El próximo 20 de enero marcará un hito en la política de Estados Unidos cuando Kamala Harris y un número récord de mujeres elegidas para el Congreso en las últimas elecciones, incluidas más republicanas que nunca, asuman sus cargos.
Harris, de 56 años, senadora, exfiscal y compañera de fórmula del presidente electo, Joe Biden, romperá varias barreras cuando preste juramento ese día: será la primera mujer, la primera persona afroamericana y la primera de ascendencia del sur de Asia que alcanza la vicepresidencia.
“Podré ser la primera mujer en este cargo, pero no seré la última (...) Juntos, mostramos a las niñas de todo el país que es posible”, expresó Harris en su discurso de victoria.
Su elección ha hecho desbordar de entusiasmo, sobre todo a las mujeres, que hace cuatro años vieron con horror cómo se desmoronaba su sueño de tener una presidenta, cuando Hillary Clinton sufrió una sorpresiva derrota frente a Donald Trump.
“Estas elecciones muestran un progreso continuo para las mujeres en Estados Unidos”, explica Kelly Dittmar, directora del Centro para Mujeres y Política Estadounidense de la Universidad de Rutgers.
Una ‘carta’ por la diversidad
Kamala Harris nació en Oakland (California) en el seno de una familia de inmigrantes: su madre, Shyamala Gopalan Harris, nacida en India, fue una científica especialista en cáncer de mama que emigró a los Estados Unidos en 1960. Su padre, Donald Harris, oriundo de Jamaica, es profesor emérito de la Universidad de Stanford que emigró en 1961 de su natal país para cursar estudios de posgrado en economía en la Universidad de California, en Berkeley.
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Después de graduarse en derecho en 1981, Harris se especializó en ciencia política y economía en la Universidad Howard, fundada en Washington DC para acoger a estudiantes afroestadounidenses en medio de la segregación. En 1989 obtuvo el Juris Doctor (doctorado en jurisprudencia) del Hastings College of the Law de la Universidad de California. Un año más tarde fue admitida en la Asociación de Abogados del Estado de California.
Durante la década de los 90, Harris trabajó en la Oficina del Fiscal de Distrito de San Francisco y en la Oficina del Fiscal de la Ciudad de San Francisco.
En 2004, fue elegida fiscal del distrito de San Francisco. En el 2010, fue elegida fiscal general de California y reelegida en 2014. Harris derrotó a Loretta Sánchez en las elecciones al Senado de 2016, convirtiéndose en la segunda mujer afroamericana y la primera surasiática americana en servir en el Senado de Estados Unidos.
Como senadora, abogó por la reforma del sistema de salud, la legalización federal del cannabis, un camino hacia la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados, la Ley Dream, la prohibición de las armas de asalto y una reforma fiscal progresiva. Adquirió, además, un perfil nacional por sus agudos cuestionamientos a los funcionarios de la administración Trump durante las audiencias del Senado.
Con una carrera brillante, a pesar de capítulos controvertidos, Harris soñaba con convertirse en la primera mujer negra presidenta de Estados Unidos y por eso buscó la nominación por el partido demócrata para la elección del 3 de noviembre 2020, pero se retiró de la contienda antes de las primarias. Sin embargo, su experiencia en los poderes legislativo, judicial y ejecutivo, y su cercanía con Beau Biden, hijo de Joe y exfiscal de Delaware que murió de cáncer en 2015, convencieron a su exrival de elegirla como su compañera de fórmula en agosto de 2020, resultando ganador el binomio Biden-Harris.
Su elección, según analistas, aporta energía y diversidad al futuro gobierno Biden, pues Harris logró que este obtuviera el apoyo de un electorado más diverso que buscaba estar mejor representado en la cima del poder, tanto es así, que algunas personas dijeron que no votaron por Biden sino por ella.
“Trajo un cierto nivel de emoción y entusiasmo que ayudó” a Biden, sobre todo porque tras un número récord de mujeres electas al Congreso en 2018, y luego del triunfo de Biden en las primarias sobre un récord de precandidatas presidenciales, había “inquietudes sobre una regresión, una vuelta a un liderazgo masculino blanco”, opina Dittmar.
Y es que durante la campaña presidencial, Harris llamó incansablemente a una movilización histórica de mujeres y minorías, denunciando los intentos de obstruir el voto en los estados tradicionalmente republicanos.
“¿Por qué creen que tanta gente poderosa (...) está tratando de impedirles que voten?”, preguntó en Georgia, un estado sureño clave para la victoria. “Ellos saben del poder que ustedes tienen”, respondió. “No permitan que nadie los deje fuera del juego”.
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Siempre con tapabocas para protegerse del coronavirus y respetando la distancia social, como Biden, Harris hizo una campaña más activa que el septuagenario, bailando al ritmo de bandas de música o hablando con clientes de los cafés, siempre al aire libre por el Covid-19.
También conoció en Milwaukee a la familia de Jacob Blake, un hombre negro gravemente herido por la policía en medio de manifestaciones contra el racismo ocurridas en Estados Unidos el año pasado.
“Tendrá un impacto sustancial en la política estadounidense”, comenta Dittmar, “porque llevará sus experiencias vividas y perspectivas distintas que todavía están subrepresentadas”.
Vida personal
Kamala Harris está casada con el abogado de California Douglas Emhoff, quien se convertirá en el “segundo caballero” de Estados Unidos y en el primer cónyuge judío de un presidente o vicepresidente de ese país.
Se casaron el 22 de agosto de 2014, en Santa Bárbara (California). Harris contrajo matrimonio por primera vez y él, por segunda.
Harris es madrastra de los dos hijos de su marido: Cole y Ella Emhoff. Ellos la llaman “Momala”.