En la primavera del 2016 el fotógrafo británico estadounidense Malcolm Linton decidió viajar a La Habana, ciudad donde estaban en curso las conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las Farc.

El viaje de Malcolm tenía un solo objetivo: contarle al mundo una historia objetiva sobre los guerrilleros rasos. Quería mostrar quiénes eran y cómo cambiarían sus vidas al término del Proceso de Paz. “Cada vez que aparecía un negociador guerrillero me presentaba y le explicaba mi idea”, cuenta Malcolm en la presentación de su libro de fotografías titulado ‘Metamorfosis. Guerrilleros en busca de la paz’.


“Al cabo de una semana regresé a Colombia, dudando de que alguien hubiera tomado en serio mi propuesta. Pero un poco más de un mes después llegó un correo anunciando que habían aprobado mi solicitud de pasar un tiempo en un campamento”, explica este reconocido fotógrafo conocido por sus imágenes de conflictos y temas de Derechos Humanos en el mundo.

Las fotografías fueron tomadas entre los años 2016 y 2018, y Malcolm aclara que ninguna de las imágenes que aparece del libro fue posada o inventada. “Bajé la cámara cuando alguien parecía estar reaccionando ante ella”.

Malcolm en 1976, a la edad de 19 años, visitó Colombia por primera vez, luego regresó como reportero de 1985 a 1986. Su trabajo como fotógrafo empezó en 1989, cubriendo la insurgencia guerrillera de El Salvador y Nicaragua, así como la invasión de Estados Unidos a Panamá.

Desde 1991 hasta 1995 vivió en Rusia, donde registró el colapso de la antigua Unión Soviética para revistas como Newsweek, Time, National Geographic y Paris Match. Después, radicado en África, cubrió historias como la guerra civil del Congo, las rebeliones en el sur de Sudán y las montañas Nuba, así como la epidemia de VIH/SIDA mundial, que también lo llevó a China y al Sudeste Asiático.

Desde hace algunos años este reportero gráfico vive en Colombia junto a su novia y se dedica a realizar fotos de nuestro país. Respecto al libro que lanzó recientemente, dice que “no es una defensa de su ideología o de las acciones del grupo armado”.

En entrevista con Gaceta, Malcolm explica por qué decidió internarse en la selva, cómo eran las noches en los campamentos guerrilleros y cuenta algunas de las historias que hay detrás de sus fotografías.

¿Cómo nació la idea de crear este libro ‘Metamorfosis. Guerrilleros en busca de la paz’?

La idea nació hace tres años cuando estaba en Colombia supervisando la impresión de un libro. Durante ese tiempo me di cuenta del proceso de paz y me interesó mucho.

Estaba consciente de la polarización y de los puntos de vista que habían en el país, por lo que me interesó mirar a los guerrilleros desde un punto de vista un poco diferente y tratar de entender cómo estaban experimentando el proceso de paz. Quería saber qué sentían y quienes eran.

Estaba interesado en la vida de estos guerrilleros rasos, por lo que una manera de conocerlos era ir a la selva y pasar tiempo con ellos.

¿Cree que este libro sirve para impulsar la tolerancia y la inclusión en medio del ambiente de polarización que hoy vive el país?

En medio del debate siempre hay gran cantidad de argumentos, pero estos, la mayoría de las veces, están en forma de palabras. Por este motivo pensaba que con imágenes se podría presentar una mirada distinta al conflicto.

Es claro que cualquier persona mirando las fotografías tendrá la impresión de que yo apoyo la paz. Sin embargo, quiero dejar claro que nos estoy buscando que las personas compartan mi punto de vista, pues solo estoy presentando una serie de imágenes sobre la vida de varios hombres y mujeres que en algunos casos son similares al resto de nosotros.

¿Le dio temor convivir con los excombatientes durante algunas semanas?

No, de ninguna manera porque esto no es cuestión de valientes. Simplemente por esas fechas no había combates entonces no veía que hubiese un riesgo.

Además, yo había conocido a los líderes de las Farc en los años 80 y en ese tiempo tampoco hubo alguna amenaza.

¿En qué año fueron tomadas las fotos en los campamentos?

Llegué allá a mediados de junio del 2016, un poco antes del cese al fuego por parte del gobierno. Durante ese tiempo estaban las medidas de seguridad normales, no había luz durante la noche y uno se tenía que mover por el campamento tocando las ramas que habían a lo largo de los caminos para poderse ubicar. 

Todo esto cambió cuando se anunció la tregua y los guerrilleros ya estaban más relajados. Habían semanas de euforia hasta que se rechazó el tratado de paz en el plebiscito.

Hablemos sobre la fotografía que usted titula Hijo Prodigo...


l protagonista de esa foto es uno de los excombatientes que conocí muy bien. Él se encontró con su madre después de 16 años sin verse.

Cuando volvió a su casa pasé un par de noches con ellos, sus sobrinos, padres y hermanos. Lo que me gusta en esta fotografía es que se puede ver que es un hogar bastante simple, con condiciones bastante precarias pero con un calor familiar muy grande.

¿Cómo se ganó la confianza de los guerrilleros para poder vivir con ellos y sus familias?

Mi costumbre es tratar de trabajar de una manera muy lenta. No llego a un hogar y empiezo a hacer fotos desde el primer instante. Inclusive, en el primer campamento pasé casi una semana sin hacer fotos porque simplemente quería conocer a la gente, compartir con ellos y conversar hasta el punto de que ya era miembro de ellos.

Los excombatientes, en algunos casos, estaban tan relajados conmigo que podían olvidar mi presencia y pude trabajar sin que ellos estuviesen respondiendo a la cámara, motivo por el que las fotos salen como si estuviéramos mirando estos escenarios a través de una ventana.  La idea del libro es tratar de presentar la realidad de la manera más sencilla y pura que se podía.

¿Qué significó para usted ‘Formación’, la fotografía con la que abre su libro?

Esa formación era algo bastante normal porque  se vía dos veces al día en los campamentos, sin embargo, nunca me ha interesado mucho el hecho de fotografiar gente con fusiles.

En ese momento quería tratar de hacer una fotografía de una formación a ver si algo diferente salia y, cuando estaba haciendo la foto, vi un pollo blanco y me pareció que esto cambió de muchas maneras la imagen e introdujo algo  que puede ser una especie de símbolo y de posibilidad de paz en medio de esa formación y seriedad.

En el momento en que ingresa un animal en una foto, es más o menos claro que la fotografía no es un montaje, pues no se le puede decir a los animales dónde pararse y qué hacer.

¿Por qué decide publicar las fotografías a blanco y negro? 

Porque la mayoría del trabajo que existe de las Farc está hecho a color, y como este libro era un proyecto un poco diferente y más metafórico, quería que fuera algo que estuviera un poco fuera de lo normal.

Además, era una decisión personal. Quería experimentar el blanco y negro con una serie de diferentes términos de composición, era una experiencia muy rica y ha tenido bastante acogida.

¿Qué historia hay detrás de la foto que usted titula maternidad?

Hubo un momento en que las mujeres pensaban que ya gozaban de la oportunidad de tener sus hijos, algo que era bastante difícil bajo las condiciones de guerra.

Dicha fotografía es la muestra del inicio del proceso de chequear si ellas estaban o no embarazadas.

Me  impresionó que se pudiera tener este nivel de tecnología allá en la selva. No sé si esto se sabe pero la extinta guerrilla tenía sus propios equipos médicos y sus propios enfermeros. 

También hay una imagen en medio de la celebración del año nuevo... 
Fue un brindis para el inicio del próximo año. Fue algo que se desarrolló en total oscuridad y, como no es mi costumbre utilizar flash, la foto quedó movida y refleja un poco el ambiente de relajación y celebración que se vivió aquella noche.

¿Por qué se publicó el libro casi tres años después de la firma del acuerdo de paz? 
Yo hubiera querido lanzar este libro antes, pero el proceso para publicar un libro es muy complicado por temas logísticos, pues hay todo un proceso de diseño por delante.

Eso sí, lo más difícil fue encontrar alguien que quisiera publicarlo. Esa fue la tarea más complicada en este caso porque muy pocas editoriales se interesaron por el tema.