Todo empezó con un regalo suficientemente extraño: un molde de vagina en yeso. Ese fue el germen de todo, de un gran proyecto artístico que en 2017 fue finalista del premio Luis Caballero de Artes Plásticos, uno de los más importantes del país, y que puso a Adriana Marmorek en el panorama de los artistas contemporáneos más resonantes del país.

El trabajo de Marmorek se encuentra ahora expuesto en el Museo Rayo de Roldanillo, y es una apuesta desde la perspectiva del arte conceptual y casi performático por comprender el amor y sus dramas. Marmorek ha reunido decenas de objetos que decenas de personas guardan de amores rotos, y con ellos ha erigido pequeños monumentos a las contradicciones de la pasión y a la trágica incomprensión del hecho de amar.

Una exposición sobrecogedora, en la que un vestido de novia se incendia incesantemente y en la que los últimos objetos de amores rotos para siempre perviven entre cenizas para atestiguar tanto el éxtasis del placer como los abismos del dolor.

“Las obras de Adriana Marmorek que conforman la exhibición incluyen objetos y videos, así como también tarjetas que el público puede escribir, invitando así a una actividad participativa. Su arte está compuesto, inspirado y materializado a partir del recuerdo de los demás. Y para eso el amor y el desamor son los detonantes que sesgan el deseo. Esta actividad está consignada en obras como Reliquia, Osario de amores y los videos de quemas, siendo el más emblemático el que enseña un vestido de novia incinerándose”, escribió el crítico de arte y curador de la exposición Miguel González.

El propio González culmina el texto curatorial así: “La propuesta de Adriana Marmorek es inseparable de la participación de los demás para existir. Si bien logra un aliento poético y determina alegorías en torno a la pérdida, también persuade sobre la fragilidad de la condición humana y sus sentimientos. El vestido de novia que se convierte en cenizas es inseparable de la idea crítica en torno al matrimonio y a la condición de la mujer dentro de él”.

Hablamos con Adriana sobre el proceso de construcción de toda esta apuesta artística por el amor, el desamor, la pasión y el dolor.

¿Cómo inició su interés por lo que denomina las 'reliquias' del amor?
Este proyecto empezó hace varios años cuando un conocido, amigo de mi cuñada, llegó hasta mi estudio en Bogotá y quiso regalarme el molde de una vagina en yeso que le había regalado a él su exnovia cuando terminaron su relación.
Él sentía que no quería botarlo y decidió entonces regalármelo imaginando que yo como artista podía hacer algo con ese molde. Eso se quedó en mi estudio durante mucho tiempo sin que yo supiera muy bien qué hacer con él, hasta que tiempo después, leyendo ‘La mancha humana’ de Philip Roth, empecé a preguntarrme por el vestido azul de Mónica Lewinski, que como se sabe tuvo el escándalo sexual con Bill Clinton.
A partir de esa novela empecé a preguntarme por las cosas que la gente guarda de sus relaciones y empecé a comprender que esas cosas se preservan como una forma de verificar que aquello que está en el pasado efectivamente sí fue vivido. Con esa idea, yo decidí realizar hace 7 años una exposición a partir de lo que llamo las reliquias del amor, que son esos objetos que las personas conservan de sus relaciones ya terminadas y sienten que no se pueden separar de ellos...


¿Y cómo fue el proceso de reunir estos objetos?
Puse un aviso de periódico en todo el país pidiendo a la gente que me enviara sus reliquias de amor para un proyecto artístico y nadie respondió. Pero eso me sirvió para aprender algo, y es que esas reliquias son justamente un tesoro personal, son objetos que tienen un significado muy fuerte para las personas y que no van a entregar tan fácilmente a un desconocido.
Ahí, sin embargo, yo había podido recoger 52 objetos con amigos y conocidos, y con ellos realicé un proyecto para presentarme al Salón Regional de Artistas de la Universidad Nacional, a una iniciativa llamada el Museo Efímero del Olvido. Cada uno de los objetos tenía un texto corto, que era como el resumen de lo que cada persona que me entregó su reliquia de amor me había contado de ese objeto. Durante la exposición yo me planteé que para que realmente se tratara de una exposición sobre lo efímero, podía quemar varios de los objetos, obviamente con el permiso de las personas que me los habían dado.
Solo 12 personas aceptaron que fueran quemadas sus reliquias, entre ellas dos mujeres que me habían entregado sus vestidos de novia. La Universidad Nacional no permitió realizar la quema, pero yo monté una especie de operativo con varios amigos, muy cuidadosamente por supuesto, e invitando a varios de los dolientes de los objetos, y pudimos realizar la quema de esos 12 objetos y grabarla además, y de ahí sale el video del vestido de novia en llamas que se está exhibiendo ahora en el Museo Rayo.  Y realmente fue muy impactante e interesante, porque en ese momento estuvieron los dueños de cada objeto y yo pude realizar un planteamiento sobre el arte y el amor muy complejo alrededor de esa experiencia, una experiencia también muy delicada porque yo tenía en mis manos un dolor ajeno que debía manejar con mucho cuidado. Después de esto me presenté al premio Luis Caballero que se entrega en Bogotá con una exposición que se planteaba, también a partir de estos objetos del amor, lo efímero de dos instituciones muy importantes, el Museo de Arte Moderno Mambo y el Matrimonio.
Con este proyecto se realizó una nueva convocatoria de objetos de amor y pude llegar a 110 reliquias que se exhibieron en el Mambo de Bogotá y que también fueron quemadas.
En el Museo Rayo ahora tenemos, justamente, un poco de todo esto: fotos de las reliquias antes de quemarse, 12 'Osarios de amor' que son los objetos que se rescataron del fuego, que no se convirtieron en ceniza y que yo guardé en unas pequeñas bóvedas de vidrio, y 3 videos de las quemas hechas en el Museo Efímero del Olvido.

¿Cuáles son las historias detrás de los objetos que pudo recoger?
Bueno, realmente hay muchas historias muy extrañas y la mayor parte de ellas atravesadas por el dolor. Por ejemplo, conocí a una mujer que una noche que estuvo con su amante en su casa decidió sacarle el cepillo de dientes de sus cosas y se quedó con él. Y luego lo hizo con otro amante y así hasta coleccionar 6 cepillos de dientes que sentía que no podía botar, y con los que estableció una conexión particular, como en un intento de conservar el amor en un objeto.
Y esta era una historia de una mujer que tu vez y nunca imaginas que pueda hacer algo parecido. Conocí a otra mujer que guardó durante cinco años los condones usados con su amante. Sí, suena muy extraño, pero ella los lavaba luego de cada relación sexual y los guardaba en una caja con las fechas de uso. Ella me entregó alrededor de 50 condones con los que yo, usando los anillos, realicé una pieza.

¿Qué le decían estas personas cada vez que le entregaban estas cosas tan íntimas de una historia de amor?
Lo que pasó con este proyecto fue que empezamos a hablar del amor pero desde las rupturas y a descubrir una belleza y una poesía en una reliquia que es completamente íntima. Las personas me entregaban sus reliquias y me contaban la historia de esa reliquia.
Yo no les hacía preguntas sino que solo dejaba que ellos me hablaran hasta donde desearan hacerlo. Por supuesto, yo no tuve en ningún momento algún propósito de sanación psicológico, sino un objetivo meramente artístico, pero creo que hablar de esas historias y de esos objetos sí resultó catártico para ellos. Creo que lo más importante fue poder evidenciar que somos efímeros y que el amor es efímero...

Y personalmente, ¿qué piensa usted del matrimonio?
Yo creo que el matrimonio está mal inventado (risas). No sé cómo debería estar inventado, pero creo que le hemos puesto muchas expectativas al amor romántico y que ante todo sabemos muy poco qué es el amor. Ese es el gran problema, que no sabemos muy bien en qué consiste el amor y de algún modo el romanticismo nos tiene fritos con todas sus expectativas alimentadas por novelas y películas y telenovelas. La verdad es que no tengo respuestas claras sino de hecho más preguntas. Pero me parece que si logramos quitar el dolor de una relación amorosa, cualquiera que sea, la cosa se pone más interesante.
Creo que eso es algo que deberíamos aprender, a quitar el dolor.

¿Cómo ha sido la recepción de la exposición en el Museo Rayo?
Este es como el punto en el que culmina este proyecto, que está enmarcado dentro de otro proyecto de investigación artística que yo llamo 'La arquitectura del deseo'. En el Museo Rayo me sorprendió mucho ver las diferentes interpretaciones que se dieron sobre todo entre mujeres indígenas y entre quienes no son indígenas, porque para ellas el fuego tiene un sentido muy particular de limpieza, y cuando vieron el video del vestido de novia en llamas dijeron algo como “ahí se está limpiando”, no sanando, sino limpiando, mientras que otras mujeres decían que sentían que había mucho dolor en esas imágenes.
Ha sido muy interesante ver esas diferentes interpretaciones.