A Juan Daniel Oviedo, director del Dane, le ha tocado en los últimos ocho días salir a frenar la ‘tormenta’ que se formó en el Valle del Cauca y otras regiones como Bolívar por los datos del censo de población del 2018.
La información mostró que en este departamento se contaron 3,78 millones de habitantes.
La Gobernadora del Valle y analistas cuestionaron la cifra porque es menor a la que arrojó el censo del 2005 (4.056.000 personas) y al número de afiliados a la seguridad social en la región, que suman unos 4,2 millones.
En entrevista con El País, Oviedo defendió la credibilidad del Dane y la calidad de la información obtenida en el censo, pero reconoció que en la región hubo problemas que llevaron a que no todas las familias fueran censadas, por eso aseguró que la cifra de población del departamento aumentará una vez se sume el número de omisos, es decir los que no fueron contados en el operativo que se realizó el año pasado.
Para el Director del Dane, quien ya casi cumple un año al frente de esta entidad, las proyecciones de población que tenía Colombia y las de las regiones estaban desfasadas y aseguró que los datos indican nuevas realidades. Por ejemplo, se creía que el país ya tenía 50 millones de personas, pero no es así; el censo dice que son 48,2 millones.
Usted reconoció que el Valle tiene más habitantes que los realmente censados, ¿qué fue lo que pasó?
Todos somos conscientes de que el proceso del censo tuvo dificultades operativas, logísticas y de rechazo de los habitantes del departamento del Valle. Quiero ser enfático en que nunca he contradicho las afirmaciones de la Gobernadora. Pero lo que queremos decir es que esas dificultades siempre las manejamos con el mayor rigor y profesionalismo.
¿Cuáles fueron los problemas que se presentaron?
En Cali el operativo censal no empezó a tiempo porque la licitación se demoró, la hacía Fonade y se declaró desierta y tocó pedirle a un operador que cubría otra región que entrara al departamento del Valle.
Fue difícil encontrar los perfiles de los censistas, supervisores y todo el apoyo logístico para poder tener una capacidad de reacción importante y, cuando ya teníamos esto, nos encontramos con una actitud de rechazo, por la falsa creencia de que el censo iba a cruzar la información con el Sisben y que afectaría los subsidios o con la Dian y que más personas tendrían que declarar renta.
Esos rechazos sistemáticos y algunos problemas específicos de seguridad se salen la órbita logística y estadística, pero pueden ser resueltos a partir de la omisión censal con fuentes indirectas.
¿Qué proceso sigue ahora?
La omisión censal en el país está calculada en 4.094.000 personas y ahora se debe desarrollar un proceso de conciliación demográfica para cada uno de los municipios de Colombia y adicionalmente debe contrastarse esa información.
Tenemos que en el Valle se censaron 3.789.874 frente a 4.052.5000 censadas en el 2005 y ahora hay que mirar cuántos de los 4.094.000 omitidos en el país estuvieron en el Valle. Para eso, además de la conciliación demográfica, por ejemplo, se mirará la información que tiene BDUA (Base de Datos Única de Afiliados al Sistema General de Seguridad Social) que nos indica que hay activas para el departamento 4.259.409 personas.
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Eso significa que no más con el contraste de esta base de datos se ve que el Valle tiene una omisión que es de aproximadamente el 11 % y, por consiguiente, es altamente probable, por no decir certero, que el Valle recibirá una fracción importante del elemento de omisión censal.
Por los problemas que se presentaron en el Valle, el Dane hizo un operativo en diciembre del 2018 para intentar censar a los que no habían hecho este proceso, ¿eso no funcionó?
Nosotros hicimos una operación de control de cobertura en varios municipios del departamento, la asistencia fue normal, pero desafortunadamente no fue lo esperado. Se esperaba que aparecieran 800.000 personas más, esas 800.000 no han existido, pudieron haber aparecido o sumado dentro de unas proyecciones de población, pero ya existen conceptos técnicos que señalan que esas proyecciones de población estaban completamente desfasadas, desactualizadas. El censo se debió hacer en 2015 y terminó haciéndose en 2018.
Es decir que no éramos tantos como se creía...
Un ejemplo claro es que esas proyecciones estaban hechas para una Colombia con 4 personas por hogar, cuando una mujer tenía en promedio 2,5 hijos vivos, pero la Colombia de hoy tiene 3 personas por hogar y una mujer tiene 1,9 hijos, en promedio.
Entonces las proyecciones sí estaban completamente desfasadas y estaba reconociendo unos procesos migratorios de carácter económico que han cambiado. Por ejemplo, Cali tiene un desarrollo urbanístico, ya no al interior de la ciudad sino en los municipios vecinos como Candelaria, Jamundí, Yumbo, Buga, donde se ve unas tasas de crecimiento poblacional y habitacional supremamente altas que incluso superan los dos dígitos.
Una de las críticas al censo es que no contó con una cartografía actualizada, ¿eso influyó en el Valle?
La cartografía es importante para tener un ejercicio de planeación, de a dónde voy a ir. Pero eso no corta las alas de los censistas, si ellos encuentran más unidades habitacionales, como sucedió, es responsabilidad del censo incorporar todos esos elementos.
Todo el mundo se ha concentrado en la cifra, pero vamos a tener una información cartográfica actualizada, después de ir a campo, que podrá ser usada para la actualización catastral y tener planes de ordenamiento más coherentes con las dinámicas urbanísticas del país.
Lo que nosotros insistimos es que hay que reconocer que las dinámicas demográficas del departamento y, en especial de Cali, tuvieron cambios estructurales que valen la pena que se evalúen con la tranquilidad y en ningún momento la población de la ciudad o del Valle será inferior a la población del 2005.
El Dane está comprometido a dar todos los argumentos, con rigor técnico, pero no podemos seguir pensando en que las proyecciones de población son una verdad escrita sobre piedra, eran unas proyecciones y la ley y la norma y la coherencia conceptual lo que nos dicen es que esas proyecciones tienen que desaparecer cuando uno hace el esfuerzo de cubrir toda la geografía del país, y en este caso todo el departamento, para recopilar la información básica de viviendas, personas y hogares.
¿Cuándo estarán las cifras definitivas para el Valle?
Las cifras ya son definitivas, lo único que falta es saber qué pedazo le corresponde a Cali y al Valle del Cauca de los cuatro millones de omitidos. El resto de los datos no cambia.
Posiblemente toda la información esté en octubre, porque sabemos que esto es clave para los ejercicios de planeación de los nuevos mandatarios.
¿Qué le deja a usted esta experiencia?
Para mí ha si una experiencia compleja, en la que he adquirido mucha consciencia de que el país requiere avanzar en un concepto de cultura estadística. No podemos automáticamente desvirtuar un trabajo de tanto rigor y esfuerzo técnico y operativo del Dane para obtener esta información simplemente por una percepción de que el número no me cuadra.
Nosotros hemos sido absolutamente abiertos y transparentes porque sabemos que estamos actuando con rigor. Soy consciente que soy vocero de una entidad que se ha matado las pestañas para que el país cuente con información de calidad.
En el caso personal, lo único que tengo es la reputación de mis decisiones y estoy convencido de que el país debería abrirle la puerta a las nuevas realidades que se están reflejando por esta nueva información. No hay que considerar un censo como un número sino en realidad como una foto de una estructura social, económica y productiva que tiene Colombia.
Los datos
En el Valle el 52,5 % de la población son mujeres. En Cali esa proporción es de 53,2 %, la más alta del país.
La participación de la población mayor de 65 años pasó del 6,3 % en 2005 al 9,1 % en 2018. Para el caso de Cali esa comparación del 6,9 % y el 11,6 %.
En el 2005 los hogares unipersonales eran el 12,2 % del total y para 2018 el dato creció al 18,7%.
El Valle del Cauca es líder en cobertura de servicios públicos domiciliarios.
El número de habitantes de Candelaria aumentó 23 %; en Jamundí,
36 %; Palmira, 8,5 %; Dagua, 16 % y Yumbo, 4,8 %, según los datos del censo del 2018.