El año pasado cuando leí el libro de Felipe Zuleta Lleras ‘Mas allá de la familia presidencial’, no dejó de sorprenderme la forma tan abierta en la que el autor exteriorizó su vida íntima y familiar sin dejar títere con cabeza. Se alcanzan a salvar su abuelo materno Alberto Lleras Camargo y su señora Berta Puga. Su familia paterna desde su abuelo Eduardo Zuleta Ferrer queda en el patíbulo al relatar un mundo de apariencias, alcoholismo, fracasos profesionales, inestabilidad emocional, entre otras difíciles situaciones que seguramente afectaron el desarrollo emocional de la nueva generación. Zuleta relata la ruptura de su matrimonio para tomar un camino homosexual en el cual ha sido coherente. Es imposible no preguntarse las razones de esta apertura tan impactante y desnudar la intimidad de una familia descendiente de quien fue llamado en su momento ‘el presidente del mundo’ y de otra parte de uno de los estadistas más admirados por los colombianos.
Meses después el príncipe Harry publicó ‘Spare’, traducido al castellano como ‘En la sombra’, una impactante autobiografía en la que el nieto de la entonces reina Isabel narra los conflictos al interior de la familia real, incluyendo las agresiones físicas de su hermano William; el consumo de drogas, duras opiniones sobre su madrastra y llega a confesar que mató a 25 combatientes en la guerra de Afganistán, en una descripción deshumanizante al compararla con fichas que caían en un tablero de ajedrez. Los enfrentamientos entre miembros de la familia y, sobre todo, el contarlos en medios públicos, llevó a su padre, hoy el rey Carlos III a rogarle a sus hijos que “no hagan que mis últimos años sean una miseria”.
El fin de semana anterior tuve acceso a la presentación virtual de nuevas obras y una amiga de mi infancia, Carmenza Patiño, presentó ‘Lo agridulce de la vida. Alegría, tristeza y esperanza’. Especial foco en su vida de pareja, donde narra su desventura frente a su esposo, un exitoso comerciante mucho mayor que ella, quien ejerció su autoritarismo desde el primer día cercenando la felicidad, o por lo menos la paz, la cual ella busca incesantemente a lo largo de la obra, con empuje y valor. Confieso que me sorprendió esta sacada de ‘trapos al sol’.
Así podría seguir con Edna O´Brien, la escritora irlandesa en cuyo pueblo hicieron hoguera para quemar su autobiografía, hasta llegar a Shakira, vengándose de Piqué. Basta hacer la prueba de preguntar en redes sobre las agresiones sexuales recibidas o los fracasos en la alcoba y en minutos cientos de personas narrarán con detalles sus desventuras, con dolor y furia. La exteriorización llega a tal punto que la frase ‘La ropa sucia se lava en casa’ pasará a ser historia pues la tendencia, como se ve en estos ejemplos, es hacer catarsis narrando al público las luchas íntimas.
¿Qué está sucediendo? ¿Será el deseo de hacerles entender a los demás las razones de por qué somos como somos? ¿Y para otros, será una forma de venganza? Si este es el fin, no cabe duda que el machista que agrede con una paliza a su pareja, recibirá muchos más golpes emocionales cuando ella haga viral el comportamiento salvaje de su compañero. Es posible que nos estemos hastiando de aparentar que tenemos vidas perfectas y las autobiografías, no necesariamente en libros sino hasta canciones o tuits, dan la oportunidad de exhibir la dura realidad.
Es interesante concluir que hoy no se está solo; que la lenta y costosa justicia no es la única solución pues los medios de comunicación se hicieron al alcance de las víctimas para propagar las injusticias, las apariencias y poner en su lugar a quien se lo merece.