Se acaba el tiempo
Es la falta de sincronía con las necesidades reales de sus ciudadanos y el incumplimiento de las obras prometidas lo que más efecto tiene en esa percepción negativa de la Administración Municipal
Once meses y una semana es el tiempo que le queda a la administración del alcalde Jorge Iván Ospina para concluir su periodo. Obras importantes para la ciudad ni siquiera se empezarán, otras se dejarán en proyecto y algunas más quedarán iniciadas pero sin los recursos garantizados para terminarlas.
La baja calificación que le dan los caleños a su alcalde en las encuestas más recientes, según las cuales Ospina tiene una desaprobación del 75%, refleja la decepción que hay con el actual gobierno local. Presuntos contratos irregulares, realizaciones que no se ajustarían a la ley e incriminaciones por actuaciones que se consideran por fuera de los lineamientos éticos han, sin duda, menoscabado la confianza en la administración municipal. Pero es la falta de sincronía con las necesidades reales de sus ciudadanos y el incumplimiento de las obras prometidas lo que más efecto tiene en esa percepción negativa.
Sin desconocer las consecuencias de la pandemia del Covid-19 en el normal desarrollo de la ciudad y lo que representó para la capital del Valle el paro del 2021 que se extendió por dos meses, suena irresponsable endosarles a esos eventos la lentitud y la falta de gestión que se observan, o peor aún la desviación de recursos públicos a obras que no son prioritarias para la comunidad. Varios de los proyectos que se anunciaron no se realizarán y otros más generan cuestionamientos.
Como lo publicó El País, la universidad distrital, de la que se dijo sería la segunda institución de educación superior pública más importante de Cali, con la cual se resolvería en parte el acceso de los jóvenes de sectores más vulnerables, en particular del oriente de la ciudad, a los estudios universitarios, no se hizo ni se hará en el corto o mediano plazo porque no hay los recursos que se requieren. Tampoco se logró en estos tres años determinar una alternativa viable para la fallida ampliación de la vía al mar, ni se hicieron el Paseo de Jovita al Río o la remodelación de la Avenida Sexta.
Megaobras como el Parque Tecnológico de San Fernando aún no arrancan y continúan las críticas al proyecto de Cristo Rey, que de cinco etapas apenas avanza en dos, mientras las tres restantes se le dejarán a la siguiente administración sin que estén asegurados los recursos financieros para continuarlas. A ello se añaden obras sentidas para la ciudadanía como la reparación de su malla vial, la actualización tecnológica y la compra de cámaras de seguridad, así como la instalación de semáforos inteligentes, que siguen en pendiente o con retrasos importantes.
En Cali se han hecho obras, ello no se puede cuestionar. Lo que no quiere decir que las inversiones sean las que demanda la población o las que se requieren para garantizar a los caleños una mejor calidad de vida. El endeudamiento de la ciudad en estos tres años es alto si se tienen en cuenta los $650.000 millones aprobados por el Concejo en el 2020, además de las vigencias futuras autorizadas. Con ello, más el presupuesto público para inversión anual, lo que esperaba la capital del Valle era que se le cumplieran las obras prometidas. Once meses y una semana ya no es tiempo suficiente para lograrlo.