Esos milagros cotidianos que algunos llaman nacimientos no solo ocurren entre manos humanas, últimamente dadas a la moda de los guantes plásticos: también acontecen al pie de unas patas que más bien parecen alambres rosados de al menos 60 centímetros de largo. Tras permanecer alrededor de un mes dentro de huevos tan blancos como tiza, seis polluelos de flamencos en el Zoológico de Cali eclosionaron a inicios de abril.
Su pelaje, al contrario del de sus padres, no es de color rosa, sino de un gris apagado. Como miembros de una especie que crece a una velocidad considerable, ya abandonaron el nido luego de atrincherarse en él entre cinco y nueve días. Ahora rondan libremente por la manada a la espera de cumplir los 90 días de nacidos, cuando se independicen por completo de sus padres y su pelaje empiece a parecerse al de ellos.
Hace poco, el pasado 11 de abril, fueron visitados por no menos de 11.000 personas, pero no desde el otro lado del charco en donde reposan las aves, en el corredor que las separa de los clientes del Zoológico, ni mucho menos al otro extremo de un vidrio de seguridad, sino de un cristal más liviano conocido como pantalla de celular que justo a la 1:00 de la tarde reproducía un video en vivo en las redes sociales del Zoológico de Cali.
La 1:00 de la tarde es la hora que Susan Posada, gerente de comunicaciones, tiene por costumbre conectarse entre lunes y viernes con los usuarios para que sean testigos -vía digital- de cómo los colaboradores del lugar alimentan, cuidan o rehabilitan a los animales en estos días de cuarentena en los que el ingreso de visitantes está prohibido desde hace más de dos meses.
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Afirma que en sus dos décadas de experiencia como colaboradora de la Fundación nunca presenció una crisis tan impactante como esta.
“Los costos mensuales llegaban a $1000 millones, pero una vez se llegó a una serie de acuerdos con los proveedores y reducir gastos que no eran imprescindibles, hoy debemos cubrir $700 millones. Y al no recibir visitas, que es de lo que dependemos casi en su totalidad, hemos emprendido diferentes estrategias”, explica Susan.
Primero, fue acudir a las reservas de las cuentas bancarias para pagar las nóminas de los 250 trabajadores hasta la última quincena de abril, porque más adelante se tuvo que acudir a una medida más drástica, que era rebajar los salarios de todos, salvo quienes ganaran el mínimo. Mientras más alto era el cargo, más elevado fue recorte.
Pero la pandemia también ha obligado al Zoológico a reinventarse a través de otras vías menos ortodoxas. Una de las más conocidas por los caleños fue vender almuerzos a domicilio, estrategia que fue muy útil entre finales de abril e inicios de mayo, cuando se lograban vender cerca de 200 platos al día, pero que repentinamente bajaron a 50 la semana pasada.
“Queremos darle un vuelco a la estrategia para ver si podemos llegarle a más gente”, indicó Susan, quien agregó que pronto comercializarán objetos de recuerdo a través de una plataforma digital que está en etapa de construcción.
Y hablando de construcción, la obra ‘Por el camino de los Andes’, en donde se tenía planeado que iban a estar los pumas y venados, fue suspendida tan pronto entró a regir la cuarentena. Se trataba de un área que las directivas proyectaban su apertura en agosto. “Ahora el cemento no es prioridad, sino el bienestar de nuestros animales”, sentencia Susan.
Si usted quiere ayudar al Zoológico de Cali con la compra de almuerzos o donación de comidas para los animales, puede comunicarse al teléfono 4880888.
Y quién mejor para abordar ese tema que Dave Wehdeking, gerente de Bienestar Animal del Zoológico, quien dice: “Hemos recibido ayuda de supermercados, ciudadanos y hasta hace poco del futbolista Jhon Cardona”.
Pero si uno es un ciudadano de a pie que quiere extender una mano, ¿qué hacer en ese caso? Wehdeking explica que frutas y verduras como habichuela, papaya, banano, apio, pera, manzana, piña, tomate o sandía hacen parte de la alimentación básica de venados, tatabros, llamas y cebras.
Pero garantizar una dieta balanceada para los 2500 animales de 230 especies diferentes no es lo único que ocupa a Wehdeking, sino también su atención médica. Cinco meses atrás, en diciembre pasado, el Zoológico recibió una nutria bebé desde Arauca. Luego de que su madre fuera asesinada por traficantes, él y su hermano lograron huir para que más tarde los rescataran en condiciones deplorables la autoridad ambiental de aquella región. La nutria que hoy alberga el Zoológico es la única cría que sobrevivió.
Llegó a Cali con un peso que apenas rozaba el kilo. “Pensamos que… no lo iba a lograr”, recuerda el veterinario. Los primeros días tomaba tetero y su celo a sumergirse en el agua era extraordinario. La recuperación fue lenta, pero a un par de meses transcurridos cobró más rapidez y cada día ganaba cerca de 100 gramos diarios. Hoy, come cerca de dos kilos y medio de pescado diarios y de lunes a lunes asiste a sus clases de natación.
“Nos enfocamos en fortalecer su sistema músculo-esquelético, además de que la estamos habituando para que en un futuro le hagamos un seguimiento médico, es decir, que se deje hacer ecografías, tomas de sangre, entre otros exámenes”, agrega Wehdeking.
La última vez que los caleños tuvieron noticias de ella fue el 13 de mayo, cuando en el ‘Facebook Live’ de Susan cerca de 20.000 usuarios advirtieron cómo la nutria se zambullía hasta las profundidades de un recinto reservado solo para ella. Pronto compartirá lugar con tres nutrias adultas. El video continúa y los usuarios le envían saludos. Le prometen que la visitarán “cuando todo esto termine”.
Acuaparque de la Caña
La estrategia principal de la Corporación para la Recreación Popular, CRP, para garantizar el sostenimiento del Acuaparque de la Caña fue lanzar la membresía ‘Fanáticos de las olas’, que permite a los caleños acceder a todas las diversiones del lugar por un año, incluso, las zonas VIP. El costo es de $300.000 es válida hasta para cuatro personas.
“Tener todo el parque cerrado es muy complejo, a pesar de ser una empresa organizada, sostener a casi 300 colaboradores es muy difícil. Por eso la estrategia nace con la iniciativa de buscar unos recursos que ayuden a la organización”, indicó Lorena Balmas Gómez, comunicadora de la CRP. Además, están ofreciendo membresías a las empresas para que realicen eventos dentro de sus instalaciones.