Editorial
¿País de viejos?
A menos jóvenes, menos mano de obra, lo que tendrá efectos nefastos sobre la productividad y por consiguiente sobre la economía nacional.
Colombia se mantiene aún como un país joven, una ventaja que se perdería en los años venideros si la natalidad continúa en caída libre como ocurre hoy. El registro de nacimientos en los primeros cuatro meses de este 2024 es el más bajo de la última década, una tendencia constante desde la pandemia y que tendrá repercusiones para la Nación en el mediano plazo. Las reflexiones sobre ese futuro deberían empezar cuanto antes.
El informe de cifras vitales publicado ayer por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, que entre otros datos incluye los nacimientos y defunciones ocurridos en Colombia entre enero y abril de este año, revela que en ese periodo se registraron 145.416 natalicios en el territorio nacional. Es una variación histórica de -14,6% si se compara con el mismo periodo del año anterior.
La contracción en el número de nacimientos en el país se vislumbra de forma clara desde hace nueve años, con una curva más acentuada a partir de la pandemia provocada por el Covid-19. En los primeros cuatro meses de 2023 ya se presentaba una reducción del 9,7% frente a igual periodo de 2022. La tendencia continuará y será aún más marcada en los años siguientes, lo que llevará a un envejecimiento paulatino de la población.
Si bien el número de menores de edad representa hoy el 25% del total de los 52 millones de colombianos censados a la fecha, el decrecimiento en las tasas de natalidad debe prender las alertas sobre los problemas que traerá en un futuro no muy lejano el que la sociedad esté conformada en su mayoría por adultos, sin que haya un equilibrio con el número de nacidos.
A menos jóvenes, menos mano de obra, lo que tendrá efectos nefastos sobre la productividad y por consiguiente sobre la economía nacional. A menos trabajadores cotizando en el sistema pensional, menos posibilidad de que este, cualquiera que sea su esquema, se sostenga. Igual pasará con la educación, con el aseguramiento, con la salud.
Colombia empezará en los próximos años a sentir los efectos de una realidad que ya viven en particular las naciones más desarrolladas, donde sectores como la agricultura, el transporte, la construcción o la limpieza se están quedando sin mano de obra para enfrentar la demanda. Es una pandemia global que se calcula terminará afectando al menos a las tres cuartas partes de los países para el año 2050.
Hoy, por ejemplo, Europa necesita 60 millones de personas para suplir sus necesidades de fuerza laboral, mientras Japón ya se califica como un país de ancianos y Estados Unidos ve cómo sus bajas tasas de natalidad le empiezan a pasar factura. En esa urgencia de conseguir trabajadores que suplan las carencias, se incrementa la migración de jóvenes, que encuentran allá las oportunidades que les son esquivas en sus países de origen.
La perspectiva de una nación con menos nacimientos y más jóvenes migrando, es al menos preocupante. Por eso es tiempo de empezar los debates sobre cuáles serán las políticas públicas que se requerirán para que esa baja no genere en el mediano plazo una crisis economía y social que sea insostenible para Colombia.