Editorial
Escasez mortal
Pero lo que más preocupa es que la crisis del sistema de salud pueda obedecer a razones políticas que pretendan obligar a una reforma de facto...
La responsabilidad sobre la grave situación por la que atraviesa el sistema de salud colombiano recae hoy en el Gobierno Nacional. La deuda con la red de servicios hospitalarios y clínicos sigue sin amortiguarse, la escasez de medicinas es cada vez más crítica mientras la intervención de las EPS donde están más de la mitad de los afiliados, parece haber agudizado los problemas.
Es de esperar que la intención no sea deteriorar el sistema para obligar a una reforma a la brava y que se den las soluciones que exigen los ciudadanos.
Desde hace varios meses la constante son las largas filas en las farmacias encargadas de dispensar los medicamentos a los usuarios de las Empresas Promotoras de Salud, EPS. Esa, sin embargo, es la menos perjudicial de las complicaciones por las que pasa el servicio en Colombia. El problema mayor es que no se entregan los remedios formulados y que por ello se está poniendo en riesgo la vida de millones de personas que sufren alguna dolencia.
En el Informe Exclusivo publicado en esta edición dominical de El País, se da cuenta de al menos tres muertes que podrían estar relacionadas con la no entrega de medicamentos a pacientes con enfermedades graves, crónicas o huérfanas, algunos de ellos menores de edad. Ya se venía advirtiendo desde diversos sectores de la salud, incluidas las asociaciones de especialistas médicos, lo que podría ocurrir de persistir esa escasez.
Dónde está el origen de lo que pasa es lo que se debe dilucidar. Sin duda, el endeudamiento de las EPS -que podría llegar a los $13 billones- está afectando su funcionamiento, incluida la dispensación farmacéutica. Es un complejo caos que empezó a forjarse hace años, se agudizó con la pandemia y empeora por falta de decisiones del Gobierno Nacional para sanear las finanzas del sistema o para agilizar la entrega de recursos a cargo de la Adres.
La intervención estatal a la Nueva EPS, a Sanitas y a otras Prestadoras, donde se encuentran afiliados 25,8 millones de colombianos, es decir la mitad la población nacional, no ha sido la solución, por el contrario, los males parecen acentuarse. Tampoco ayuda la lentitud sistemática del Invima para aprobar el ingreso de medicamentos al país o de las bases necesarias para su producción.
Pero lo que más preocupa es que la crisis del sistema de salud pueda obedecer a razones políticas que pretendan obligar a una reforma de facto, aquella que el gobierno de Gustavo Petro no ha podido sacar avante en el Congreso de la República en sus dos años y medio de mandato. El efecto dominó -el chu chu chu al que se ha referido en varias ocasiones el Presidente-, que significaría la caída paulatina del servicio hasta hacerlo inviable, es el peor panorama que puede presentarse en Colombia.
Con la salud y la vida de los ciudadanos no se juega. Por eso hay que exigir que se dé solución inmediata a la escasez de medicamentos en los dispensarios de las EPS, que se resuelva la crisis financiera del sistema y se garantice un servicio oportuno y eficaz para todos los colombianos.