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Otra verdad

Sería bueno también saber si, como Eln que son, están dispuestos a pedir perdón. No ese protocolario de entonces sino del sincero que merecen las víctimas

29 de agosto de 2021 Por: Vicky Perea García

En Colombia hay dos formas de consultar la memoria del periodismo sobre la nación. Una fascinante, esa que reúne el ir y venir de los sucesos, contada a veces de forma maestra en textos, voces e imágenes que nos remontan a los hechos y a sus tiempos. Ojalá fuera ese el tema de esta columna.

Porque la otra forma, que hoy me ocupa, habla de 160 hombres y mujeres que han caído asesinados, lo dice la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, “por razones del oficio” periodístico. Hablamos desde Eudoro Galarza Ossa (en 1938, de la ‘Voz de Caldas’, un periódico de la época), a manos de un agente del Estado, hasta el reciente caso de Felipe Guevara (del diario Q’hubo, de esta casa editorial, en 2020), tras lo que parece haber una banda criminal y algunos alcahuetes.

Ahí, por esa segunda vía, el periodismo se relata a sí mismo entre aniversarios luctuosos. Esos de los días en que tantos colegas fueron silenciados, sin que sus asesinos lograran siempre atajar las denuncias sobre sus siniestras actividades. Porque se mata a la persona, no a la verdad.

Así es como ya casi son 35 años del infausto día en que balearon a Guillermo Cano en Bogotá y 25 años de aquel en que pusieron fin a la vida de Gerardo Bedoya aquí, en Cali. Y fueron 22, hace un par de semanas, de la mañana en que nos despertó el atentado contra Jaime Garzón, o 23 años del que se llevó a Amparo Leonor Jiménez, luego de dejar en la puerta del colegio a su hijita, en Valledupar. Solo para citar algunos por falta de espacio, porque todos los 160 merecen igual atención.

Con el perdón de cada uno de ellos y sus familias, me detengo en otro caso, el de José Eustorgio Colmenares Baptista. Son 28 años desde ese 12 de marzo en que dos hombres llegaron a su casa en el barrio Los Caobos de Cúcuta, donde departía con su esposa, Esther Ossa de Colmenares, para, de manera cobarde, darle muerte a nombre de la llamada Unión Camilista del autodenominado Ejército de Liberación Nacional.

Dos días después, en panfleto a los medios de comunicación, ese grupo ilegal denominó el hecho una “alerta roja” que dizque debía servir al periodismo para “rectificar su práctica y retomar la ética profesional” con el fin de que “los medios cumplan su función social e imparcial”. Qué tal el argumento para justificar semejante salvaje manera de acabar con una vida y, de paso, tratar de arrinconar el ejercicio de la libertad de prensa. Tiempo después, con la misma desvergüenza, se disculparon.

Sería bueno saber qué piensa hoy el Eln sobre ese mismo hecho. Digo, dentro de la posibilidad de aclimatar un futuro posible proceso de paz con el Estado. Más, cuando la semana pasada veo en la prensa que “una fiscal especializada de Cúcuta ordenó la captura de cuatro integrantes del denominado Comando Central (Coce), por su presunta responsabilidad en el asesinato de José Eustorgio Colmenares Baptista, fundador y exdirector del diario La Opinión”.

Porque creo que esa medida, la de la captura, es de muy improbable cumplimiento, pues no sería malo que ellos (Nicolás Rodríguez Bautista, alias Gabino, Herlinton Eliécer Chamorro Acosta, alias Antonio García, Israel Ramírez Pineda, alias Pablo Beltrán, y Rafael Sierra Granados, alias Ramiro Vargas) nos contaran esa verdad, una de las tantas que nos deben como sociedad que somos, sobre el homicidio de José Eustorgio, crimen además considerado en 2013 como de lesa humanidad.

Y sería bueno también saber si, como Eln que son, están dispuestos a pedir perdón. No ese protocolario de entonces sino del sincero que merecen las víctimas, sin que hacerlo los exima de la responsabilidad que puedan tener, cómo ya lo dirá la justicia. Sería bueno saberlo, señores, en este país donde casi nadie, con todas las evidencias a la vista, se considera culpable de nada y en el que ustedes, está muy visto, tampoco son la excepción.

Sobrero: La oficina de pasaportes de la Gobernación del Valle del Cauca que funciona en el Centro Comercial La Estación es uno de los mayores ejemplos de orden, eficiencia, buen servicio y pulcritud. Y lo mejor: a todos por igual, sin palancas.

Sigue en Twitter @VictorDiusabaR

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