Escuchar, escuchar...
A Dolly Montoya, rectora de la Universidad Nacional, quien pide construir esa “nación para todas y todos” en la que una “primera tarea es apropiarnos de nuestro futuro a través de las propuestas de la ciudadanía
Nos quejamos de que no nos oyen, pero también deberíamos quejarnos ante nosotros mismos por nuestra propia incapacidad de oír. Y sí, felizmente hay gente que propone salidas, frente a tanta ineptitud y por encima de los odios que carcomen a esta sociedad.
He dicho salidas, no atajos. Porque se siguen equivocando, comenzando por Iván Duque, quienes piensan que esto se arregla con anuncios (viejos y desengavetados); un discurso en inglés en el que prima la imagen personal y la búsqueda (imposible) de una absolución en el escenario internacional; y algún nombramiento que hubiera sido ideal mucho antes y no ahora, cuando tiene claros tintes de contentillo.
Para todos es urgente escuchar, es inaplazable escuchar, hoy más que nunca: a la representante a la Cámara Katherine Miranda, cuando propone cuatro pasos: 1- Diálogo ya con los jóvenes en el territorio. 2. Comité de verificación internacional de la situación de DD.HH. 3. Levantamiento de los bloqueos y 4. Reformas estructurales en el Congreso.
A Dolly Montoya, rectora de la Universidad Nacional, quien pide construir esa “nación para todas y todos” en la que una “primera tarea es apropiarnos de nuestro futuro a través de las propuestas de la ciudadanía (que están sobre la mesa, digo yo) desde la inclusión, la solidaridad y el reconocimiento de los derechos”.
Al profesor Fernando Posada cuando nos recuerda que no hay violencia buena: “El discurso de deshumanización contra la fuerza pública solo llevará a tragedias. Claro que los excesos de fuerza hay que condenarlos. Pero quienes hacen parte de las filas son tan humanos como todos los demás. Rechacemos el abuso contra la uniformada en Cali y pidamos justicia”.
Al rector de la Javeriana, Jorge Humberto Peláez Piedrahita: la reconciliación es imposible si no se hace (desde ahora mismo, opinó) como “proceso educativo (...) para formar hombres y mujeres nuevos, tolerantes, respetuosos de la diversidad, con sentido de justicia social, preocupados por el bien común, capaces de resolver conflictos por medio de un diálogo civilizado”.
A la escritora y periodista Adriana Villegas quien prevé lo que algunos pescadores en río revuelto alistan en sus redes: “Aquí no se necesita una constituyente. Se necesita una clase política que no sea palo en la rueda para hacer lo que quedó consagrado en la Constitución del 91, empezando por la independencia de poderes y la garantía de los derechos fundamentales”. Ojo con eso.
A la abogada Rebeca González quien, cuando no ve (como no vemos muchos) “alguna luz por el lado del Gobierno y el comité del paro”, mira como opción los espacios abiertos en lo local. Y pide ver y escuchar, el “Acuerdo para la conformación del espacio promotor del diálogo social en Cartagena” que firmaron sindicatos, Consejo Gremial, Fenalco, Cámara de Comercio, representantes de carperos, salvavidas, economía informal, cultura, turismo, entre otros” Este es el texto:
https://twitter.com/_ajaytuque/status/1395741367159119878?s=20. De acuerdo, a mí el caso me resulta ejemplar.
Al profesor Julián de Zubiría: “Un paro prolongado, necesariamente se degrada. El país necesita urgentemente un primer acuerdo. La única opción es dialogar, concertar y firmar conjuntamente. Para lograrlo, Duque debe rechazar violaciones a DD.HH. y aceptar a la CIDH en Colombia. El Comité debe solicitar levantar bloqueos”. Total, profesor.
La exministra Paula Moreno, cuando cita a Sueli Carneiro, la líder afrobrasileña, a quien cuando le preguntaron sobre política respondió:
“Entre izquierda y derecha, yo sigo siendo negra”. Dice Paula: “Una respuesta contundente y clara ante el oportunismo étnico, en los silencios o los cambios de discurso de los liderazgos”. Sí señora, así es.
Estos son apenas algunos a quienes escucho y reconozco su aporte. ¿Cuáles son los suyos y qué proponen?
Sobrero: En su gestión como Alto Comisionado para la Paz, Miguel Ceballos hizo todo lo contrario. Pero se le reconoce al menos que, de salida, nos confirmó quién manda aquí.
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