Editorial
La voluntad de Venezuela
Por igual hay que reclamar que se respeten la libertad y la integridad de quienes hoy representan esa lucha contra el régimen de Maduro.
Pasada una semana de los comicios presidenciales de Venezuela, el régimen de Nicolás Maduro insiste en abrogarse un triunfo que no ha demostrado. Y no lo hará porque las pruebas reveladas por la oposición muestran el fraude cometido, así como diferentes análisis de misiones internacionales de observación electoral son contundentes al dar como ganador a Edmundo González, por una diferencia sustancial.
Como ocurrió en las elecciones anteriores, el chavismo creyó que esta vez también le bastaría con declararse vencedor, secundado por un Consejo Nacional Electoral que está al servicio del oficialismo, y que con la represión conseguiría acallar a las mayorías. El pueblo venezolano, como se vio ayer en las calles de las principales ciudades a donde miles de ciudadanos salieron a exigir el respeto de los resultados, no está dispuesto a que su voluntad termine, otra vez, pisoteada por el régimen.
A estas alturas insistir en que el CNE muestre las actas de los puestos de votación, parece una pérdida de tiempo. Como lo hizo el 28 de julio al filo de la medianoche, el viernes pasado la entidad electoral ratificó a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela, lo que deja en claro que no serán atendidos los llamados de la comunidad internacional para que se haga un reconteo de los votos, ni las voces de las mayorías venezolanas para que se respeten los resultados que son evidentes.
Frente a lo que pasa, ningún país que se precie de ser democrático y respetuoso del Estado de Derecho puede ser indiferente, ni mucho menos mostrarse ambiguo en su posición. La voluntad popular se hizo sentir en las urnas y hay que acompañarla con firmeza, rechazando los intentos del chavismo de perpetuarse en el poder como lo hacen las dictaduras.
Y hay que mantenerse vigilantes sobre la represión que se ha desatado en contra de quienes reclaman el triunfo de la oposición. Son más de mil detenidos, en su mayoría jóvenes e incluso menores de edad que han mostrado su valentía al protestar. Lo que reclaman es su derecho a tener un futuro mejor, con las oportunidades que se les han negado en buena parte de los últimos 25 años, esas que les permitan permanecer en su país y no pasar a integrar la diáspora de ocho millones de compatriotas que han huido de la pobreza, de las carencias e incluso de la persecución.
Por igual hay que reclamar que se respeten la libertad y la integridad de quienes hoy representan esa lucha contra el régimen de Maduro. María Corina Machado, Edmundo González y aquellos que lideran la oposición deben ser protegidos, mientras hay que exigir que los detenidos o desaparecidos políticos, como Freddy Superlano, sean puestos en libertad.
La voz de los venezolanos ya se manifestó, ahora al chavismo le corresponde escucharla. Mientras tanto naciones como Colombia, que recibe los efectos directos de lo que acontece en el vecino país, tiene que mostrar firmeza contra el que solo puede calificarse como un régimen dictatorial.