Los huecos eternos
Como si la escasez de recursos no fuera sí mismo un gran inconveniente, los dineros asignados no se optimizan, los trabajos se aplazan y al final hay que hacer adiciones que resultan onerosas y a veces inútiles.
Entre la escasez de recursos públicos y el incumplimiento de los contratistas, Cali no recuperará su malla vial en el futuro cercano. Así, a los caleños no les queda más que seguir esquivando huecos, transitar durante meses e incluso años por las calles que quedan destapadas o pagar por los daños que puedan sufrir sus vehículos y por los que nadie responde.
A 40 días de concluir la prórroga del contrato que se adjudicó en el segundo semestre de 2022 para reparar, entre el 1 de julio y el 31 de diciembre, 400 kilómetros de vías de la capital del Valle, las posibilidades de que se finalicen a tiempo las obras son mínimas. Se sabe, además, que en los diez meses que le quedan, el Gobierno Municipal tampoco cumplirá la promesa que les hizo a los ciudadanos de arreglar las calles, reclamo al que ninguna de las administraciones recientes le han dado solución definitiva.
Con el 70% de una malla vial de 2800 kilómetros en regular o mal estado, y la necesidad de invertir como mínimo $1,8 billones para su reparación, debería ser una prioridad del Municipio destinar parte importante del presupuesto anual a ese rubro. No se ha hecho así. Según el Secretario de Infraestructura, su dependencia apenas dispone de entre $50.000 y $70.000 millones al año para ese fin, cuando deberían ser al menos $400.000 millones para cumplir en un plazo de cuatro o cinco años con ese compromiso.
Como si la escasez de recursos no fuera de por sí un gran inconveniente, los dineros asignados no se optimizan, los trabajos se aplazan y al final hay que hacer adiciones que resultan onerosas y a veces inútiles. Por ejemplo, el contrato actual se firmó por $86.400 millones, tiempo después se le sumaron otros $15.000 millones, se prorrogó por cuatro meses más y apenas va en un 50%. Es decir, todo apunta a que tampoco esta vez se entregará a tiempo.
Lo más grave es que cuando por fin se concluyan esas obras no se habrá solucionado el deterioro que afecta a la mayoría de las calles y avenidas de la capital del Valle. Las cifras son claras: si al finalizar 2022 había en Cali 1945 kilómetros de vías en regular y mal estado, una vez finalice el contrato, si es que se cumple, aún quedarán 1545 kilómetros sin intervenir.
Por ello es válida la decepción de los caleños, para quienes el deterioro de la malla vial local es, junto con la inseguridad, uno de los problemas que más los afecta y preocupa. Ahí está la razón de sus críticas a una administración municipal que no parece estar en sintonía con las necesidades reales de la ciudad y dispone de los recursos públicos para asuntos que no son prioritarios, mientras firma convenios onerosos, cuestionados y que terminan bajo investigación de los organismos de control del Estado.
Cali se merece una malla vial en las mejores condiciones, a la altura de una ciudad que progresa, que facilite la movilidad fluida y no se convierta en la causa de contratiempos y accidentes para sus usuarios.