El coronel Pablo José Blanco Botía, comandante de la Tercera Brigada del Ejército, confiesa que hace rato no tenía una semana tan agitada.
Es jueves, cuatro y treinta de la tarde, y acaba de llegar a la sede del Batallón Pichincha, en el sur de Cali, luego de un recorrido por diferentes municipios de su jurisdicción.
Así estuvo todos estos días, viajando de una ciudad a otra. Sobre todo a la zona rural de Jamundí, Valle del Cauca, donde el pasado fin de semana se presentaron varios ataques contra la Fuerza Pública, atribuidos a disidencias de las Farc.
Uno de los hechos ocurrió el domingo 22 de octubre, en medio de un combate en el corregimiento de Villacolombia, donde un soldado murió y otro quedó herido. Ese caso se sumó al del sábado 21, donde cuatro soldados quedaron lesionados tras una explosión al paso de una comisión del CTI y el Ejército, en la vereda La Cabaña, en La Liberia.
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El coronel Blanco, que lleva solo nueve meses al frente de la Tercera Brigada, y que antes estuvo comandando el Batallón Codazzi, donde le tocó neutralizar carros bombas que la guerrilla trataba de meter a municipios de Valle y de Cauca, además de cientos de combates, en entrevista con El País dice que está trabajando para que hechos como los de Jamundí no intimiden a la población civil.
¿Coronel, qué desencadena los hechos en zona rural de Jamundí?
Esta situación se presenta porque hemos venido realizando unos trabajos en esta zona, intervenciones contra el narcotráfico y grupos armado residuales (GAO) que permanecen sobre el sector de Villacolombia, La Cabaña, La Liberia y toda la parte alta de Jamundí, cerca a la zona del Naya. Ahí permanecen algunos disidentes de las Farc de la Columna Móvil Miller Perdomo, Frente Urbano Manuel Cepeda Vargas, Frente 30 y la Jacobo Arenas.
¿Por qué ocurren estos ataques si se nota que tienen identificadas las disidencias y sus movimientos?
Porque con los operativos los estamos afectando financieramente y en retaliación a eso comenten este tipo de acciones. Estos grupos no tienen ninguna ideología, ninguna motivación que los conduzca a un fin diferente que no sea el económico y a manejar el narcotráfico en la zona.
Es cierto que los tenemos identificados, pero lastimosamente una parte de la población no entiende esto y permite el ingreso de los laboratorios de droga y demás, y no se dan cuenta que están beneficiando a unos pocos y afectando a una región rica en otros aspectos. Ante eso, se nos dificulta un poco el trabajo.
¿Pero cómo es eso que la población permite el accionar de los grupos?
Sí. Me refiero a los cultivos. La misma comunidad, una parte, permite los cultivos de coca en sus tierras. Esto lo único que hace es financiar a unos pocos, que son los narcotraficantes. Los narcos son los que hacen todo, ellos compran los insumos para el procesamiento y la comunidad al trabajar en estos cultivos, pues ayuda a estos grupos, que, si eso sigue así, seguirán en la zona.
¿Cuál es el panorama actualmente en esta zona rural de Jamundí?
Hay un solo grupo residual que está al servicio del narcotráfico. Ese grupo es la disidencia que está compuesta por personal que perteneció a la Columna Móvil Miller Perdomo y al Frente Urbano Manuel Cepeda Vargas. Hemos venido identificándolos, tienen varios cultivos, y este año ya les hemos destruido seis laboratorios, más de dos mil kilogramos de insumos sólidos y más de cinco mil galones de insumos líquidos. Ahí hay un emporio económico del narcotráfico. Y si nosotros logramos acabar esa economía de raíz, no vamos a tener de nuevo estas situaciones que se vienen presentando en este municipio.
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Se empezó a hablar de ‘El burro’ y ‘El Enano’ como los que comandan la disidencia. Y la semana pasada de ‘Andrés’. ¿No le parece que el grupo toma cada vez más fuerza?
Son estructuras que conservan una línea de mando. Y cuando un grupo de estos aparece se reparten responsabilidades. Pero estos cabecillas que están en la zona no tienen una estructura tan poderosa como se cree, no es que se esté creciendo el grupo, son unos 25 hombres. Nosotros sabemos eso y los estamos identificando a uno por uno.
¿Por qué es tan importante la zona rural de Jamundí para estos grupos armados ilegales?
Ahí hay unos corredores de movilidad que conducen hacía el sector del Naya. Hay unas selvas inmensas que le favorecen a los grupos para el transporte y movimiento de toda la droga que se produce, no solamente en este sector, sino también en la parte de abajo del Cauca. Entonces esto ayuda a burlar los controles que se tienen en el área, pasan la droga y de una la ponen en ruta al Pacífico.
La comunidad ha denunciado que estos grupos después de las 6:00 p.m. ordenan que no haya tránsito por la zona rural. ¿Es que no hay presencia permanente del Ejército?
Las 24 horas estamos sobre la zona, en operación permanente con las tropas. No es que solamente vayamos en el día y nos regresemos en la noche. Yo creo que la comunidad se ha dado cuenta de que mis hombres hasta la vida han dado por mantener la seguridad sobre ese sector y seguiremos trabajando.
Todo esto está ocurriendo muy cerca de la parte urbana de Jamundí, incluso de Cali. ¿No le preocupa que esta problemática llegue a las ciudades como tal?
Estamos trabajando para evitar eso. Tenemos adelantados todos los controles y creo que la amenaza cada día se va alejando, pues nos consolidamos en el área cada vez más.
Se lo pregunto porque se sabe de alianzas entre disidencias y grupos de delincuencia común que operan en la zona urbana de Jamundí...
Esos grupos de delincuencia común, como ‘Los Cabezones’, han existido hace muchos años. Se dedicaban al secuestro y tenían lazos con la guerrilla. Ahora me imagino que estarán tratando de volver nuevamente a esta práctica con el tema de las disidencias, pero por eso hemos venido adelantando operaciones.
Incluso ya hubo una alerta y fue lo del secuestro del comerciante Guillermo Moncada Bustamante...
Cuando se presentó el secuestro del señor Moncada Bustamante, inmediatamente reaccionamos y empezamos a trabajar en conjunto para presionar a estos grupos a liberarlo. Pero todas estas estructuras delincuenciales serán desmanteladas.
Coronel, le cambio ahora de región. En Toribío (Cauca) hay temor de que vuelva la guerra, luego de un ataque a la estación de Policía y a una torre de energía. ¿El Ejército ha bajado la guardia en esta zona tras el acuerdo de paz con las Farc?
No. Ahí estamos adelantando operaciones de forma permanente. Aún no se ha podido definir qué fue lo que pasó realmente con lo de la torre para concluir que fue un atentado terrorista, como se dijo.
Pero el ataque a la estación de Policía sí fue desde las montañas, como ocurría antes del proceso de paz con las Farc...
Claro, es preocupante una situación de estas. Y es normal que la población se pregunte por qué nuevamente se escuchan hostigamientos contra la Policía. Pero también hay que entrar a ver cuál es la intensidad de los combates que se presentaban antes y los de ahora.
¿También son las disidencias las responsables de estos hechos?
Sí. hay unas disidencias, personas que no se acogieron al proceso de paz con el Gobierno. A esas estructuras las estamos combatiendo en este momento.
¿Pero tienen identificadas a esas disidencias como en Jamundí?
Sí, las tenemos identificadas. Tenemos disidencias del Frente Sexto, la Jacobo Arenas, el Frente 30. De cada una de esas estructuras no se puede decir que todos sus integrantes se acogieron, en un 100 %, al proceso. Por ahí quedaron algunos que se agruparon y son los que estamos en estos momentos combatiendo.
Dicen que en las zonas veredales, hoy de convivencia, los exguerrilleros se han ido porque no se les volvió a prestar atención. ¿Cuál es la función del Ejército Nacional en estos lugares?
La misión es la que estamos cumpliendo. Brindamos seguridad a cada una de las zonas para evitar que lleguen otros grupos a cometer algún delito contra el personal que se desmovilizó.
¿No teme que por esa falta de atención los exguerrilleros se vayan de las zonas y terminen creando más disidencias en la región o sumándose a las que ya hay?
Solo digo que nosotros estamos ahí prestando toda la seguridad posible para evitar alteraciones del orden público. Los desmovilizados se están capacitando en estos momentos, recordemos que ya no es una zona de concentración, sino que es una zona de capacitación. Ahí ellos tienen que empezar a realizar su futuro, a adaptarse, verdaderamente cumplir el proceso de reincorporación a la vida social. Si se van, si abandonan el proceso y vuelven a delinquir, el Ejército estará ahí para combatirlos.