Ojo y lente tras el movimiento, el fotógrafo Arley Acosta presenta su obra de 35 años de trayectoria

Desde pequeño tuvo siempre una curiosidad por todo lo que se moviera de un lado a otro, ya en la escuela, escuchó que el filósofo griego Demócrito consideraba el mundo natural como producto del movimiento de los átomos. Sus inquietudes crecieron más y más en la medida que descubría como captar esos instantes.

Arley Acosta Uribe tiene 67 años y nació en Palmira, su vida detrás del movimiento lo trajo a Cali, llegó a trabajar y en Cartón de Colombia conoció un amigo que hacía todas las fotos sociales y de la empresa, allí se enamoró de la fotografía, un amor a primera vista que fue casual, una pasión que hoy sigue compartiendo con muchos.

Por eso, a sus 35 años de carrera como fotógrafo profesional, tiene una exposición titulada ‘El movimiento’, como expresión visual y que va hasta el domingo 30 de marzo, en la Biblioteca Departamental Jorge Garces Borrero.

El País entrevistó a este inquieto hombre, siempre buscando el mejor ángulo para capturar algo tan esquivo como el movimiento.

“Tenía un compañero que tomaba fotos en eventos sociales y de los trabajadores. Yo le preguntaba sobre las imágenes y él me daba algunos consejos. Un día me dijo que necesitaba vender su cámara y yo se la compré. Una Olympus OM-1, una cámara 100% mecánica. Ahí comencé y decidí hacer un curso en la escuela de Alberto Lennis, uno de los fotógrafos más reconocidos de Cali entre 1920 y 1960″, comenta Acosta.

¿Cómo evolucionó su carrera después de ese curso?

Hice un curso de 24 horas, pero se convirtió en mi profesión. Dejé la empresa y también la carrera de Derecho para dedicarme por completo a la fotografía. Luego me afilié a una asociación nacional llamada Asfoto, donde estaban los mejores fotógrafos publicitarios y de modelos del país. Ahí me di cuenta de lo que era la fotografía profesional y decidí que quería ser un fotógrafo profesional.

Celebrando mis 35 años en la fotografía, realicé esta exposición de imágenes abstractas de agua y estoy explorando el movimiento en la fotografía, inspirado en la idea de que “todo es movimiento”, como decía Demócrito.

¿Qué respuesta ha tenido su exposición con el público?

Ha sido muy positiva. Muchos pintores han venido a ver mis fotos porque parecen pinturas. No esperaba tanta acogida, pero la gente ha encontrado interesante mi técnica. Esta semana me pasó una anécdota muy linda con una niña en la exposición fotográfica.

Es una anécdota que ya la tomo como una lección de vida sobre la percepción fotográfica en diferentes personas. En este caso, se trató de una niña de unos 8 o 9 años que entró a la exposición y, con los deditos de su mano izquierda, fue tocando todas las fotos mientras caminaba junto a su mamá. En un momento, le dijo: “Mami, estas pinturas están muy mal hechas”.

Yo estaba a unos 7 metros de distancia y escuché lo que decía. La esperé hasta que se acercó. Le pregunté: “¿Por qué dices que estas pinturas están mal hechas?”. Me respondió: “Porque me parece que están mal hechas”. Entonces le dije: “Pero cómo te parece que son fotografías y son mías”. Ella me miró y me contestó: “Ah, no, entonces usted no sabe de fotografía”. Y salió corriendo sin darme oportunidad de explicarle nada. Su mamá se murió de la risa y yo me quedé ahí, parado.

Hablando de su exposición actual, ¿cuántas piezas tiene y cómo están presentadas?

Son 66 cuadros, todos impresos sobre lienzo especial tratado para fotografía, con tintas sintéticas. La mayoría de las personas que entran a la exposición creen que son pinturas. Como suelo estar allí sentado, escucho sus comentarios hasta que me paro y les explico: “No, lo que están viendo son fotografías”. Ahí es cuando me presento y yo les explico el proceso.

Tengo un texto en la exposición que los invito a leer primero. En él hablo del movimiento y de cómo se puede capturar con una cámara. Luego les muestro una foto de una bailarina, los llevo a otra imagen y les explico los conceptos. Al final, muchas personas me agradecen y comentan que ahora entienden mejor la fotografía.

Su pasión sigue “en movimiento”

A lo lago de su carrera, este apasionado por los lentes y la captura de todo lo animado e inanimado, también ha sido docente con más de 30 años de carrera, contagiando de pasión a muchos en Cali y otras ciudades.

Arley fundó la Escuela de Fotografía del Valle, donde enseñó por 30 años el gran arte de la captura del instante. Hace cinco años la vendió para enfocarse en la fotografía de autor.

Con su más reciente exposición y nuevos proyectos en marcha, demuestra que la fotografía sigue siendo su motor de vida. Sin duda, su legado perdurará no solo en sus obras, sino también en las generaciones de fotógrafos que ha formado a lo largo de carrera.