad, en lo que pensamos y decimos.
Gracias al cielo he tenido una muy buena salud, fuera de muchos otros privilegios, me siento muy agradecido. Hace unos pocos días vi mi salud comprometida, por comerme algo no muy bien tratado en la calle y me provocó una infección bacterial que me causó una deshidratación severa y terminé en la clínica por urgencias.
Cuando eso sucede es donde uno, en medio del miedo por lo que pueda pasar y la maluquera que me causaron unos calambres devastadores por la falta de hidratación, allí es donde uno se da cuenta que lo más importante para esta vida, que nos ha sido prestada, es la salud, sin ella nada de lo demás tiene valor. Damos por sentado que va a estar allí para siempre y solo cuando llegan las enfermedades, la valoramos y es allí cuando ya es muy tarde porque por nuestros descuidos y comportamientos desbordados la afectamos.
Existen tantos motivos para comprometer nuestra salud, entre ellos los abusos en lo que ingerimos, pero también en nuestra emocionalidad, en lo que pensamos y decimos. Una rabia puede causarnos más daño que una fritanga. Desear el mal a alguien puede ser más causa de envenenamiento que la comida chatarra.
Lo que quiero decir es que debemos evitar, tanto en lo que comemos como en lo que pensamos, hacernos daño. Yo aprendí la lección que comer algo mal manipulado debo evitarlo. A los trabajadores, ya sea de la calle o de los restaurantes, por favor tener protocolos de mucha higiene en la manipulación de los alimentos. Pero más importante, y es algo que debemos evitar, son los celos, las envidias y las culpas, etc. porque también nos hacen mucho daño.
Cuando pienso en esto siempre recuerdo a Steve Jobs, quien murió joven y dijo: “Tengo el dinero para contratar al mejor en la tarea que sea, pero no es posible contratar a alguien para que cargue mi enfermedad. El dinero puede conseguir todo tipo de cosas materiales, pero hay una cosa que no se puede comprar: La vida”.
Finalmente, nuestra salud depende más que de la parte genética, de nuestro comportamiento, solo nosotros podemos procurarnos una mejor salud.
Cosas que ayudan: meditación, aprender a respirar que es el alimento más grande, el aire que respiramos, el buen descanso, contacto con la naturaleza, cultivar las buenas relaciones, alimentar nuestro cuerpo con alimentos saludables y mantener una buena hidratación, el agua que tomamos que sea de buena calidad.
La salud espiritual es igual de importante a la física y la emocional. Espiritualidad es diferente a religiosidad, ella está dentro de cada uno de nosotros y no en los templos. Tener fe es importante, sea cual sea, que finalmente se manifiesta en los rituales que tengamos cada uno de nosotros con una actitud ceremonial hacia el universo, nuestro agradecimiento a Dios o al gran misterio. Mucha humildad y buena vibra en todos los actos de nuestra vida.