Cuando Álvaro Márquez se enteró de que la estatua de Sebastián de Belalcázar había sido tumbada de su pedestal, salió con sus perros al parque para ver con sus propios ojos la escena. Con lo que se encontró fue con un Belalcázar desmayado, pero aún presente en la plazoleta.
La escultura estaba intacta, excepto por el tobillo que se dobló y la había dejado ahí suspendida en el aire. No obstante, a Márquez le tranquilizaba saber que todavía permanecía algo allí, “hasta la estatua doblada era interesante”, contó.
Sin embargo, su tranquilidad duró poco. Por razones lógicas, la estatua tuvo que ser removida del pedestal y llevada a reparación. Desde ese día la plazoleta ubicada sobre la colina que lleva el nombre del conquistador permaneció vacía, hasta que hace dos días, una misteriosa escultura de una cabra apareció ocupando el lugar de Belalcázar, situación que sorprendió a la comunidad.
“Cuando vi el vacío quedé triste y molesto. Eso me hizo preguntarme sobre nuestro futuro, ¿qué pasará con todos nosotros, con nuestra sociedad? Decidí que había que hacer algo y tomé la iniciativa de poner una escultura allá”, cuenta Márquez, quien es el creador de esta cabra de metal, que pretende ser una réplica de la conocida escultura de la cabra de Pablo Picasso.
Márquez, quien vive cerca de la plaza donde ahora está su creación, ha dicho que no le importa lo que quieran hacer en un futuro con la escultura, ya que su deseo inicial era llenar el vacío que había quedado en el pedestal.
“En esta situación que estamos viviendo, tan triste, con tanta rebeldía de la gente, se nos ocurrió poner algo ahí. Fue algo espontáneo. No me importa lo que quieran hacer con ella, porque queda la alegría de haber hecho ese acto, de haber reunido a la comunidad”, comenta el caleño habitante de la zona, quien recuerda que cuando fue a acomodar la cabra, todos los que estaban por la plazoleta ayudaron a montarla, “un niño que caminaba por ahí, los vendedores del lugar, un señor que sacó a pasear a su perro, mucha gente se integró, hasta los que estaban tomándose fotos allá encima. Y cuando se logró acomodar la cabra, todo el mundo aplaudió”.
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Aunque la intención fue noble y subió los ánimos del barrio, la verdad es que la escultura no ha sido muy bien recibida entre algunos expertos. Elly Burckhardt, arquitecta integrante de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, considera una “falta de respeto” con el sitio, el hecho de que hayan puesto en el pedestal esa escultura.
“Esa plazoleta es un sitio único dentro del contexto de la ciudad, por su forma y ubicación. Es una falta de respeto que se ponga allí una cabra o una estatua de un prócer poco importa en ese sitio, que es bellísimo e irremplazable por lo que vale. Podría no tener nada y seguiría siendo importante y se le seguiría amando”, comenta Burckhardt.
Sobre el ‘vacío’ que Márquez quería llenar, la arquitecta refuta que el lugar le parece “de todo menos desolador. Se ve Cali total, como es: formal, informal y bella, tanto de día como de noche. La Cali de verdad, la que parece y no es”.
Por su parte, Alejandro Valencia, escultor, sobrino de Hernando Tejada e hijo de Lucy Tejada, comentó su desacuerdo respecto al hecho de que hayan puesto esa escultura ahí, en especial esa cabra que “no le hace justicia a la de Picasso”. Valencia opina que la persona que la puso, solo se aprovechó de la situación.
“Sebastián de Belalcázar, podrá ser una figura polémica, pero era una escultura muy buena. El espacio no está para que ponga ahí cualquier cosa”, comenta Valencia, quien por su lado tiene dos propuestas de los Tejadas para poner en ese sitio.
Una es una escultura colorida, en la que se ven manglares, pájaros, jaguares y serpientes, del pintor y escultor Hernando Tejada y la otra propuesta es una escultura de una fuente en la que están tres niñas, con base en un dibujo que fue hecha hace más de 20 años por la artista Lucy Tejada. Con esta última en particular, Valencia ha intentado, por medio de la alcaldía, conseguir los recursos para hacer la escultura, pero no ha sido posible.
Márquez era consciente de que habría quienes se quejarían por el hecho de haber puesto una cabra en el pedestal donde antes estaba Belalcázar, “pero es que nadie ha hecho algo para cambiarlo”, argumenta. De todas formas reitera que esta estatua la propuso como algo temporal, que surgió de forma espontánea y que dio alegría a los que se reunieron para montarla.
Por el momento, como la cabra sigue viendo el precioso paisaje de Cali, Márquez hace consciencia de que se tiene que decidir pronto lo que se hará con la escultura, ya que, aunque se trata de una obra muy pesada, que sería difícil de tumbar, sí sería peligroso que le cayera a alguien encima. “Habría que bajarla lo más rápido posible, nuevamente con cuerdas, o decirle a algún soldador, que la solde temporalmente en el pedestal”, dice.