Editorial
Liderazgo renovado
Los dos gobernantes electos entendieron muy bien que la primera victoria temprana que podían lograr, incluso antes de asumir sus cargos, era empezar a recuperar la unión de los vallecaucanos.
Henry Kissinger, ese político hábil y controvertido que falleció esta semana a sus cien años, dejó para la posteridad una de las mejores reflexiones sobre lo que es el liderazgo: “La tarea del líder es llevar a su gente desde donde está a donde no ha estado”, dijo hace algunos años el ex diplomático estadounidense. La frase cobra toda relevancia en el contexto en el que se mueven Cali y el Valle del Cauca durante estos últimos días del presente año. Porque resulta evidente que soplan vientos refrescantes de reactivación en el liderazgo regional.
Sin duda alguna, la elección de Alejandro Eder como alcalde de Cali y de Dilian Francisca Toro como gobernadora del Valle han llevado a todos los sectores de la sociedad vallecaucana a moverse nuevamente hacia el diálogo. Algo muy diferente de lo que ocurría hace menos de dos años, cuando el estallido de la violencia terminó por romper unos lazos que se habían debilitado progresivamente en medio de la polarización política y la crisis social y económica que dejó la pandemia.
Los dos gobernantes electos entendieron muy bien que la primera victoria temprana que podían lograr, incluso antes de asumir sus cargos, era empezar a recuperar la unión de los vallecaucanos. Y por ello se han dedicado a tender puentes, no solo con sectores políticos, sino también con otros actores fundamentales, como los empresarios y las organizaciones sociales.
Compartir visiones, buscar sinergias, sumar aliados, es la consigna. De allí ha surgido, por ejemplo, la idea de renegociar en bloque y en términos más favorables la deuda del Municipio y el Departamento con el sector financiero. Y también el propósito de trabajar conjuntamente para sacar adelante en 32 meses la primera etapa del Tren de Cercanías que conectará a Cali con los municipios vecinos.
Es por esa razón que el primer acto de gobierno de ambos, el próximo 1 de enero, será la realización de un consejo de seguridad para acordar soluciones urgentes al deterioro que la región padece en esa materia, especialmente en municipios como Jamundí, Tuluá, Buenaventura y, por supuesto, Cali. La implementación de un batallón en la zona montañosa de Jamundí es el primer gran objetivo.
Lo más importante de este esperanzador momento es que el Valle del Cauca está recuperando algo que siempre estuvo en su ADN, pero que olvidamos por largo tiempo: la convicción de que el liderazgo es un ejercicio colectivo y, por tanto, se debe incluir a todos los sectores de la sociedad en la búsqueda de soluciones para los problemas que nos aquejan. En ese sentido, el encuentro de ambos gobernantes con el Consejo Fundacional de ProPacífico, realizado en la semana que concluyó, marca una ruta clara de hacia dónde avanzar en el 2024.
En medio de este positivo escenario, desconcierta ver cómo el presidente Petro no incluyó a Cali y el Valle en el piloto de su nuevo Plan de Seguridad Nacional. Deben saber el jefe del Estado y su vicepresidenta, Francia Márquez, que a los vallecaucanos nos conecta ahora una nueva ‘vibración’. Y no es hora de que nos den la espalda.