Por: monseñor Édgar de Jesús García Gil, obispo de Palmira
En estos últimos tiempos se ha despertado una especial devoción a san José, esposo de María, el hombre justo, que ha sido recibida de buena manera por la comunidad cristiana que descubre en este hombre silencioso un ejemplo varonil de esposo, padre y trabajador.
El papa Francisco escribió una hermosa carta apostólica, ‘Patris corde’, ‘Con corazón de padre’, el 8 de diciembre del año 2020 y declaró el 2021 como año litúrgico de San José, al conmemorar el aniversario 150 de haber sido declarado patrono universal de la Iglesia Católica. Aprovecho este domingo para compartir un aspecto curioso y significativo en la vida de San José, según el evangelio de Mateo, sus cuatro sueños. (cf. Mt 1,20; 2,13.19.22). En la Sagrada Escritura, muchas veces Dios se vale de los sueños en personajes escogidos para transmitir sus designios de salvación.
Frente a la decisión dolorosa de repudiar a María, su prometida, porque José no entendía la razón de su embarazo, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Y José en obediencia a Dios recibió en su casa a María.
Después de que los reyes magos adoraron a Jesús regresaron a su país, pero fueron avisados para que no pasaran por Herodes. En este momento el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Prepárate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José con su familia tuvieron que irse a medianoche, huyendo al escondido, convirtiéndose en migrantes en un país extranjero.
Muerto Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: “Prepárate, toma contigo al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel”. Pero José al enterarse que Arquelao, hijo de Herodes, reinaba en Judea, tuvo miedo de ir allá y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a residir en una ciudad llamada Nazaret.
José, con esta bella descripción de sus sueños, nos revela un hombre profundamente de Dios que, en medio de su intimidad espiritual, descubre la voluntad de Dios y la cumple en su misión de ser la sombra del Padre Dios para su hijo Jesús como padre amado, tierno, obediente, acogedor, valiente, trabajador.