Columnistas
Una vida con propósito
Felicitaciones, no solo para un hombre que ha dejado una Cali mejor de la que encontró, sino para una comunidad educativa que hereda los altos estándares de vida y obra del saliente rector.
Quiero dedicar esta columna a un hombre que ha logrado lo que ningún presidente de Colombia ha logrado: ser reelegido por 50 años consecutivos. Y sin un solo voto en contra.
Se trata de Luis H. Pérez, rector de la Universidad Autónoma de Occidente, institución que celebra cinco décadas de existencia con alegría pero, al mismo tiempo, el sabor agridulce de una despedida.
El rector Luis H. Pérez, hace rato pensionado, se marcha a un feliz y merecido retiro. Tenía todo listo para ceder la batuta en 2019, pero la pandemia le impuso el deber ético de mantenerse al frente de la institución en uno de los momentos más desafiantes de su historia.
Una historia que comienza con una primera década de estrechez económica y problemáticas sin par, por allá en 1973, cuando nadie en su sano juicio habría aceptado semejante responsabilidad. Excepto, claro, Luis H. Pérez, quien recibió una entidad más llena de buena voluntad que de certezas, y la llevó a convertirse, hoy por hoy, en modelo de gestión académica, financiera y ambiental.
Empezó su vida académica como odontólogo, de la Universidad Nacional, y cuando abrieron la carrera de Psicología se convirtió en pionero de la doble titulación en Colombia. Y aunque pocos creyeran que la odontología tiene algo que ver con la psicología, demostró, como director del Departamento de Higiene Mental de la Secretaría de Salud Pública del Valle, que todo está conectado por la misma veta: la pedagogía y el trabajo social con comunidades.
Fue director del departamento de Psicología de la Universidad del Valle y decano de las facultades de Educación y de Estudiantes de dicha institución.
Pero si algo ha sido permanente en su camino, ha sido la dicotomía, la necesidad de elegir entre dos opciones tan opuestas como tentadoras: Cali o Bogotá, Colombia o los Estados Unidos, donde le esperaban jugosas ofertas universitarias que lo habrían llevado a un tranquilo camino lleno de golf y caminatas soleadas por Miami. Pero, para bien de Cali, eligió los desafíos intelectuales y espirituales antes que la ruta sencilla.
Sus angustias y recompensas, tras 50 años como rector de la Autónoma, las ha dejado plasmadas en el libro La Forja de un Sueño, que apuré con una mezcla de sorpresa y admiración, página tras página, pues su voluntad de hierro hizo posible lo imposible.
Le pregunté a qué piensa dedicarse ahora que pasa a ser un feliz retirado de la academia, y dice que quiere viajar con su esposa, posiblemente al Tíbet, para conocer los monasterios budistas que tanto admira. Le confesé que me parece una mala decisión, francamente peligrosa, pues lo más probable es que al conocerlo lo nombren Dalai Lama y lo reelijan a perpetuidad.
Felicitaciones, no solo para un hombre que ha dejado una Cali mejor de la que encontró, sino para una comunidad educativa que hereda los altos estándares de vida y obra del saliente rector. Pocos saben lo que significa la H de Luis H. Pérez, pero seguro quiere decir Heroísmo.